lunes, 29 de marzo de 2010

El valor de los símbolos


El cementerio estadounidense de Normandía es, tal como reza su tríptico informativo, uno de los 14 cementerios militares permanentes de la Segunda Guerra Mundial en territorios no americanos. Está construido en unos terrenos cuyo uso fue cedido a perpetuidad por el gobierno francés al de EEUU de manera gratuita y libre de impuestos al lado de la Playa de Omaha, la que más víctimas aliadas albergó en el desembarco de Normandía.

cuenta con ni más ni menos que 9387 lápidas, de las cuales 9238 son cruces latinas y 149 estrellas de David. Supongo que entre las tropas americanas no debía contarse ningún musulmán. Además dispone de un centro de visitantes que instruye sobre el día D, un monumento, dos estatuas simbólicas y un memorial.

Tengo mis serias dudas de que con el ajetreo de lo que fue el desembarco y días posteriores, se tenga la certeza de que los restos que ocupan el espacio bajo las lápidas correspondan en la totalidad de casos con los nombres en ellas inscritos, pero estoy convencido de que eso, en todo caso, poco importa hoy en día.

66 años después de la batalla pocos supervivientes de la masacre cruzarán aún el charco para visitar a sus camaradas caídos, serán escasos los hijos que, habiendo tenido tiempo de ser engendrados, aún atraviesen el Atlántico para rendir culto a sus progenitores y, en todo caso, algún nieto lo haga más como programa turístico que como otra cosa.

En todo caso, lo que sí que sigue vivo es el símbolo. Un símbolo de la barbarie de la guerra que parece tener poco valor, si tenemos en cuenta cómo siguen repitiéndose hoy en día. Un símbolo del agradecimiento francés hacia el estado que les salvó de la opresión. Pero también un símbolo del momento en que Estados Unidos empezó a convertirse en un pueblo dominador que necesita buscar frentes más allá de sus confines.

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