martes, 30 de marzo de 2010

Los derrotados y la historia


Como me gusta verlo todo a modo de poliedro, después de visitar el cementerio americano de Normandía no podía menos que hacer lo propio con el alemán, situado en La Cambe. Éste es mucho más austero porque, entre otras cosas, el mantenimiento corre a cargo de familiares de los allí enterrados y porque en algo así como la mitad de espacio que el primero, se albergan más del doble de sepulturas.

Efectivamente, son más de 21000 los soldados alemanes enterrados a medio camino entre Bayeux y Chebourg, en un recinto que, para empezar, dispone de una décima parte de aparcamiento que el cementerio yanqui. El interior del recinto, sin dejar de ser solemne, tiene mucho menos glamour que el estadounidense, sustituyendo las estrellas y cruces de David blancas por unas pequeñas placas de piedra colocadas horizontalmente en el suelo con los nombres y fechas de nacimiento y defunción de los soldados.

Leyendo las inscripciones llama la atención cómo la mayoría de las fechas restan alrededor de 20 años. Entre las placas, de vez en cuando, se salpican cinco cruces agrupadas y cuando se sube a un promontorio artificial dispuesto a modo de atalaya en el centro del cementerio, se consigue realmente tener una verdadera perspectiva de la cantidad de placas que se reparten sobre el césped.

Todo está perfectamente cuidado. La hierba recién cortada, las piedras limpias y, de vez en cuando, alguna corona de flores a modo de ofrenda se emplaza ante la tumba de algún contendiente. Imagino por un momento cómo ha sido llevada hasta allí la corona y pienso que quien lo haya hecho no habrá podido hacerlo con el honor con que se conmemora a un héroe sinó, más bien, como se llora a quien ha sido considerado un tirano.

En el aparcamiento del cementerio un cartel dice que muchos de aquellos hombre no eligieron ni la lucha ni la causa y, seguramente, tiene razón. La mayoría de aquellos 21000 y pico soldados fueron tan víctimas como los que yacen al lado de Omaha Beach pero nadie va a ver sus sepulcros para reconocer su heroicidad. Sólo hay una pequeña diferencia entre los dos y es que los alemanes perdieron una guerra que nunca deberían haber iniciado, pero de todo el mundo es sabido que la historia la escriben los vencedores.

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