jueves, 11 de marzo de 2010

Si yo fuera mi hermano


Una vez más nuestros queridos representantes en el Parlament de Catalunya demuestran su gran talla en directo por el 3/24. Mientras cien mil familias siguen a oscuras (entre ellas la de mi hermano) ellos se dedican a lanzarse estériles reproches en la sesión de control al gobierno. La oposición culpa al ejecutivo, que a su vez culpa a la climatología y recuerda que otros, en otras ocasiones, lo hicieron peor.

Yo debo ser o muy raro o muy listo, pero hace tiempo que creo saber que encontrar culpables puede reconfortar, pero no soluciona nada, que las soluciones sólo aparecen si se encuentran las causas; así que me sulfura mucho ver a unos señores haciendo de jueces cuando la víctima aún está en urgencias.

En todo caso, en medio de toda la palabreria nauseabundamente electoralista el señor Montilla, a parte de recordar varias veces su maravillosa tournée populista por tierras de Girona, presume del gran despliegue de servicios públicos, pregunta si el gobierno tiene la culpa de que cayesen 33 torres eléctricas y repite hasta la saciedad que el único servicio que queda por restablecer es uno que depende de una empresa privada (FECSA-ENDESA).

Llegados aquí ya se me acaba de poner el cuerpo malo y decido apagar el televisor. Me resulta altamente indignante que quienes vienen defendiendo contínuamente la externalización (como eufemismo de privatización) de todo tipo de servicios públicos ahora se escuden en su condición de privados para justificar su acción de gobierno. Me irrita profundamente que quienes no hacen más que hablar de abaratar los costes de personal en la administración, ahora intenten presumir de lo bien que trabajan los servidores públicos y achaquen a quienes no lo son todos los males. Y me repatea definitivamente que quienes deberían establecer, como mínimo, las condiciones en que se prestan los servicios más esenciales a la ciudadanía culpen a la divina providencia del hecho de que hasta 33 torres eléctricas estuviesen en un estado tan deplorable como para no aguantar una nevada y de que no hubiese ningún circuito alternativo previsto para, al menos parcialmente, garantizar el fluido eléctrico.

Si yo fuese mi hermano, después de lo visto en directo por la tele, me entrarían ganas de coger el coche, plantarme en el Parc de la Ciutadella y lanzarles unos cuantos insultos a quienes deberían preocuparse de mis problemas más que de sus escaños. Afortunadamente para ellos, sin embargo, mi hermano no puede haberlos visto porque su ineficiencia ha conseguido tenerlo 3 días sin luz (de momento).

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