jueves, 30 de septiembre de 2010

Cosas que me desorientan aún más (o tal vez no)

En mayo Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España de misterioso sueldo, aplaudía las medidas de austeridad aprobadas por el gobierno y que se justificaban, en gran parte, por la rebaja de las calificaciones de la deuda española por las agencias que se dedican a tales asuntos.

Cuatro meses más tarde la única agencia que aún calificaba como AAA (la mejor calificación posible) a la deuda española ha decidido rebajarla. Según argumentan es debido a que se preve un escaso crecimiento económico, dato que es reconocido y analizado por el Banco de España. Según él, la economía española se resiente del aumento del IVA, la eliminación de los incentivos al consumo y la reducción de la inversión pública, es decir, de las medidas de estabilidad que aprobó el ejecutivo en mayo.

La verdad es que estoy tan confuso que ya no sé si el desorientado soy yo o quienes deciden y analizan las políticas económicas de este país, estado o que se le quiera llamar.

martes, 28 de septiembre de 2010

Izquierdas: muchas, pequeñas y maniatadas

Aunque se pueda mimetizar utilizando diversas siglas, la derecha de este país tiene claro que es una, grande y libre. Una porque, aunque luego alguna parte intente ganarse su electorado promulgando nacionalismos diferentes al del conjunto del estado, asumen perfectamente aquello de que con las cosas de comer no se juega y así, pueden apoyar unos presupuestos generales a cambio de una transferencia o asumir un marco autonomista si a cambio se les concierta mejor el tema económico.

Al haber sólo una, se convierte en grande. Nuestra derecha es capaz de cerrar filas con facilidad para imponer su ley cuando es preciso, especialmente en lo que a cuestiones económicas se refiere. Y además es libre, puesto que sus intereses coinciden con los del resto de poderes fácticos del estado. Así, no tienen problemas para plantear los postulados abiertamente, puesto que el poder económico no sólo no se opone, sinó que los aplaude fervorosamente.

Así, el pensamiento de la derecha es monolítico. No tan solo el de sus organizaciones oficiales. Incluso cuando hablas con la gente por la calle, aquellas personas que responden a un ideario conservador dan la impresión de repetir automáticamente consignas dictadas desde algún estamento superior y que no necesitan ni pueden argumentar, sólo repiten.

En contraposición están las izquierdas. Y lo digo en plural porque las hay españolistas, independentistas, federalistas, verdes y de todos los matices habidos y por haber. A diferencia de la derecha, olvidan con frecuencia que, sobretodo en determinados momentos, lo esencial es lo esencial y buscar significarse por el punto de divergencia es dificultar alcanzar aquello que nos une.

Esa necesidad de expresar hasta el último matiz en cada tema hace que la izquierda se atomice de tal manera que todas acaben siendo lo suficientemente pequeñas como para que ninguna de ellas pueda plantearse gobernar sin recurrir a alianzas o apoyos que no siempre dan buenos resultados. Y si encima la mayor de ellas decide embarcarse en aventuras solitarias vendiendo al mejor postor sus propuestas, acaba sintiéndose maniatada y cediendo a las exigencias de los poderes económicos más apolillados.

La gente de las izquierdas tiene esa riqueza, esa capacidad para argumentar hasta la última coma y no dejarse empaquetar bajo cualquier etiqueta. Por eso hoy aún hay dudas de si mañana se debe o no creer a los sindicatos que, dicen algunos, han sido correa de transmisión de un sistema que teóricamente gobierna la propia izquierda. Por eso hay fuerzas de izquierdas que se suman a la huelga sin paliativos, otras que se oponen y otras que dicen que en todo caso van, pero en versión catalana.

Tal vez sería hora ya de ir aprendiendo de las lecciones de la historia. La derecha nos está colando un gol desde la izquierda y nosotros vamos a ver pasar el balón mientras discutimos la jugada. Quizás deberíamos llegar a la conclusión de que, ni que sea por una sola vez, la izquierda debería ser una, grande y libre de complejos para afirmar rotundamente: ¡así no!

lunes, 27 de septiembre de 2010

Otra versión del mismo deporte

Algo bueno tenía que tener la acelerada proliferación de canales televisivos, especialmente temáticos, vivida desde que apareció la TDT. Dejando a parte la posibilidad de mantener a las criaturas entretenidas durante más tiempo gracias a las cadenas infantiles, durante los últimos días estamos ante una oportunidad poco habitual de disfrutar de lo mejor del baloncesto femenino.

Resulta que ha tenido que llegar Marca TV para retransmitir en directo lo que de momento está siendo un paseo triunfal de la selección española, que ha ganado y con solvencia todo lo que ha jugado (escribo esto en la media parte de un partido en el que ganan de 23).

Quienes amamos este deporte (I love this game) sabemos que los partidos de mujeres no ofrecen mates espectaculares ni otras demostraciones de poderío físico pero que, tanto o más que el masculino, el baloncesto femenino demuestra cualidades técnicas y tácticas que lo hacen más que digno de la atención del público.

Sin embargo, la cobertura mediática de esta versión del segundo deporte nacional es tan triste que no ocupa ni tan solo una reseña en el teletexto de los canales generalistas. Seguro que luego, si consiguen alcanzar alguna medalla, todo el mundo querrá apuntarse al carro ganador y añadirán la selección femenina de baloncesto a la colección de "rojas" exitosas que enaltecen el orgullo patrio.

Como a mi no me gusta apuntarme a carros de los que no he tirado quiero mostrar mi apoyo desde aquí a esta disciplina y al resto del deporte femenino, así como aprovechar para aconsejar a quien tenga el tiempo necesario que siga alguno de los partidos que quedan y que apuntan a ser más interesantes aún porque, según parece, van a tener rivales delante.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Las bragas de la Carbonero

Sara Carbonero ha cometido un par de pecados. El primero, responder a los cánones de belleza actuales por encima de lo que lo hacen la media de periodistas del panorama televisivo español. El segundo, haberse buscado un novio más famoso que ella, llamado Iker Casillas. La penitencia que se le ha impuesto es que se hable más de sus cuestiones personales que de sus aciertos o desaciertos profesionales.

Hasta ahí no hay nada especialmente extraordinario y, de hecho, posiblemente le pueda resultar de utilidad al menos a la hora de explotarlo en el campo publicitario como está empezando a hacer. El riesgo es que hasta una caída accidental pueda ponerle en el candelero y en la portada de algún programa más o menos rosa que lo pueda tratar con más o menos gracia.

Pero lo que desde mi punto de vista no tiene la más mínima gracia es que lo que se resalte de la caída de la periodista guapa novia de portero no sea otra cosa que el hecho de que, en su intento por mantener el equilibrio, haya permitido una vista más o menos clara de su ropa interior. Mucho camino le queda por recorrer al mundo del feminismo y tanto o más al del periodismo si el último tiene que recurrir a robar una imagen furtiva de las bragas de una compañera para captar clientes. Ojalá y se apresuren en recorrerlo.

martes, 21 de septiembre de 2010

La disyuntiva del PP


Por si alguien no se ha enterado aún, el 29 de septiembre está convocada una huelga general contra las reformas laborales y sociales emprendidas por el gobierno de España en los últimos tiempos. En resumidas cuentas mucha gente y especialmente la gente del Partido Popular lo resumirían diciendo que hay huelga contra Zapatero.

Eso, sin duda, desde el mayor partido de la oposición debería ser un motivo de alegría. Que quienes se supone que deberían ser más próximos al partido en el gobierno a la oposición convoquen una huelga general podría interpretarse como una señal de soledad del PSOE que electoralmente pudiese favorecer los intereses populares. Sin embargo el PP desea que la huelga sea un fracaso.

Que el partido de Mariano Rajoy animase a la movilización del 29 de septiembre sería tanto como aliarse con los sindicatos y, además, enfrentarse a unas medidas que van inequívocamente en la dirección que a ellos les gusta aunque se queden cortas. No hay que ser muy listo para imaginarse cómo se frotan las manos en el partido de la gaviota viendo como alguien se lleva los palos por hacer lo que ellos, posiblemente, habrían deseado sin atreverse.

Supongo que en esta disyuntiva, la de saberse beneficiados tanto por las medidas del gobierno como por la protesta ante ella, deciden una vez más nadar y guardar la ropa. Así es como se dedican a seguir acusando al ejecutivo de no hacer bien las cosas pero arremeten contra los sindicatos si no directamente, que siempre queda feo, atacando a sus representantes en las empresas y acusándolos a todos de ser liberados y abusar de dicha condición.

No voy a ser tan indecente como para hacer aquello de disimular mis defectos alegando los ajenos. Dicho de otro modo: no voy a decir que por más irresponsables que puedan ser los liberados y las liberadas sindicales, nunca llegarán al nivel de corrupción, prevaricación y otras muchas cosas feas al que han llegado algunos cargos electos que siguen siendo defendidos por la ejecutiva popular. Ni siquiera voy a entrar a defender a los y las sindicalistas de este país que son, como representación de la sociedad a la que pertenecen, personas honradas en su mayoría y deshonestas en un mínimo porcentaje.

Simplemente voy a decir que a partir del día 30 de septiembre o en su defecto del posterior a la derogación de la reforma laboral yo me ofrezco como asesor para redefinir el sistema de representación de las personas trabajadoras. Hasta entonces, ni nos engañemos ni dejemos que nadie se aproveche del esfuerzo de quienes el 29-S mostraremos el rechazo a una política regresiva, se llame como se llame quien la haga.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Adiós, Labordeta.


Ha muerto José Antonio Labordeta. Para mí no ha muerto ni un profesor, ni un cantante, ni un escritor, ni un político, ni un presentador de documentales. Ha muerto una persona honrada. Honrada y sincera que buscó en cada momento los medios que juzgó más oportunos para expresar sus ideas.

Fue tan sincero que, en su época de diputado, a parte de mandar a la mierda a Álvarez Cascos, reconoció repetidamente que no servía para desempeñar tal cargo. Decía no servir precisamente porque decía la verdad. Tal vez ahí se equivocaba y quienes no servían eran todos los demás.

Ha muerto un hombre sincero después de luchar cuatro años contra un cáncer. Lo ha hecho, tal como pronosticaba, sin poder ver la tierra a la que cantaba y en la que ponga libertad. Y lo ha hecho, posiblemente, ayudado por la tristeza que debió producirle ver como, en los últimos tiempos, aquéllos en los que un día confió han decidido dejar de empujar la historia hacia la libertad.

Supongo que él, como yo, no esperaba gran cosa del más allá pero ojalá y en el más acá nos iluminemos todos de su honestidad, sinceridad y sentido común y seamos capaces de seguir el camino en un mismo trazado uniendo nuestros hombros para así levantar a aquellos que cayeron gritando libertad.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Más cosas que me desorientan


Vuelvo a dedicar un post a cosas que me desorientan. Esta vez mucho más domésticas, intrascendentes, irrelevantes y en el límite de lo anecdótico, pero igualmente me desorientan.

Resulta que uno ya está preparado para que el principio de curso tenga sus dificultades con el tema libros. Ediciones que cambian, libros que no llegan y todo ese tipo de pequeños conflictos que hacen que, a pesar de haber hecho un pedido con tres meses de antelación, no esté todo a punto hasta una semana después de empezar el curso.

Este año había conseguido tenerlo todo supuestamente correcto, forradito y con nombre, el fin de semana anterior al anticipado debut escolar. Vaya, que me sobró hasta un día porque, por aquellas otras cosas que no desorientan aunque no entienda, las clases empezaron un martes.

Pues bien, el mismo martes mi hijo me anuncia que la tutora le ha comentado que el libro de castellano no era el que correspondía. La verdad es que yo ya había detectado diferencias con uno del mismo curso del año anterior que había pasado por mis manos pero, como los del resto de materias también habían cambiado de edición y formato, no le había dado mayor importancia.

De manera que me toca dirigirme a mi proveedor de libros que me dice que no, que quien se equivoca es el colegio porque la editorial dice que es ese, con lo que me toca volver al colegio. Finalmente allí me dan la respuesta, que es lo que en realidad me desorienta. Resulta que la editorial en cuestión edita dos libros de castellano diferentes: uno para Catalunya y otro para el resto del estado.

No sé si todo ello tiene que ver con desafecciones que deben traducirse en el título (el de Catalunya se llama "más plural", mientras que el otro se llama "lengua castellana") o responde a una simple estrategia comercial pero, en todo caso, yo me siento totalmente desorientado al no entender porqué el castellano se debe enseñar diferente en Manresa que en Brenes. Aceptaré explicaciones.

martes, 14 de septiembre de 2010

Reflexiones alrededor de un brasero


Supongo que por motivos que van desde el hartazgo hasta el miedo a repetirme demasiado, llevo unos días sin buscar la inspiración en las noticias de los medios de comunicación. Es por ello que la moda de compartir conversaciones cibernéticas me está nutriendo de intranscendentes reflexiones.

En este caso le toca el turno al bonito texto de mi ciberamiga Anna (para la que podría usar el mismo epíteto) en el que relataba con cierta melancolía las tardes que había pasado presenciando a su madre y otras señoras compartiendo tertulia alrededor de una mesa redonda bajo la que un brasero ofrecía su acogedora calidez.

Recomiendo su lectura a quien, como yo, tenga el privilegio de poder acceder a sus notas en facebook pero la reflexión que yo le prometí va por otros derroteros. Y es que la imagen que me vino a la cabeza me hizo pensar en esa tendencia humana a buscar fetiches para situar en el centro de nuestras reuniones.

La verdad es que, más allá de los tiempos muertos del baloncesto, me cuesta recordar situaciones de reunión en las que no haya por en medio una mesa, una hoguera o un atril para quien tenga la palabra. Seguro que hay justificaciones de todo tipo para ello pero me voy a aventurar a lanzar una hipótesis.

Los seres humanos no somos sociables por vocación, sinó por necesidad. Nuestra incapacidad como individuos para encontrar explicaciones a nuestras dudas y soluciones a nuestros problemas nos ha llevado a aprender que, sociabilizándonos, tenemos más posibilidades de progreso y, en consecuencia, de supervivencia.

Pero el ser humano ha aprendido también que el hombre (como especie, no como género) es el verdadero lobo del hombre, de manera que debemos sociabilizarnos de manera prudente para que nadie conozca los puntos que consideramos débiles en nuestras propias personas.

Una mesa nos hace sentir en menor grado de indefensión. Desde un punto de vista instintivo nos separa de quien nos pudiese agredir y racionalmente nos permite ocultar bajo ella unas piernas que tiemblan nerviosamente o desviar la mirada hacia la propia mesa o el café con leche que tenemos encima para que nuestras emociones no sean detectadas.

Porque es ahí, en las emociones, donde más débiles nos sentimos. Podemos compartir ideas, creencias, conocimientos y opiniones, pero las emociones y los sentimientos los reservamos. Y así, ocultando cada uno sus emociones, llegamos a ignorar que los demás las tienen y a actuar en consecuencia. Creamos una sociedad deshumanizada donde la empatía nos la tienen que enseñar en cursos de formación continua porque se nos ha olvidado que los demás también sienten y que las emociones influyen más en nuestros actos que los pensamientos.

Y cuando ya no sabemos como protegernos, nos inventamos relaciones virtuales en las que ni siquiera sabemos si al otro lado de la pantalla del ordenador está quien creemos que está y en las que nosotros podemos ser quien queramos ser, con las emociones que creemos correctas y no con las genuinamente nuestras. Tenemos miedo de nosotros mismos, de que nuestros sentimientos nos traicionen y nos aislen cuando, en realidad, son nuestros sentimientos los que nos hacen ser nosotros mismos, los que nos hacen únicos e irrepetibles.

Llegado a este punto sólo me queda aclarar que, a pesar de todo lo alegado, disfruto con un facebook que me permite amistades tan interesantes como la de Anna, que lamento que la imagen mental de unas señoras y un brasero me haya llevado a tanta elucubración inútil y que, aunque mi apariencia no invite a pensarlo, son numerosas las escenas cinematográficas que me hacen llorar.

domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Por quién hacer huelga?



Lo sé. Atender a conversaciones ajenas es de mala educación. Pero es que también es divertido, ilustrativo y, con esto del Facebook, hasta fácil cuando quedan escritas. El otro día mi apreciada amiga Aurora comentaba en el muro de mi querida amiga Virginia su pesimismo respecto a la huelga del 29-S justificándolo con la mítica frase de "tenemos lo que nos merecemos". Virginia, tan madraza ella, decía que fuese como fuere había que ir a la huelga y que ella lo hacía por su hija, que no tenía la culpa de los errores de la generación de su madre.

La verdad es que yo, en principio, tenía previsto seguir la convocatoria sin más pero la conversación entre Aurora y Virginia me ha dado que pensar. ¿Realmente debo hacer huelga por la generación de mi hijo? La verdad es que tengo mis dudas. Mi hijo es mi hijo y, por lo tanto, haré por él lo que convenga, pero es que creo que su generación (y la de unos cuantos que en septiembre podrían hacer huelga) lo que menos necesitan es que, una vez más, sean otras personas quienes den la cara por ellos y les resuelvan los problemas.

Como más lo pienso, más me convenzo en que debemos muy poco a la generación de nuestros hijos e hijas, más bien al contrario. A quien si debemos y mucho es a la generación de nuestros padres y madres y a la de nuestros abuelos y abuelas. Estamos hablando de hombres que lucharon incluso con sus vidas para que nosotros y nosotras tengamos derecho hasta a hacer huelga. Mujeres que no se resignaron al papel que les reservaba la sociedad y trabajaron para que sus hijas y nietas pudiesen estar mucho más cerca (aunque aún lejos) de sus maridos.

Mi hijo escucha los relatos de mi padre como si de un cuento se tratase y, por descontado, reconoce entre poco y nada los esfuerzos que yo haya podido hacer. Su generación ha nacido con el derecho original, pero ese derecho se lo ganaron otras personas. Creo que es por ellas, por su memoria, por su honor, por quienes no debemos dejar que un grupo de encorbatados que se hacen llamar socialistas y obreros nos roben lo que nuestra progenia atesoró con tanto esfuerzo. Es por ellos por quién yo, el 29-S, iré a la huelga. ¿y tú?

sábado, 11 de septiembre de 2010

Cosas que me desorientan


Seguramente sea porque ando pez, pero las declaraciones de la llamada izquierda abertzale se pueden contar entre las cosas que me desorientan. Que digan que el anuncio del cese de las acciones ofensivas por parte de ETA debe ser correspondido por el ejecutivo español con su legalización me deja, como dirían en fútbol, fuera de juego.

Y lo hace porque hasta donde yo creía lo ilegalizado no era ni el hecho de ser de izquierdas ni el sentimiento patriótico (que es lo que significa abertzale). Yo pensaba que lo que no permitía la legalidad de todos los partidos que se han encuadrado en ese espectro hasta ahora era el hecho de estar vinculados a ETA o de no decidirse a condenar su actividad terrorista.

La izquierda abertzale no necesita, pues, que el gobierno haga nada en pro de su legalización. Quienes deberían hacerlo son, en definitiva, los propios abertzales y no creo que jugando a prometer cosas en nombre de ETA estén haciendo mucho en ese sentido.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El loco de la esquina


Hay un personaje muy repetido en las películas americanas que siempre me ha hecho mucha gracia. Se trata del viejo loco de barba blanca que en la esquina de alguna concurrida plaza, vestido con andrajos y con un cartel colgado del cuello no deja de vaticinar desgracias.

Supongo que tal personaje debe estar inspirado en verdaderos orates cuyas predicciones difícilmente se puede comprobar si se cumplen, puesto que no hay nadie que las escuche para luego recordarlas.

Digo todo esto porque si el pintoresco pastor americano (al que Mariano llama el pirómano) hubiese intentado promover la quema de coranes desde el púlpito de su parroquia de cincuenta feligreses habría dado igual que le hubiesen seguido o no. Por más capacidad de convicción que hubiese tenido, lo máximo que podría haber conseguido es que cincuenta y una personas se dedicasen el sábado a quemar otros tantos coranes en un recóndito rincón de EEUU, con lo que los máximos beneficiados habrían sido la librería del pueblo (dudo que ninguno de ellos dispongan de un ejemplar en casa) y la editorial que los publique.

El problema es que el del bigote blanco (vaya, este no lleva barba) ha encontrado una caja de resonancia mundial que ha conseguido enervar a buena parte de la comunidad islámica más radicalizada (que carece del sentido del humor suficiente para reírse de un chalado) hasta el punto de justificar avisos de la Interpol y obligar al mismísimo presidente del mundo a pedirle algo a un demente con nombre de humorista de Monty Python y ganas de protagonismo.

Tal vez, tal como pide la Casa Blanca, los medios de comunicación deberían plantearse la responsabilidad social que tienen y poner algún código ético por encima de los índices de audiencia. Quizá deberían aprender a darle notoriedad a quien se la merece y no a quien la pide de malas maneras. Posiblemente así, las predicciones apocalípticas de los americanos locos sigan sin cumplirse.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Más motivos para la huelga


Me cuesta un montón encontrar un calificativo para la política económica del ejecutivo Rodríguez. Helena Salgado va y nos anuncia que al final tres cuartas partes de los ayuntamientos sí podrán endeudarse. Concretamente aquellos que tengan un endeudamiento inferior al 75% de sus ingresos anuales. O sea que, por lo visto, no han dejado de recibir llamadas desde alcaldías a pesar de haber alargado el plazo que marcaba el Real Decreto que prohibía el endeudamiento municipal.

De lo que parece que no se acuerda Salgado es de que en el mismo Real Decreto se reducían los salarios del personal al servicio de las administraciones, se congelaban las pensiones, se reducían a la mínima expresión los fondos al desarrollo y se recortaban substancialmente las inversiones en infraestructuras.

Pero resulta que ahora, una vez pasada la primera tormenta, está bien que las administraciones sigan practicando lo que en buena parte ha llevado las cuentas públicas a donde están: alargar más el brazo que la manga. Lo del 75% está muy bien, pero mucho me voy a reír yo cuando los presupuestos locales hinchen sus previsiones de ingresos para que la tasa de endeudamiento se vea reducida.

Lo más triste de todo es que digan que eso servirá para hacer políticas sociales cuando, en realidad, la preocupación de fondo es que el año próximo toca inaugurar plazas y teatros, que vienen elecciones municipales.

Este gobierno ha evidenciado ya reiteradamente que conduce el país como si fuese un auto de choque, así que por más que fastidie dejarse por el camino otro puñado de euros, habrá que darle un toque a una política económica que no cesa de recortar por donde más duele: las personas. A ver si así, con la huelga general, se consegue el golpe de volante definitivo que sitúe al ejecutivo socialista en el carril que en teoría le corresponde y que no es otro que el de la izquierda.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La ambigüedad estratégica


Se abrió la veda. Las elecciones al Parlamente de Catalunya ya tienen fecha. No es que importe mucho el día concreto, pero la confirmación viene a ser el pistoletazo de salida a una carrera que debería ser hacia algo más que el ansiado despacho en la Plaça St. Jaume pero que, lamentablemente, no tiene pinta de ninguna otra cosa.

Seguramente tendré ocasión de ir opinando de los movimientos de todos y cada uno de los partidos y sus líderes, pero hoy le toca al juez que indicó la salida, que no es otro que José Montilla (¿o es Josep, aunque sin Maria?).

Montilla encara las próximas elecciones con un mensaje oficial que, en realidad, me genera dudas sobre si ha sido pronunciado por el President o por el candidato del PSC-PSOE. Lo ha hecho en castellano y en catalán, lo que no me resultaría especialmente curioso si fuese una práctica habitual, pero es que no recuerdo haberle visto hacer tal cosa en toda la legislatura. Y lo ha hecho con un discurso que busca la ambigüedad necesaria para que cada uno interprete lo que más le interese en el talón de Aquiles ideario teórico de su partido: el discurso identitario de Catalunya.

Tal vez algún día el PSC decidirá apostar por su marca propia pero de momento saben que el riesgo que ello entraña es importante. La división tanto entre la afiliación como entre el electorado del partido entre catalanistas del PSC y españolistas del PSOE es importante y definirse por cualquiera de las dos opciones de manera clara pondría en evidente riesgo tanto los resultados electorales como la unidad del propio partido.

Lo preocupante de todo ello no es el debate legítimo en el seno de una organización política. Lo que de veras importa es que la incapacidad para resolver el dilema o, dicho de otra manera, el miedo a que la definición tenga un precio, hace que las acciones de gobierno que debiera liderar dicho partido sufran de la misma indefinición y naveguen sin un rumbo decidido, lo que no ayuda para nada a la hora de orientarse en el panorama político catalán.

Quien pretenda defender que las elecciones legislativas son válidas como consulta popular, debería tener el máximo interés en dejar bien claro qué opción defiende quien les vote. No creo que en eso precisamente, el PSC esté dando ejemplo.

martes, 7 de septiembre de 2010

Ironías de la vida... y de la economía


Después de que los estados europeos renunciasen a ello por el miedo al crecimiento de la deuda pública, Barack Obama decide que la receta para capear el temporal de la crisis económica consiste en la inversión pública, especialmente en infraestructuras. Ello después de haber aprobado medidas de control del sistema financiero y haber puesto la primera piedra para un sistema sanitario público y justo cuando Francia está en huelga para defender su derecho a la jubilación, España la tiene convocada y Portugal y Grecia ya llevan unas cuantas.

Supongo que nos encontraremos en mitad del Atlántico pero, ironías de la vida, mientras EEUU elige europeizarse para salir de la crisis, en Europa copiamos las recetas neoliberales que se han impuesto históricamente en el coloso americano y que el mismo Obama aconsejó al Sr. Rodríguez hace unos meses.

Algún día sabremos cómo acaba esto, pero nunca cómo habría ido si se hubiesen tomado otras decisiones. Es una lástima, porque nadie podrá reconocer que quienes apostábamos por jugar a la economía de las personas por encima de la de las finanzas teníamos razón.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Sobre treguas y altos el fuego


La verdad es que no estoy nada puesto en temas bélicos pero, o mucho me equivoco, o los términos del título de este post hacen referencia a ello. Hasta donde yo sé, dos ejércitos o dos estados que se hayan declarado la guerra pueden acordar esas cosas pero, ¿puede un grupo terrorista decretarlas?

La lucha contra el terrorismo, especialmente el doméstico, puede considerarse muchas cosas, pero nunca una guerra. Y es que en la guerra (como en el amor) todo vale para todas las partes implicadas, pero en el tema de ETA, unos deben respetar el estado de derecho y otros el del terror.

Así pues lo de que ETA declare su intención de no matar durante una temporada no merece la consideración de alto el fuego, sobretodo por la incertidumbre que supone el recuerdo de treguas rotas sin previo aviso. Quiere decir ello que, por más que ahora puedan o no hacer un paréntesis, los pertenecientes a dicha organización siguen siendo criminales y los cuerpos de seguridad no pueden permitirse ninguna tregua ante ellos.

Nunca es una mala noticia cualquier cosa que tenga que ver con el respeto al derecho a la vida pero no nos confundamos: ETA no es nadie para perdonárnosla. No sé si se trata de un movimiento militarmente estratégico o de un intento de colarse en los próximos comicios electorales, pero convendría que esa falsa y autoinvestida capacidad para dictar clemencia hacia las gentes de bien no confundiese a nadie y que recordásemos que todas las ideologías son válidas, pero no todas las formas de defenderlas.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Más pies que cabeza


Las teóricas habilidades de Ibrahimovic como futbolista deben ser, sin duda, muy superiores a las que tiene a la hora de elegir la forma y el momento de atacar a alguien contra quien siente rencor. Que algo ha pasado entre él y Guardiola es evidente y que su salida del club le ha creado resentimiento aún más.

No sé si los motivos del míster para deshacerse del delantero tienen algo que ver o no con presuntos líos amorosos en el vestuario de los que me acabo de enterar buscando una foto del futbolista o son exclusivamente deportivos pero, sea como sea, si Zlatan piensa que en este momento puede hacer daño a Pep atacándolo en la faceta deportiva y criticándolo como entrenador, es que tiene menos luces que un ciclomotor. Pretender desacreditar a un técnico llamándolo filósofo cuando medio mundo elogia su filosofía de juego, es un acto estúpido.

La venganza, querido Ibra, es un plato que se sirve frío y, en consecuencia, te saldría más a cuenta esperar alguna temporada. El fútbol tiene sus cosas y es posible que dentro de unos años tú estés demostrando que servías más de lo que te aprovechó el de Santpedor y él, quien sabe, tal vez haya dejado de ganar títulos.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Coche eléctrico: que la ilusión no oculte el peligro


A nuestros políticos les costó mucho reconocer que estábamos en crisis económica, pero desde que lo hicieron no han parado de hablar de que el modelo económico español en general y catalán en particular había quedado obsoleto y había que buscarle alternativas, aunque sus actuaciones hasta el momento han ido más en otras direcciones de las que ya me he quejado con frecuencia.

Parece existir un cierto consenso a la hora de analizar lo que ha hecho que en nuestro estado las consecuencias de la crisis global estén siendo especialmente hondas y anchas: a los problemas financieros que han sacudido al mundo desarrollado ha habido que sumarle la sumisión al tocho y la ausencia de una industria potente basada en productos de alto valor añadido que la hiciese capaz de competir en situaciones adversas.

En este contexto, lo que se haga con el último de los factores expresados puede ser clave especialmente en el aspecto del empleo, dado que la potenciación de una industria sólida puede ofrecer puestos de trabajo a corto plazo y, si se hacen las cosas bien, garantizar su estabilidad.

Pero para hacer las cosas bien conviene evitar que la ansiedad nos produzca miopía. El gran mal de nuestro tejido industrial es el de estar formado básicamente por industrias extranjeras del sector automovilístico y sus auxiliares que han invertido aquí por los incentivos ofrecidos por nuestras administraciones y por lo barato de la mano de obra, especialmente si tenemos en cuenta la relación entre el precio y la capacitación.

Tales empresas sin el más mínimo arraigo social, con un horizonte comercial que no les obliga a una localización geográfica determinada y con una capacidad financiera suficiente para afrontar mudanzas sin problemas, no han dudado en deslocalizarse hacia otros puntos del planeta más económicos o en replegarse hacia sus países de origen a la primera que la cosa ha pintado fea.

Ante tal panorama, ofrecer facilidades para que una empresa china se instale en Catalunya para fabricar coches eléctricos con la esperanza que entre ella y sus auxiliares se creen miles de puestos de trabajo, puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Tal vez cabría esforzarse también o en su lugar, en incentivar la creación o el crecimiento de empresas autóctonas en sectores diversificados y con una cierta base en la investigación y el desarrollo como pueden ser las energías renovables en las que, según dicen, poseemos tecnología puntera.

El coche eléctrico podría poner las pilas a la economía catalana e incluso, por extensión, a la española pero seguramente habrá que estudiarlo mucho para que esas pilas sean recargables y no nos dejen sin suministro en cuanto las volvamos a necesitar. Esperemos que la proximidad de unos comicios no fuercen acuerdos que deslumbren pero que no permitan ver el peligro que entrañen en el medio y largo plazo.
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