miércoles, 24 de marzo de 2010

El gran sueño americano


Algún día tendré que decidirme a cruzar el charco para intentar entender a una sociedad que no conozco pero que no me seduce. Me cuesta entender que un país que se fundó en gran parte a partir de las personas más desfavorecidas de Europa, que se vieron en la obligación de aventurarse en un mundo inhóspito para subsistir, no haya reconocido hasta esta semana un derecho tan fundamental como el de la salud para su ciudadanía más desprotegida.

Aunque dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, debe ser que no lo es tanto cuando, según las encuestas, un 55% de la población aún no entiende qué necesidad hay de garantizar el derecho a la sanidad pública en Estados Unidos. Más de doscientos años después de su independencia, la América del Norte parece estar más cerca del lejano oeste que del viejo continente y parece ser que la mayoría de su gente se apunta a la ley, sinó del más rápido, si del más rico.

No sé cuál fue el sueño ese que perseguían las generaciones pretéritas en aquellos territorios recién colonizados. Seguro que las vicisitudes que tuvieron que soportar hasta hacerse un sitio en la tierra que veneraban de los Sioux y los Apaches fueron grandes, pero seguramente que si alguno de aquellos vaqueros de la época levantara la cabeza pensaría que a estas alturas, quienes están haciendo el indio no han llevado nunca plumas.

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