jueves, 25 de marzo de 2010

La objetividad como objetivo


Ya hace tiempo que renuncié a esperar la más mínima objetividad de los medios de información. De hecho, considero que la objetividad no existe porque cualquier persona a la hora de explicar un hecho lo hace desde sus propias experiencias, conocimientos e incluso ideologías y creencias. Tal vez por eso, quienes ejercen el periodismo como profesión hablan de independencia y no de objetividad.

De todas maneras, cuando suceden casos como el de los bomberos etarras de la semana pasada, me planteo hasta qué punto la clase periodística tiene clara su responsabilidad. Hacer llegar el mundo a los hogares no es cualquier cosa. Nuestro conocimiento de lo que sucede, la capacidad para entendernos o enfrentarnos, tiene mucho que ver con la capacidad periodística para expresarse.

No sé si por independencia se refieren, pues, a informar desde una tendencia o a poner la información al servicio de ella, como he visto hacer en algún lamentable trabajo periodístico. Desde el periodismo de este país se ha reclamado con mucha frecuencia la libertad de expresión y se han dado reacciones corporativistas cuando se ha acusado de cualquier cosa a alguien que practique dicha profesión, pero muy pocas veces se ha pedido perdón cuando una información tergiversada ha dado como resultado un perjuicio para alguien.

Creo sinceramente que, con frecuencia, la deontología se olvida si es impedimento para el titular más llamativo o, peor aún, si es contradictoria con la tendencia política de la editorial de turno y eso, más que independencia, es indecencia. No creo en la objetividad como hecho, sólo creemos objetivo aquello que coincide con nuestra concepción del mundo, no obstante tal vez sí debería ser el objetivo de cualquiera que pretenda poder ganarse la consideración de periodista.

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