jueves, 29 de julio de 2010

La perversión del tema


Ya le dediqué un post al tema de la prohibición o no de las corridas de toros, así que no voy a perder ni un renglón en argumentaciones a favor o en contra. Lo que sí que quiero expresar es mi, llámemosle malestar, por esa capacidad de no sé quién para transformar cualquier tema en una cuestión identitaria.

Hasta donde yo sé todo el debate que ha llevado a la prohibición de las corridas de toros en Catalunya (si el Tribunal Constitucional o las cortes españolas no lo impiden) empezó a raíz de una iniciativa legislativa popular promovida por un grupo proteccionista de los animales. A partir de ahí, cada una de las firmas tendría sus motivaciones, pero la argumentación de la ILP era clara: la defensa de los derechos de los animales.

Al final se ha acabado transformando en una discusión sobre de dónde es cada tradición, un torero se ha disfrazado con una senyera y una barretina en una plaza y el PP vuelve a hacer anuncios apocalípticos sobre la unidad del estado a causa del resultado de la votación.

El debate entusiasmador a veces, amenazador otras de las identidades, las secesiones y los proyectos nacionales empieza a cansarme. De la proliferación acelerada de candidaturas independentistas se deduce fácilmente lo políticamente rentable que debe ser convertir en debates soberanistas cualquier tema.

Me parece fantástico que discutamos qué futuro debe esperar a esos conjuntos , para algunos inclusivos y para otros no, llamados Catalunya y España. Me parecería perfecto que de una vez por todas (he dicho una, no tantas como sea necesario para satisfacer a alguna de las partes) nos consultasen al respecto y se actuase en consecuencia. Sin embargo, me parece fatal la incapacidad de discutir absolutamente nada sin acabar hiriendo susceptibilidades y levantando ampollas en las sensibilidades ajenas.

miércoles, 28 de julio de 2010

88 millones de nada


Esa es ni más ni menos que la diferencia entre los 11 millones de euros de beneficios declarados por la junta saliente del Barça y los 77 de déficit que, según la junta entrante, ha tenido el mismo club en el último ejercicio.

La historia no es nueva y, de hecho, se trata simplemente de presentar un panorama fácilmente mejorable para poder hacer en el futuro un balance positivo de la gestión por parte del equipo que pasa a hacerse cargo de la entidad. Seguramente ellos presentarán un beneficio al final de su mandato que, en caso de que sean sustituidos, será considerado incorrecto por una nueva auditoría.

¡Mira que en mi casa llega a resultar fácil calcular el resultado del ejercicio! Si cobramos X y gastamos Y, el resultado es X menos Y. Pero se ve que eso, cuando se cuentan los euros por millones es mucho más complejo.

La conclusión, pues, no puede ser una crítica hacia la gestión ni de los que han salido ni de los que entran que, entre otras cosas, no me preocuparía en lo más mínimo si no fuese porque buena parte del dinero que maneja esa entidad en concreto proviene de fondos públicos, aunque sea vía televisión autonómica.

Para mí la lección es lo poco fiables que son las conclusiones financieras llámense auditorías o pruebas de stress. Las finanzas, como las estadísticas, no dejan de ser números que pueden servir para maquillar muchas cosas y que se pueden explicar con criterios diferentes en función del interés.

Y si los resultados pasados de un club deportivo son tan complejos de explicar, ¿debemos creernos los augurios futuros de las economías estatales? Tal vez quepa plantearse que utilizar ese invento de la macroeconomía-ficción para justificar reducciones de sueldos, recortes de derechos y ataques a las políticas sociales es tanto como dejarse hipnotizar por las incomprensibles palabras de un brujo de cuyas intenciones cabe desconfiar.

Quizá sea hora de poner en el centro de toda decisión unas cifras más representativas de la realidad de las personas y preocuparnos menos de los cantos de unas sirenas que ya sabemos que, con frecuencia, más que nuestro porvenir procuran nuestra perdición.

martes, 27 de julio de 2010

Harto de responsabilidad


Creo que una de las palabras que más he oído pronunciar a nuestros cargos públicos últimamente es "responsabilidad". Lo han hecho cada vez que han anunciado algún recorte, ya sea salarial, de derechos, de servicios, de subvenciones o de lo que sea y lo han utilizado para investirse de una especie de halo que parece darles el derecho de cargarse lo que sea y exigir ser reconocidos por ello.

Parece ser que eso de la responsabilidad se debe poner en práctica sólo cuando las cosas vienen mal dadas, los recursos no llegan para todo y, en consecuencia, toca exigir sacrificios a diestro y siniestro y echarse atrás en los compromisos antes repetidos hasta la saciedad.

Yo me pregunto: ¿Dónde estaba la responsabilidad de nuestros cargos públicos cuando, en los buenos tiempos, decidieron endeudarse más allá de lo que era previsible poder recaudar en el futuro? ¿A qué responsabilidad se encomendaron a la hora de prometer y comprometerse en cosas que se ha demostrado que no se pueden cumplir? ¿fue responsable alardear sin pudor y aprovecharse de un sistema económico basado en un sector que era evidente que algún día dejaría de poder tirar del carro sin procurar una alternativa?

No espero respuestas porque ya las sé. Sólo quería desahogarme porque empiezo a estar más que harto de los excesos de responsabilidad que rezuman las alcaldías, las presidencias autonómicas y los consejos de ministros.

domingo, 25 de julio de 2010

Fiesta a pesar de la tragedia


Por alguna extraña razón tendemos a olvidarnos de nuestra naturaleza animal y a considerarnos extremadamente diferentes de esos otros seres sobre los que creemos poseer un derecho preferente. De vez en cuando, sin embargo, suceden cosas que nos pueden hacer reflexionar sobre tales consideraciones.

Que el motivo sea una fiesta electrónica llamada Love Parade no es óbice para que el hecho de agolparse cerca de millón y medio de espécimenes en un escaso territorio me recuerde a las estampidas de la sabana africana.

Si además, por motivos totalmente ajenos a cualquier raciocinio, esos espécimenes empiezan a actuar de forma temeraria y a propinarse empujones hasta el punto de acabar con la vida de diecinueve de ellos y herir a cientos, eso no creo que nos haga merecedores de considerarnos muy diferentes en cuanto a comportamiento de cualquier otro animal de los que llamamos salvajes.

Pero es que, justamente, el motivo de la reunión era eso, una fiesta de música electrónica. Y de todas las imágenes que hasta el momento he podido ver del suceso, la que más me ha llamado la atención ha sido la de cómo continuaba la fiesta después de la masacre.

Si nuestra supuesta inteligencia superior está tan privada de sentimiento hacia nuestra propia especie que nos permite seguir disfrutando de la fiesta que ha matado a diecinueve personas, dudo que eso nos haga merecedores de ningún derecho por encima del de cualquier otra especie animal.

viernes, 23 de julio de 2010

El descontrol de los controladores


Saber quién tiene razón (si es que alguien la tiene) en el tema de los controladores (y controladoras, supongo) aéreos basándose en lo que ha trascendido en este último y los anteriores episodios del conflicto abierto entre este colectivo y el estado resulta más que difícil. La razón, de hecho, parece ser lo que menos impera en esa difícil relación laboral que se caracteriza por la presencia de un sindicato corporativo en un colectivo en posición dominante y una administración que, una vez más, demuestra saber hacer cualquier cosa menos gestionar, especialmente cuando se trata de recursos humanos.

No tengo mucha idea de las condiciones laborales de quienes se dedican al control aéreo pero, por lo que ha trascendido, difieren mucho a las de mi cuñada que, por vía de una ETT, está facturando maletas en un aeropuerto. Evidentemente las dos funciones son prácticamente igual de básicas para que el sistema funcione pero facturar maletas lo puede hacer cualquiera y controlar el tráfico no: he ahí la situación dominante.

Y de la diferencia de condiciones se deriva que el colectivo esté representado por un sindicato corporativo. Sólo un sindicato corporativo puede tener la sensación de tanto agravio en el colectivo que, junto con el de pilotos (también representado corporativamente), tiene seguramente las mejores condiciones económicas y laborales del ámbito del transporte aéreo.

De hecho muy posiblemente el propio sindicato de controladores es consciente de la situación en que se encuentran especialmente en la coyuntura económica, social y laboral de este momento y por eso no ha convocado, como en otras ocasiones, una huelga que no habría sido entendida por absolutamente nadie. De hecho niegan incluso estar detrás de unas bajas que, por lo visto, eran de larga duración pero se convirtieron en altas tan pronto como el ministerio de fomento amenazó con usar controladores militares.

De todas maneras, cualquier colectivo tiene derecho a luchar por la mejora continua de sus condiciones de trabajo y, en todo caso, para hacer de contrapunto ya está la patronal. Lo que pasa es que en este caso la patronal no es otra que el estado, en forma de ministerio, de AENA o de lo que convenga, pero la administración a fin de cuentas. Y esa administración, una vez más, acaba solucionando el problema de la forma más cobarde, ineficaz y lamentable posible: privatizando.

Me atrevo a apostar porque la privatización del control de nuestro espacio aéreo no ahorrará ni un euro al estado. Estoy convencido también de que no evitará ni mucho menos los conflictos laborales. Lo único que sí que reducirá, porque así de mal entendido lo tenemos la ciudadanía, serán los quebraderos de cabeza del señor Blanco o quien le suceda, que siempre podrá echar la culpa de todos los males a las empresas concesionarias.

martes, 20 de julio de 2010

Paradojas publicitarias o paranoyas mías


Me llamó la atención y he estado buscándolas sin éxito en google. Se trata de las imágenes de algunos seleccionados españoles de esos que han hecho historia en el fútbol con una camiseta con una estrella dorada dibujada en el pecho.

No sé si la llevaban todos, pero recuerdo haber visto a Busquets, a Xavi y a Iniesta con ella. No es que me parecieran ni bonitas ni feas, simplemente que me recordaron a una marca de cerveza y que esa no es precisamente la que patrocina a la selección española de fútbol.

Es más que posible que me equivoque, que haga relaciones que no toquen o que, simplemente, se dé una mera coincidendia, pero a mí me dio la impresión de que se daba una paradoja publicitaria voluntaria o no. Seguramente alguien me lo aclarará.

sábado, 17 de julio de 2010

Lo último en tecnología


Debo reconocer que, en esto de la tecnología, yo siempre he estado como mucho a la penúltima. Nunca he tenido un i-pod y mucho menos un i-phone. De hecho siempre he recordado con cierta nostalgia el primer teléfono móvil que utilicé; un Motorola que recordaba más al zapatófono de Mortadelo y Filemón que a cualquier otra cosa.

Aquel teléfono era eso, un teléfono. No tenía juegos, no enviaba SMS, no reproducía música y mucho menos vídeo y no tenía ni idea de lo que era internet. Pesaba y ocupaba el triple que cualquier teléfono actual pero servía para lo que servía, que era hablar por teléfono.

Resulta que ahora los señores de Apple han sacado la cuarta generación de su joya de la corona, el i-phone. Según tengo entendido es una maravilla que sirve para hacer casi de todo. En este caso casi de todo menos hablar por teléfono, dado que un error de fabricación le hace perder cobertura cuando se usa. O no es muy verdad o la gente es más tonta de lo que yo pensaba, porque parece ser que han vendido ya más de un millón y medio de ejemplares cuando lo normal es que quien comprase el tercero se diese cuenta del problema.

En todo caso la solución que propone la empresa es totalmente ingeniosa: le pondremos una fundita. No deja de ser curioso que en pleno siglo XXI, en plena era de las comunicaciones, lo último en tecnología acabe siendo un funda.

Por mi parte pienso seguir yendo a la penúltima. Es la manera de estar seguro de que lo que usas funciona porque ya habrá pasado por la mano de ese millón y medio de personas que parece que hacen falta para descubrir que una cosa sirve para todo menos para lo que debería servir.

jueves, 15 de julio de 2010

Entre la ecología, la economía y el terrorismo


El 20 de abril un pozo petrolífero de la compañia BP explotó a unos 80 kilómetros de Luisiana, matando a 11 personas y dando pie a un vertido de crudo que hasta ayer no había podido ser mínimamente controlado. Desde ese momento las acciones de la multinacional empezaron a perder valor en el mercado hasta quedar reducido a la mitad a mediados de junio.

Hoy el vicepresidente de explotación de BP anunció que por fin la campana con la que intentaban reducir el vertido de petróleo al mar había funcionado y sus acciones recuperaron rápidamente buena parte de su valor perdido.

Visto así deberíamos pensar que los mercados bursátiles son mucho más sensibles desde un punto de vista ecológico de lo que nos pensamos. Eso sería si ignorásemos que lo que los mueve en realidad son las posibles sanciones a las que tenga que hacer frente BP y si ignoramos que, junto con la declaración sobre la campana, se hacía saber que la compañía influyó en la decisión del Reino Unido de liberar a Abdel Basset al Megrahi, el responsable de la matanza de 270 personas en un atentado aéreo en Lockerbie.

Difícilmente sabremos qué ha impulsado a quienes invierten en bolsa a comprar acciones de BP. Quien no quiera perder un punto de inocencia romántica pensará que ha sido la conciencia ecológica del mundo inversor pero quienes, como yo, crean que en la especulación la conciencia es un peso que nadie puede permitirse portear, fácilmente defenderán que el hecho de que se conozca tal nivel de influencia política de una compañía le confiere un valor mayor del que se pueda sospechar.

miércoles, 14 de julio de 2010

¿Es bueno ser entrañable?


Hoy no voy a hacer grandes reflexiones de cinco céntimos. Más bien voy a pedir la colaboración del mundo en general, pero de las féminas en particular. Ya sé lo del chiste de aquel que quería entender a las mujeres y en consecuencia no pretendo hacerlo, pero me gustaría poder interpretar con acierto la respuesta de una mujer hace unos meses.

Resulta que esto del Facebook tiene su gracia cuando te permite encontrar incluso a aquella amiga con la que compartías pupitre en primero de bachillerato. La verdad es que me hizo muchísima ilusión reencontrarla después de muchos años de desconexión con algún que otro encuentro más que fortuito por la calle. Lamentablemente ella no tiene una gran actividad en la red, con lo que tampoco es que hayamos mantenido grandes conversaciones, pero siempre hace ilusión tenerla ahí, sabiendo que el día que me apetezca, al menos sé dónde dejarle un mensaje.

La vedad es que es difícil tener malos recuerdos de lo que te pasa entre los catorce y los dieciséis, pero es que a mí me resulta complicado recordar aquella época sin que me vengan a la mente conversaciones y anécdotas con la que aún considero mi amiga. Visto desde la perspectiva que da el tiempo y la edad, sólo hay tres explicaciones para el hecho de que nunca le tirase los tejos: mi falta de habilidad en esos temas, la corta edad y un exceso de amistad que llenaba lo suficiente como para plantearse alguna otra cosa.

Hasta aquí sirve para poner en antecedentes. El hecho es que hace unos meses ella se me adelantó en cumplir los cuarenta y yo decidí felicitarla vía Face aprovechando para lanzarle un cumplido mucho más que merecido por su parte. Lo que me tiene intrigado es su respuesta que decía, entre otras cosas, "siempre has sido una persona entrañable".

Supongo que debo ser yo, pero tengo la impresión de que es una cuestión de léxico ligado con el género. Para mí es entrañable un muñeco de peluche, el personaje de una película o, si mucho se me apura, un famoso fallecido al que se recuerda con cariño. Nunca se me habría ocurrido dirigirme a una amiga o a un amigo como persona entrañable.

Si mi amiga a estas alturas está leyendo esto (que es posible) se planteará básicamente tres cosas: que soy más capullo que entrañable, que vaya una manera más tonta de sacarle punta a una frase que ni se planteó y que porqué no se lo pregunto a ella directamente y me aclara lo que quería decir. El caso es que, si hago caso de lo último, no daría opción a un inútil debate que, sin embargo, puede entretener a alguien en una calurosa tarde de verano.

sábado, 10 de julio de 2010

Decretos de irresponsabilidad


Tras cuatro años de espera, el Tribunal Constitucional se dignó a dictar sentencia sobre el Estatut de Catalunya. Mucho tiempo, desde luego. Una demora injustificable, sin duda, pero la sentencia llegó. Y ahora que se tiene resulta que nada más y nada menos que el presidente de la Generalitat de Catalunya, tacha al mencionado órgano de irresponsable.

Yo, al igual que Mariano y, según él, un montón de gente, tampoco he leído el texto íntegro de la sentencia ni lo hice del Estatut pero de lo que ha trascendido mediáticamente no he encontrado nada que no fuera previsible. Dudo que, en su fuero interno, ninguno de los líderes políticos catalanes hayan quedado sorprendidos por el contenido de una sentencia que reclamaban a gritos y contra la que ahora protestan.

Visto así, ¿es realmente irresponsable el Tribunal Constitucional? Yo creo que lo ha sido durante cuatro años no atreviéndose a pronunciar una sentencia que sabían que no sería agradable para nadie. Tal vez, digo yo, los irresponsables fuesen aquellos políticos que sometieron a referéndum una norma que sabían que, en diversos aspectos, contravenía la constitución y que, por tanto, abría la puerta al escenario en que nos encontramos.

La gente, en general, no tenemos una licenciatura en derecho ni somos conocedores al dedillo de las normas y su aplicación y, por lo tanto, si la gran mayoría de nuestros líderes políticos nos dicen que debemos pronunciarnos a favor de una ley que, además, se supone que nos va a traer mejor de todo, la aprobamos donde haga falta.

Intentar pasar la pelota después a un órgano creado y designado por los mismos que después se quejan de cómo funciona, es utilizar a las instituciones igual que se hizo con el pueblo el día que se le dio la oportunidad de pronunciarse sobre lo que querían más que sobre lo que se podía tener.

A mi humilde entender, esta sentencia no demuestra la irresponsabilidad del Tribunal Constitucinal, sinó la de toda la clase política: los que nos proponen una norma imposible y los que ante ella tiran de la justicia antes que de la política para hacer prevalecer sus ideas.

martes, 6 de julio de 2010

¿competitivos dónde?


Edward Hugh tiene la solución. Este economista defiende que España sólo puede salir de la crisis por la vía de la exportación y que, para poder conseguirlo habrá que ser competitivos y que para ello habrá que reducir precios y, consecuentemente, salarios al no poder hacer uso de la devaluación de la moneda.

Dicho así suena hasta razonable pero a mí me genera una pregunta: ¿competitivos dónde? Porque la Cultural Leonesa debe ser muy competitiva en segunda B, pero en segunda se estrellaría y a primera ni aspira. ¿Y España? ¿los que estábamos reclamando un sitio en el G-8 hace cuatro días sólo podemos ofrecer bajos precios? ¿esa es toda la competitividad a que podemos aspirar?

FIAT puede y seguramente debe competir por precio, pero nunca con Ferrari que, en todo caso, lo hace con Maserati y los dos últimos no luchan por vender más barato, sinó mejor producto.

Las crisis son el momento de cambiar. La apuesta por vender barato nos ha salido cara aunque quien debiera no quiera reconocerlo. No sé si aún estamos a tiempo, pero alguien debería plantearse, más que cómo salir de la crisis, en qué situación queremos salir.

Jugar en primera requiere más esfuerzo que hacerlo en segunda, pero como todo el mundo sabe, el descenso a segunda es el descenso al purgatorio y más abajo sólo queda el infierno.

lunes, 5 de julio de 2010

Líneas imaginarias


Que desde San Juan no hubiese publicado nada seguramente fue celebrado por algunas personas pensando que, por fin, se librarían de mis elucubraciones sin sentido. Sin embargo, lamento anunciar que ha sido debido a un periodo vacacional sin Wi-Fi pero en buena compañía.

Hemos estado en Portugal y allí mi amiga Aurora (fan de este blog, para más señas) me recordó que el recientemente desaparecido José Saramago dijo algún día que España y Portugal eran como dos hermanos siameses unidos por la espalda y que nunca se habían podido mirar a la cara.

La verdad es que en cuanto se cruza la frontera puede dar la impresión de que existen diferencias importantes entre los dos países. Tal como comentaba esta mañana con un compañero, los indicadores de las carreteras, las farolas o incluso el tipo de asfaltado resultan peculiares. Sin embargo, cuando se para el coche y se baja de él para disfrutar del primer paseo y comida en el país vecino, se descubre que las diferencias sólo existen en lo artificial.

Un par de horitas en Ébori son suficientes para apreciar el blanco encalado de sus casas bajo el fulgurante Sol que pesa igual que al otro lado de la raya, en Badajoz. Y cuando te sientas en una terraza de aquella plaza mayor que puede confundirse con cualquiera de nuestro sur, te ofrecen como gran plato típico unas migas (eso sí, alentejanas y no extremeñas).

Todo lo que vino después, más al sur, en el Algarve, me vino a confirmar que esa región portuguesa comparte con Andalucía bastante más que el prefijo "Al" de sus musulmanes nombres originarios. Las diferencias, igual que antes, en lo artificial, incluyendo el idioma.

Y luego piensas y te das cuenta de que lo único que separa a ambos países es una línea imaginaria que alguien decidió trazar un día, que el Alentejo y Extremadura o Andalucía y el Algarve, seguramente, tienen mucho más que ver en lo cultural que Galicia con la Región de Murcia, por decir algo.

Las fronteras entre países, estados, naciones, comunidades o lo que sea no son más que eso; líneas mal trazadas sobre un papel que lo soporta todo. Las fronteras no existen si no creemos en ellas y esas líneas sólo se transforman en murallas impenetrables cuando decidimos dejar de mirar al otro lado. Cuando nos giramos de espaldas al vecindario y nos esforzamos en subrayar las diferencias más que en apreciar los parecidos, creamos barreras infranqueables.

A partir de ahí, cada cual que valore si es mejor vivir con muros que nos separan o sin ellos. Yo, de momento, seguiré ignorando unas líneas que entiendo imaginarias.
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