domingo, 28 de febrero de 2010

Votar a los 16


Parece ser que los y las jóvenes de Catalunya, en reunión asamblearia en Manresa el día de ayer con el objetivo de proponer las líneas para el futuro Pla Nacional de Joventut han planteado la posibilidad de regular como edad mínima para el derecho a sufragio la de los 16 años.

La verdad es que, en un primer momento, puede sonar un poco raro e incluso venir a la cabeza alguna imagen de adolescentes con acné en la cola de las urnas comentando algo así como: "pues yo voto X porque fulanito mola mazo" o "Pues la Yesi me ha dicho que ella vota a Y, tío, y yo si la Yesi vota eso...". Se plantea uno incluso que las papeletas tengan un texto del tipo: "m vt s xa". La verdad es que visto así, resultaría curioso.

Luego uno piensa un poco y se da cuenta de que el problema no es la edad. Hay jóvenes como los descritos, pero también otros con bastante más criterio que muchos de los adultos con canas a los que sigue pesando más la imagen de un candidato o candidata que su discurso o incluso sus hechos.

Y así, si se sigue pensando, se acaba uno planteando que tal vez el problema sea el sufragio universal. Que quizá eso de que toda persona por el simple hecho de tener una edad pueda participar en la decisión de quienes nos gobiernen, sea una idea más romántica que práctica. Que tal vez, aunque suene fachistoide, retrógrado y clasista, habría que encontrar algún sistema que permitiese votar solamente a aquellas personas que demostrasen la suficiente madurez y responsabilidad como para emitir un voto verdaderamente libre y razonado.

Si alguien ha llegado hasta aquí sin tirarse de los pelos debe estar pensando que me refiero a que pido que todo el mundo vote lo mismo que yo, pero se equivoca. Me refiero a dificultar que un determinado partido pueda ganar miles de votos por un simple lema populista, por una sintonía pegadiza durante la campaña o por un candidato o candidata con un físico más o menos agraciado. Me refiero a que la gente fuésemos más concientes de que el acto del voto es un acto de responsabilidad y no de simpatía y que no necesariamente quien nos resulta más simpático debe resultarnos más responsable.

Lo sé, otra vez me fui de la olla, me patina la neurona y seguro que estoy rallando a alguien. En el mejor de los casos, habrá quien se tronche, se parta y se monde con tantas paranoias en un mismo post, pero vaya, que digo yo que, si a los 16 puedes trabajar (si encuentras curro, claro), ¿porqué no vas a poder votar?

sábado, 27 de febrero de 2010

Opiniones ajenas


El otro día vi que uno de mis Facebook-amigos había escrito en su muro una cita de un político del partido en el que él milita. Tal vez no debí hacerlo, pero me dio por replicarlo de mi propia cosecha. Su respuesta no fue otra que la de facilitarme unos enlaces que contradecían mis argumentos, que curiosamente colgaban del dominio de otro miembro del mismo partido y que, eso sí, venían firmados por catedráticos universitarios.

La anécdota la explico únicamente a título ilustrativo de la reflexión que viene ahora: Me preocupa enormemente que los militantes de las organizaciones políticas, sindicales y sociales en general sigan a pies juntillas la doctrina oficial de éstas sin añadirles el más mínimo sentido crítico. Me preocupa que los incipientes valores del activismo social hayan sustituído el ímpetu transformador por la fe ciega en sus gurús.

Es evidente que cuando alguien forma parte de una organización debe ser porque coincide en buena parte con el ideario de ésta, pero ello no es motivo para que ese ideario sea la única argumentación posible para responder cuando se le cuestiona. Mal vamos si la opinión personal ha muerto a manos de la disciplina de partido o del ideario oficialista.

viernes, 26 de febrero de 2010

¿quedará aún gente coherente?


Un nuevo episodio de deriva gubernamental ha pasado casi inadvertido para gran parte de la población, aunque menos para aquellas personas que nos vemos más directamente implicadas en él. Resulta que anteayer el gobierno anunciaba que, muy posiblemente, daría marcha atrás en los acuerdos que había firmado el año pasado con los sindicatos en la mesa de la función pública y que se planteaba (una vez más) congelar el sueldo del personal al servicio de las administraciones en los próximos ejercicios.

La verdad es que a un servidor eso ya no le resultó ninguna sorpresa, puesto que es una medida muy socorrida cada vez que la cosa económica pinta mal y porque, incluso sin anuncios, los gobiernos nos tienen bastante acostumbrados a incumplir sistemáticamente aquellas cosas que acuerdan en materia de personal (he ahí que luego vayan regalando días moscosos a modo de limosna). De hecho, tampoco la diferencia del 0'3% al 0% es tanta y el resto yo ya hace días que lo doy por perdido.

Si por algo me sorprendió, en cambio, que desmintiesen dicho anuncio al día siguiente no fue por el hecho en sí del desmentido, que también viene siendo normal ya en los últimos años, sinó porque en esta ocasión no se debió a una reacción de rechazo inmediata de ningún sector de la sociedad española. Según el gobierno se había tratado de un "error de comunicación".

Lo que sí que pasó es que, entre medio, la señora Carmen Gomis, secretaria de estado para la función pública, renunció al cargo por motivos personales. Eso sí que resulta sorprendente a mi modo de ver. Lo resulta porque no estoy acostumbrado que a ciertos niveles de confianza política se produzcan renuncias voluntarias. Más bien, normalmente, hace falta un cese con escarpa y martillo para desadherir a la gente del sillón.

Me gustaría saber si los motivos personales de la Sra. Gomis tienen que ver con la conciliación de la vida familiar y laboral o están directamente relacionados con esos acontecimientos. Ella desmiente lo segundo, evidentemente, y es que, para acceder a determinados cargos, se debe mostrar una cierta fidelidad al partido que te nombró. Pero, si tiene que ver con el donde dije digo, digo Diego, o es que fue la causante de los errores de comunicación o es que ha decidido anteponer su dignidad y coherencia a su apego al cargo.

Intentaré no averiguar cuál de las respuestas es la cierta, porque mientras tenga la duda podré creer, aunque sea ingenuamente, que aún queda gente coherente.

jueves, 25 de febrero de 2010

Del pecado original al derecho divino


Como en el chiste de la caperucita, aquí el cuento también ha cambiado mucho. En mis tiempos nos explicaban que, de manera muy resumida, Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. Que ambos habitaron el jardín del Edén hasta que cometieron el error de incumplir la única norma que les había sido impuesta, motivo por el cual Dios decidió desterrarlos y los castigó a parir a sus hijos con dolor y a ganar el pan con el sudor de su frente. Desde entonces, todos los descendientes de aquellos Adán y Eva hemos vivido pagando por la comisión de lo que se llamó el pecado original.

Pero, como ya se intuyera con el invento de la epidural, parece ser que alguna tendencia religiosa no reconocida por la iglesia ha decidido que mi generación era la última que tenía que pagar por el error cometido por los primeros moradores de la Tierra. Y, como si Dios hubiese reconocido haber sido demasiado severo, se les conpensaba con el derecho divino.

¿Derecho a qué? Derecho a todo. A explotar a sus padres que, además, deben estar agradecidos por ello, a disponer de todo y cuanto deseen justo cuando lo deseen, a que no se les pueda exigir absolutamente nada, a poder recriminar cualquier cosa a sus progenitores y a culpar a la sociedad de cualquier desdicha que les acontezca y sobre la cual nunca tendrán la más mínima responsabilidad.

Dicha creencia se ha extendido con tanto éxito que incluso se ha modificado el código penal para poder condenar el pezcozón al hijo. Aunque quede algún irreductible como aquel juez de Granada que defiende lo contrario, los colegios se explayan profusamente en la explicación de los derechos de que disfrutan nuestros menores.

Aún recuerdo el día que mi hijo, a los seis años, volvió del colegio hablándome con tono inquisitivo de una declaración de la ONU que le concedía, en tanto que menor, no sé cuántos derechos. Cuestionado por mí sobre si le habían hablado de la declaración de las obligaciones del menor él me preguntó quién la había redactado, a lo que le contesté que seguramente nadie, pero que deberían haberlo hecho. Ahí se acabó la discusión.

Y es que, especialmente en nuestro estado, hemos estado tan preocupados en las últimas generaciones por conquistar derechos perdidos que, cuando hemos podido alardear de ellos ante nuestros hijos nos hemos olvidado de explicarles la más sencilla de las normas de conducta social: cualquier derecho acarrea obligaciones.

Siempre he estado en contra de la educación represiva y el pecado original forma parte de ella. Pero el derecho divino es exactamente lo mismo porque, como decía mi profesor de ética, la libertad de uno acaba donde empieza la de los demás y, si alguien tiene todos los derechos está castigando a alguna otra persona a correr con todas las obligaciones y, si eso no es represivo, que venga Dios y lo vea.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Delitos de nuestros padres


Pues sí, así de entrada resulta chocante que el juzgado de lo social declare improcedente el despido de Clara Millet teniendo en cuenta todo lo que se sabe respecto a su padre, su boda y su viaje de novios. De todas maneras, después de rascar un poquito la superficie, tal vez alguna cosa se vea diferente.

Resulta que la señora Millet entró en el Palau como directora de Márketing y que, durante la época en que se dieron los hechos que han dado lugar a la causa abierta contra su padre, Félix Millet, ocupaba la plaza de responsable de Internacional. Parece ser, también, que desde que se destapó el escándalo del Palau ella ha negado tener conocimiento de las actividades de su progenitor y que mientras se despedía, por ejemplo, a Gemma Montull, ella era ratificada en el cargo cual entrenador de fútbol por la nueva dirección.

Dejando a parte que desconozco cuál es el régimen jurídico del Palau de la Música y, por lo tanto, no voy a juzgar si la vía de acceso de la Sra. Millet a su puesto de trabajo es más o menos lícita, puedo llegar a considerar creíble que ella no tenía porqué tener conocimiento de las operaciones fraudulentas de su padre. Es evidente, por otro lado, que no sería justo hacer pagar a una hija el delito de su padre y, por lo tanto, la argumentación presentada por el Palau de la Música no justificaría el despido procedente.

Ahora bien, el hecho de que la argumentación no haya sido la correcta, no creo que sirva para justificar que la señora Millet deba mantenerse en su cargo y es que, considero perfectamente legítimo cesar en cualquier cargo de responsabilidad a alguien que demuestra que todo el mundo en su entorno más próximo puede actuar fraudulentamente sin que ella se entere.

martes, 23 de febrero de 2010

¡ya lo tengo!


Me ha costado un poco. Desde que salió la noticia vengo diciendo a la gente que el tema de la jubilación a los 67 no puede ser verdad. Que si fuese cierta no se habría anunciado a bombo y platillo con grandes titulares en la prensa antes de someterla a debate. Pero advertía que, si han obrado así, es porque la propuesta encerraba alguna cosa en letra pequeña que debía pasar desapercibida.

Pues bien, después de ver un rato al señor Corbacho hablar en la comisión de seguimiento del pacto de Toledo me he iluminado y he visto que sólo tenía razón a medias. No es que la propuesta pretendiese servir de tapadera para colarnos por lo bajo algún recorte que pasaría inadvertido. Se trataba, simplemente, de enunciar el problema de manera tendenciosa.

Y es que la pregunta que han conseguido que se haga la gente es: ¿de verdad hay que retrasar la edad de jubilación? cuando en realidad el debate debería girar sobre ¿qué hay que hacer para garantizar la jubilación a los 65?

La diferencia parece sutil, pero si yo le digo a mi hijo que va a tener que dejar de ver la tele porque ahora somos dos personas y sólo hay una tele, igual me contesta que la verá sólo 5 minutos. Si le pregunto cómo podemos hacerlo para verla los dos, es muy probable que me diga que compre otra y él siga con el Bob Esponja.

Una vez más el gobierno ha sido más hábil planteándonos el problema para que nos lo comamos enterito que buscando soluciones para él. No sé si aplaudirles por su habilidad mediática o criticarlos por su inoperancia gestora, tendré que pensarlo.

lunes, 22 de febrero de 2010

¿Seguro que somos tan demócratas?


Yo no tengo lagunas en el conocimiento. Más bien soy poseedor de un inmenso océano de ignorancia que se ve salpicado, de vez en cuando, de pequeñas islas de sabiduría tan desperdigadas que no pueden considerarse ni archipiélago. La verdad es que no he hecho muchos esfuerzos por ganarle tierra al mar en ese aspecto, pero sí que he procurado que las aportaciones de los acuíferos contaminados de parcialidad no diluyeran en exceso la sal del sentido común, con lo que el equilibrio entre dicho sentido y la ignorancia me ha permitido sobrevivir con éxito entre una población multititulada y superinstruida universitariamente.

Entre esas ínsulas aleatoriamente distribuidas en el océano no se encuentra ninguna que tenga que ver con conocimientos históricos o políticos referidos a Honduras o Nigeria pero, leyendo los titulares de hace unos meses y los de esta semana, sería capaz de encontrar alguna similitud.

Alguien me dijo que el Sr. Correa era de izquierdas y que fue derrocado por un golpe de estado ultraderechista. Respecto a Mamadou Tandja, el presidente derrocado en Nigeria, no he conseguido tener claro ni en la omnisapienta Wikipedia, si se le catalogaba de diestro o de siniestro, aunque teniendo en cuenta su condición de jefe militar retirado y de ministro durante la dictadura, no creo que las izquierdas tuviesen mucho interés por alinearlo entre sus filas.

En todo caso, en ambos estados se ha producido un golpe de estado después de que el dirigente democráticamente elegido haya hecho todas las maniobras necesarias para facilitarse la perpetuidad en el gobierno. No voy a opinar ahora (algún día lo haré) sobre qué es lo que lleva a las personas a aferrarse al poder cuando lo prueban, pero sí sobre sus consecuencias.

Resulta que alguien que ha llegado democráticamente al poder busca maniobras pseudodemocráticas para no dejarlo y entonces, cuando alguien decide dar un golpe de estado (o un contragolpe, según se mire) es el último quien comete delito.

Tampoco voy aquí a loar ni mucho menos los golpes de estado, aunque sí a recordar que Hitler también se sirvió de la legitimidad de la democracia para instaurar una dictadura. Y lo que sí que me voy a preguntar es si a todo el mundo le molestan igual todos los golpes de estado.

Me explico: tengo la sensación de que las mismas maniobras políticas son valoradas de diferente manera en función de quien las haga. Creo que la gente estamos dispuestos a consentir o incluso defender y apoyar decisiones a los que identificamos con nuestra ideología y que difícilmente toleraríamos de nuestros opositores políticos.

Si alguien reflexiona al respecto, puede hacerse a continuación la pregunta del título de este post porque, desde mi punto de vista, la democracia implica asumir que a veces, muchas veces, quien manda puede mandar diferente de como nos gustaría. Esa es, sin duda, la grandeza de la democracia que, si tiene alguna gran enemiga, esa es la mayoría absoluta. Pero de eso también hablaré otro día.

domingo, 21 de febrero de 2010

¿Cuánto cuesta una camiseta?


No hace mucho que Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, proclamó a los cuatro vientos y sin encomendarse a nadie, su intención de organizar unos juegos olímpicos de invierno en la ciudad que gobierna, ayudada de los municipios del Pirineo. No voy ahora a pronunciarme a ese respecto porque mi opinión sobre el tema ya la manifesté en otro blog.

La cuestión está en que, aprovechando que en Vancouver se están celebrando los del 2010, el excelentísimo señor Hereu ha ido a hacer una visita a su homólogo de la ciudad canadiense con cargo a las cuentas municipales esas que se supone que deben ser objeto de políticas de austeridad y, no contento con eso y supongo que también con cargo a los presupuestos del ayuntamiento, le ha regalado una camiseta del F.C. Barcelona al Sr. Robertson.

Supongo que el hecho de que a la del barça no le haya acompañado una del R.C.D. Espanyol o, incluso, una del Cadí la Seu de baloncesto femenino, se debe a la mencionada austeridad presupuestaria, porque es la única explicación políticamente razonable de que el alcalde de TODA LA POBLACIÓN de Barcelona haya cometido tal falta de respeto hacia quienes, viviendo en su misma ciudad y habiéndolo o no votado, no sienten simpatía hacia el club propietario de la camiseta.

Seguro que aquí viene cuando me ganaré las críticas de buena parte de la afición culé, pero creo que lo único que ha hecho Hereu ha sido lo que se viene haciendo en Catalunya desde que yo tengo uso de razón y lo que ha provocado que más de uno y de una, como yo, hayamos decidido no pertenecer a la afición del Barça: confundir barcelonismo con catalanidad. Si no fuese así, habría añadido al menos otra camiseta al regalo porque, ¿cuánto cuesta una camiseta?

sábado, 20 de febrero de 2010

Milagros a la manresana


Mañana se conmemora en Manresa el llamado milagro de la misteriosa luz. Para quien no tenga conocimiento exacto de los hechos acaecidos para dar lugar a tal celebración diré que existen tres versiones que expondré para que cada cual se quede con la que crea más verosímil.

Parece que hacia 1339 la ciudad de Manresa consideró necesaria la construcción de una acequia que desviase parte del agua del río Llobregat desde Balsareny hasta la actual capital del Bages. Los motivos eran evidentes: la sequía estaba causando estragos. El 23 de agosto de aquel año el rey Pedro III concedió a la ciudad el permiso para dicha construcción, así como una rebaja de impuestos para facilitar la realización de la obra.

Pero, en un episodio de aquellos que demuestran que los tiempos cambian pero las cosas no, resultó que la construcción de dicha obra, cuyo diseño se encargó a Guillem Catà, se encontró con la oposición del pueblo de Santpedor (el vecino de al lado) y del obispo de Vic (con la iglesia hemos topado), Galcerà Sacosta.

Éste último tenía autoridad sobre las tierras de Sallent y como, según él, la construcción de la acequia reduciría el cauce del río a su paso por dicho municipio (y seguramente pensaría que reduciría los beneficios de los molinos y los consecuentes tributos que él percibiría), decidió negar el derecho de paso de la canalización por sus tierras so pena de excomulgar al municipio y habitantes de Manresa; amenaza que tuvo que cumplir porque los Manresanos decidieron seguir adelante, con el consiguiente conflicto.

Y aquí es donde empiezan a divergir las tres versiones. Según la leyenda que se conmemora, el 21 de febrero de 1345, en pleno conflicto, entró un misterioso rayo de luz proviniente de Montserrat en la iglesia del Carmen de Manresa. Una vez dentro iluminó el absis central y se dividió en tres que incidieron en el propio absis, en la capilla de San Salvador y en la de la Trinidad para reunirse de nuevo y volver a partir hacia Montserrat. Ante tal evidencia, el obispo entendió el mensaje divino y concedió el derecho de construcción.

La versión de los historiadores es diferente y, sin analizar el milagro en cuestión, apunta que el tal Galcerán murió el 5 de abril de aquel año (¿tal vez de la sobredosis sufrida por lo que quiera que fuese que le hiciera ver luces?) y que su sucesor, Miquel de Ricomà, fue más comprensivo, firmando los capítulos y concesiones de la concordia el 19 de noviembre de 1345.

La tercera, anónima y teóricamente basada en un documento depositado en el museo comarcal del Bages (que yo no he visto), dice que la tal Luz tenía apellidos, que fue ofrecida (no sabemos si bajo el ábside o en qué capilla) o al tal Sacosta o a su sucesor y que ese fue el motivo, si no de la muerte de placer del obispo, sí de que se reconciliase la ciudad con éste.

Como decía, cada cual que elija la suya, pero fuese lo que fuere lo que pasó, la historia nos dejó una obra de ingeniería admirable (ríanse del canal Segarra-Garrigues si tienen en cuenta la fecha) digna de ser visitada en un paseíto ni que sea con la excusa de la transequia.

¡Ah! y si alguien quiere revivir aquella época y escenario, que no se pierda la posterior fira de l'aixada del fin de semana que viene. Es uno de los dos en que vale la pena visitar Manresa.

viernes, 19 de febrero de 2010

Paradojas explicables


Hay cosas en la vida que resultan verdaderamente paradójicas. Lo divertido en estos casos es intentar encontrar explicaciones que las conviertan en algo razonable. Aquí van dos ejemplos recientes.

Que dos etarras cuelguen en facebook unas fotos en las que lucen las camisetas de la selección española de fútbol puede deberse a:

1. que cada vez tengan más dificultades para ocultarse por el rechazo social y tengan que camuflarse.

2. que en el fondo, más allá de su ideología, reconozcan el mérito de la selección española a la hora de ganar la eurocopa, o

3. que en realidad ETA no sea más que una banda de mercenarios que no responden a ningún manual ideológico, sinó al negocio del terror.

Que en Catalunya, justo el año de la crisis, el consumo de ansiolíticos y antidepresivos haya disminuido en más de un 40% puede ser la consecuencia de:

1. que se haya incrementado el número de consultas de psicología y psiquiatría en los centros de atención primaria, con lo que se mejora el diagnóstico.

2. que los y las profesionales de la medicina de familia, conscientes de la grave situación de crisis y de la necesidad de recortar el gasto público hayan reducido el número de prescripciones.

3. que aquellas personas que los venían consumiendo tengan ahora más problemas para hacer frente a la parte de cargo por gasto farmacéutico que les corresponde, o

4. que los problemas de verdad que ahora sufre buena parte de la población hayan ayudado, en forma de terapia, a relativizar los que causaban depresiones y ansiedades.

Para gustos los colores, ustedes eligen cual es la buena, pero explicaciones no faltan.

jueves, 18 de febrero de 2010

Oportunidades perdidas


Resulta que mi comarca, el Bages, está a punto de solicitar a la Generalitat lo que yo llamo "declaración de zona catastrófica". En realidad no es eso, pero se parece. Se trata de pedir no sé qué clasificación de la comarca que comporta que se considere prioritaria a la hora de desarrollar proyectos e inversiones debido a la frágil situación económica que ha originado la crisis.

No tengo duda de que las circunstacias de un territorio que contaba como mayores recursos económicos con alguna que otra sede de industrias multinacionales que han ido cerrando o reduciendo sus plantillas, las empresas de logística que las acompañaban, varias constructoras y el comercio doméstico que subsistía gracias a los salarios de las personas que trabajaban en los antes citados centros, sean como para solicitar tal tipo de ayuda.

Tampoco es que uno pueda ser muy optimista en cuanto al futuro si se tiene en cuenta las infraestructuras que nos rodean. La conexión con Barcelona por autopista implica el pago de un peaje considerable, por carretera convencional unas cuantas colas y por tren el mismo tiempo de recorrido que cuando se inauguró la línea, sin que haya previsión de crear una nueva. El eje transversal, que debía conectarnos con Girona y Lleida y de ahí, con Francia o con el resto de España, nació pequeño y su desdoblamiento puede ir para largo vista la evolución económica.

Ante todo esto podría ahora mismo entonar un canto plañidero si pensase que toda la culpa es de otros y que el Bages ha sido la eterna olvidada del mundo. En parte es así y en más de una ocasión se han desoído nuestras reivindicaciones. Supongo que ciento cincuenta mil voces serían pocas para hacerse oír si alguna vez se hubiesen puesto de acuerdo.

Sin embargo, lo más triste son las oportunidades perdidas. No hace mucho me negué a firmar en contra de un proyecto de aeropuerto que habría generado ruído cerca de una urbanización, pero aún así el aeropuerto no se construyó. El karting que podría haberse construído a los pies del Collbaix y que habría sido un mini-Montmeló también fue rechazado popularmente y tuvieron que descartarlo. Afortunadamente, a pesar de la gran oposición ciudadana, la prisión de Lledoners sí que fue construída para ofrecer trabajo no sólo a unos cientos de funcionarios y funcionarias, sinó también a algunas empresas de servicios.

La personalidad del Bages, de hecho, se refleja también en su capital, donde aún no se tiene claro que se deba asumir la capitalidad de una de las futuras Veguerías, que podría ir a parar perfectamente a Vic, una ciudad con la mitad de habitantes pero que ya cuenta, por ejemplo, con universidad, mientras Manresa sólo tiene algunas escuelas universitarias adscritas.

No sé cuál es la realidad de otros territorios del mundo mundial que actualmente se encuentran en situaciones peores, pero seguramente también les faltó la vista suficiente como para entender que la torna acompaña al buen bistec. Quisiera no pensar que una tierra que se ganó el título de noble y leal, se sublevó contra los franceses y hasta se declaró república y acuñó moneda propia se está dejando vencer por sus propios prejuicios.

Me encantaría pensar que mi comarca levantará la cabeza y que encontrará por fín la senda del progreso, pero para ello tendremos que dejar de sumar oportunidades perdidas.

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿azar o suerte?


A veces, lo que parece ser una simple discusión semántica, encierra cuestiones mucho más profundas y complicadas que merecen, al menos, unos cuantos renglones en un intrascendente blog. Eso es lo que voy a intentar hacer en los siguientes párrafos (espero que no demasiados).

Muy a menudo, presos de un ataque del cómodo determinismo, nos aferramos a la suerte como causa de nuestros propios males o de las venturas ajenas. Con mucha facilidad nos lamentamos de nuestra mala suerte, por la que nos ha sucedido tal o cual cosa o achacamos a la buena suerte el éxito de otra persona. Sin embargo tal cosa no existe.

Sí que existe en cambio el azar. Dicho azar no es más que una cuestión estadística. Un reparto aleatorio de probabilidades de triunfo o de fracaso que, haciendo honor a la ya mencionada aleatoriedad, no se reparte de manera uniforme entre las personas. De hecho, el azar rige nuestras vidas mucho más allá de lo que nos pensamos. Nuestra propia existencia responde a la coincidencia azarosa de dos personas entre las que se produce una misteriosa química y que además deben cumplir, por lo menos, condiciones de fertilidad para concevirnos. En su defecto, deberá existir al menos una mujer con capacidad económica suficiente para acudir a métodos médicos substitutorios.

Una vez concevidos, resultará que el azar nos habrá dado unas cualidades determinadas en forma de genes y, además, nos habrá colocado en un medio que facilite en mayor o menor medida el éxito de nuestra campaña vital. No será lo mismo haber nacido en el seno de una familia bien situada de un país desarrollado de occidente, que haberlo hecho en medio de una tribu de algún desierto subsahariano, por ejemplo.

De ahí en adelante el azar se nos irá presentando en forma de oportunidades de éxito o de hándicaps inesperados contínuamente. Pero seguirán sin ser suerte. La suerte, en realidad, tendrá que ver más con la acepción taurina del término, es decir, con como lidiemos la situación. Será nuestra capacidad para afrontar los retos, de aprovechar las ocasiones que se nos presentan o de superar las dificultades que nos salgan al paso, lo que determinará que después alguien lamente nuestra mala fortuna o envidie lo contrario.

No hay dioses jugando a los dados ni diosas girando ruletas, simplemente hay vida que vivir y es cada cual quien toma las decisiones que cree oportunas para sacarla adelante. De nuestro acierto o no a la hora de tomarlas dependerá el fín de la historia. Si alguien aún tiene dudas al respecto, puede leer la historia del portero de prostíbulo, tal vez así se convencerá.

martes, 16 de febrero de 2010

La corrección política puede con la honestidad


No es que coincida en general con las decisiones que Ernest Maragall haya podido tomar en su carrera como conseller d'educació, pero tengo que reconocer que ha demostrado tener un par de cualidades que echo en falta en la gran mayoría de la clase política actual en nuestro espectro.

En primer lugar, ha sido capaz de mantener las decisiones que ha tomado a pesar de lo que algunos grupos de presión, no poco importantes, hayan dicho. La semana pasada el DOGC publicaba ya el calendario escolar de Catalunya para el curso 2010-2011 y, si Ernest hubiese sido del estilo de la gran mayoría de sus compañeros de partido (incluída su filial en Madrid), seguramente habría sido bastante diferente.

Esta semana, el propio Maragall cometió tres pecados casi mortales para un político actual. En primer lugar, debió hacer un café con alguien de la calle, cosa más que peligrosa porque puede contaminar la sesgada visión del mundo que tienen nuestros ministros y consejeros. En segundo lugar, se creyó lo que le digeron y, por último, lo explicó: la población de Catalunya está cansada de experimentos inestables y agotada del tripartito. Nadie interpretó más allá, puesto que no estaba diciendo que la acción de gobierno hubiese sido mejor o peor, sinó que la gente no la había percibido tan perfecta como algunos pretenden que ha sido.

En tres días Ernest ha tenido que rectificar y ofrecer una dimisión que, de momento, Montilla no ha aceptado, aunque seguramente no por falta de ganas, sinó por inoportunismo. Estoy convencido de que si alguien hiciese ahora mismo una encuesta al respecto, la mayoría de catalanes y catalanas, independientemente de que aprobasen o no la acción de gobierno de los tripartitos y de que las alternativas que propusiesen fuesen de derechas o de izquierdas, estarían de acuerdo con las declaraciones de Maragall. Pero claro, no es razonable que un Conseller reconozca que el pueblo está cansado de ellos.

Oí que Joan Herrera lo decía ayer, con más o menos acierto: después se extrañan de la desafección hacia la clase política. Pero es que resulta que tal vez nos hayamos aburrido ya del discurso políticamente correcto y tal vez convenga un poco de honestidad y un mucho de sinceridad para variar.

lunes, 15 de febrero de 2010

¿Héroes o villanos?


Alguien dijo algo así como que la muerte de una persona es una desgracia, la de varias una tragedia y la de muchas una estadística. En el sentido inverso también funciona: salvar una vida es una heroicidad, salvar varias, un acto de valentía y salvar vidas a diario, algo normal.

Con frecuencia olvidamos que hay personas que, habitualmente, están evitando la muerte de miles de congéneres. Me refiero, evidentemente, a médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, bomberas y bomberos, personas de las fuerzas de seguridad y lo que me deje en la lista. Lo único que les diferencia de los héroes y heroinas que acaban saliendo por España Directo es que cobran por ello. No es que cobren por cada persona que salvan, sinó que cobran un sueldo más o menos mediocre y que, en consecuencia, ya se espera que hagan de héroes a diario y eso, parece ser, no tiene mayor valor.

Mi idea aquí no es reivindicar una mayor retribución, aunque no entiendo porque cobran menos que un controlador o una controladora aéreos. Ni siquiera se me pasa por la cabeza que se esté hablando de ellos a diario en los medios de comunicación para explicarnos lo buena gente que son ni que se monte un desfile semanal para rendirles homenaje. Lo que sí me gustaría, en cambio, sería salvarlos del escarnio público cada aquella vez por mil en que un error, un mal cálculo o ni eso, una circunstancia incontrolable, hace que no puedan cumplir lo que se espera de ellos y alguien muere por el camino.

Parece ser que nuestra memoria y agradecimiento es limitado y que cuando un o una profesional de la heroicidad deja de hacer un milagro un día, merece un linchamiento cuando menos público y cuando más legal. Tiene que reparar la pérdida de aquella persona a la que queremos tanto y que acaba siendo sustituída por una indemnización millonaria. La mayoría de las veces lo que estamos exigiendo no es justicia sinó venganza o, incluso, estamos vendiendo a peso el futuro que aquella persona no podrá vivir.

En los últimos meses, el tema está siendo aún más cruel. El linchamiento mediático que está sufriendo el cuerpo de bomberos por la muerte de cuatro de sus miembros en el fuego de Horta de Sant Joan para tapar la inoperancia política de sus máximos responsables es grave. Dudo que a ninguno de ellos les haya gustado el último vídeo difundido por la Vanguardia y en el cual yo pido que se sitúe cualquiera que haya tenido la tentación de incriminarlos.

Lo más fuerte del tema es que los muertos, aquí, fueron los propios héroes. Dudo que nadie más que sus familiares y amistades desee que se depueren las responsabilidades que se deban depurar y que, en todo caso, harán referencia a altos cargos. Pero dudo que esas personas vean con buen ojo el espectáculo televisivo que se ha montado alrededor.

Sería impensable colgar una medalla cada vez que alguien salva una vida. Es innecesario investir de santidad a quien se dedica cotidianamente a hacer pequeños milagros. Es suficiente no convertir en villanos a quienes durante años fueron héroes.

domingo, 14 de febrero de 2010

Publicidad engañosa


No es verdad. Lo que no he probado lo he preguntado y no es cierto. No existe ningún desodorante que atraiga a las mujeres por la calle ni ningún champú que produzca orgasmos mientras te frotas el pelo. Ninguna chica, por más quinceañera que aparente ser y por mucho uniforme colegial que vista moja el sofá mientras se come una tableta de chocolate y ningún perfume, por caro que sea, hace aferrarse fuertemente a las sábanas a la mujer más sexy.

Prometo que mi educación no ha sido especialmente represiva y que mi líbido es, por lo menos, el normal en un hombre de mi edad. No me mueve ninguna moral cristiana ni ningún ataque conservadurista. Me encanta el erotismo en su medida y contexto oportunos, pero considero que la publicidad toma connotaciones sexuales innecesarias en más de una ocasión.

Además, si lo analizamos con un mínimo detenimiento, el despilfarro de sensualidad que denotan nuestros anuncios televisivos dejan, casi siempre, con el clásico rol de objeto a las mujeres que aparecen: o son atraídas irremediablemente por el hombre bien perfumado o pretenden despertar el deseo del espectador macho.

Tal vez sí, tal vez sea mi mente calenturienta la que me hace interpretar erróneamente un mensaje inocente pero, aunque sea irreprochable el contenido de los spots publicitarios, mientras no se me peguen las mujeres cada vez que levante un brazo tengo derecho a la denuncia por publicidad engañosa.

sábado, 13 de febrero de 2010

Patriotismo francés


Sarkozy y compañía han decidio poner a examen el sentido patrio de sus conciudadanos pues tienen la sensación de que aquello que para los muchos francófobos de este lado de los Pirineos constituía chovinismo, ha ido disminuyendo en los últimos tiempos.

La verdad es que yo no me cuento entre los detractores de los gabachos, más bien al contrario. Por diversos motivos he tenido múltiples y variadas experiencias de contacto con nuestros vecinos del norte y normalmente me he llevado siempre la impresión de que tenemos mucho que aprender aquí abajo.

Entre las cosas que me gustaría que supiésemos imitar está, seguramente, ese patriotismo que ahora preocupa a su gobierno. Me estoy refiriendo constantemente, y no por error o sinonimia, a su patriotismo que no a su nacionalismo porque de lo segundo, aquí, estamos sobrados. No sé si el diccionario define de manera diferente los dos términos pero, en todo caso, yo los uso diferente.

Patriota, de patria, tiene su origen etimiológico en la palabra indoeuropea patres, al igual que lo hace padre. Por lo tanto un patriota es el que reconoce a un padre y a sus compatriotas, por lo tanto, como hermanos aunque algunos puedan ser adoptados o de madre diferente. Yo, a mi padre, le puedo ver todos los defectos que tenga, pero lo acepto y lo quiero porque es mi padre, sólo por eso y lo defenderé ante quien haga falta pero no pretenderé demostrar que sea mejor ni peor que nadie, simplemente es mi padre.

El nacionalismo, sin embargo, es para mí la defensa de una identidad que necesariamente tiene que diferenciarse de otras, porque esa es su razón de ser, la búsqueda de una sustantividad y una autonomía propias. Pero claro, no tiene sentido diferenciarme de alguien que es igual o mejor que yo y, por tanto, el nacionalismo acaba basándose en demostrase mejor que el otro y excluyéndolo.

Yo puedo ser patriota manresano, catalán, español, europeo y mundial a la vez, pero no nacionalista de todo ello simultáneamente. En Francia, si mucho no me han engañado, la gente es perfectamente capaz de sentirse bretona, normanda, alsaciana, provenzal o catalana o vasca y, simultáneamente, francesa y, sobretodo, orgullosa de la ciudad de la luz.

Seguramente tenga que ver mucho en esa diferencia que ellos, en lugar de golpes de estado, protagonizaron una revolución en la que los únicos vencidos, la monarquía, no vivió para pedir revancha. También que, en lugar de una guerra civil, vivieron dos guerras mundiales en las que todos tuvieron un enemigo común que era otro y no ellos mismos.

La duda para mí es, si mi razonamiento hasta aquí fuese correcto, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿se sienten unidos porque no se han peleado nunca o no se han peleado nunca porque se sienten unidos?

Francia, como cualquier otro estado grande (de hecho más que el nuestro) ha nacido también de la unión de reinos, la anexión de tierras y la conquista de condados, pero han conseguido generar un orgullo colectivo y no un enfrentamiento continuado entre comunidades. No sé si ahora está en crisis, pero con ella o sin ella, ojalá y una parte del patriotismo francés se nos contagiase y consiguiésemos todos y todas compartir el orgullo de ser algo, aunque fuese ciudadanos de un mundo sin himno ni bandera.

viernes, 12 de febrero de 2010

20 años no es nada


Eso es lo que dice el tango y lo que debe pensar la judicatura cuando tarda más de diecisiete para iniciar la vista por la explosión de una pirotecnia que costó la vida a dos personas.

Mientras tanto, un amigo mío al que alguien acusó de injurias por preguntarle a un concejal si dormía con una mujer que no era la suya, tuvo juicio al cabo de un mes. Está pendiente de sentencia y no dudéis de que si se le condena a cualquier cosa os lo comentaré, porque será digno de comentario.

A todo esto, el señor Millet y sus millones siguen rondando por ahí y, quien sabe, tal vez se esté leyendo esto y pensando que en diecisiete años seguramente el destino ya habrá dado buena cuenta de sus huesos.

La verdad es que a mí me cuesta un poco entender todo esto y es que tenía muy claro que la justicia era ciega, lo que no había oído nunca es que, además, fuese tonta.

jueves, 11 de febrero de 2010

Lloverá sobre mojado


Después de un otoño más seco de lo normal, ha llegado un inverno generoso en precipitaciones a Cataluña. Menos mal. Porque desde la última sequía no he vuelto a oír hablar de trasvases intermitentes, permanentes o de colores. Si se ha hecho algo de todo lo que se suponía que había que hacer para que Barcelona (que no Catalunya) no volviese a tener sed, se ha hecho muy discretamente. Lo digo ahora que llueve, para que no se me pueda tachar de oportunista de aquí a un verano o dos inviernos, da igual. Más vale que siga lloviendo, aunque sea sobre mojado porque, como decía alguien, el problema de la sequía se debe a que no llueve.

miércoles, 10 de febrero de 2010

¿Y los sindicatos qué?


Es sin duda una pregunta que ahora que se les ha pasado la patata caliente anda en boca de muchos. Otros no preguntan, sólo critican y dicen que no sirven para nada porque nada están haciendo por los montones de parados que se generan a diario. Los menos, no dicen nada.

Es fácil entender lo frustrante que puede ser para mucha gente encontrarse de golpe en la calle y dirigirse a donde piensan que le pueden solucionar sus problemas (aunque ni siquiera se hayan preocupado nunca de cotizar como afiliados) para oír un "no se puede hacer nada" o, en el mejor de los casos un "negociaremos la indemnización".

Lo que le cuesta entender a la gente, sin embargo, es que los sindicatos no tienen precisamente la paella por el mango. Los sindicatos no legislan, sinó que intentan influir en la legislación de otros y, lo sé muy bien, en eso no tienen ni mucho menos la mayor de las fuerzas. Y sobretodo no la tienen porque la gente no se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena y sólo recurren a ellos cuando ya tienen su carta de despido en las manos o el ERE sobre la mesa.

He asistido a diversas movilizaciones en los últimos meses y, la verdad, me ha decepcionado mucho ver cómo hay más afluencia a las celebraciones de títulos del Barça que a las reivindicaciones de ciertas medidas económicas. Así, los sindicatos, poco tienen que hacer.

No voy a defenderlos a capa y espada. Sé también muy bien que en ellos, como en cualquier organización grande, hay quien se preocupa más de sus silla que de lo que debería ocuparse. De todas formas los sindicatos son la única voz útil de los trabajadores y las trabajadoras y si no, que alguien me explique porqué el gobierno retira medidas por una simple amenaza (casi farol) de convocatoria de huelga general.

Los sindicatos son mejorables, seguro y el sistema de representatividad de los trabajadores y trabajadoras que se implantó con la democracia ha demostrado no hacer mucho por facilitar la unidad de acción. Seguro que muchos de los esfuerzos que se dedican a pugnas políticas internas y a guerras entre siglas podrían emplearse en cosas más útiles. Sin embargo, aún con todo, le pido a quien tenga dudas que, por un momento, se imagine cómo estaríamos ahora mismo en ausencia de ellos.

El momento de Pío


Ayer el Señor Pío García Escudero, senador español por el PP, tuvo el que pudo haber sido su momento de gloria. Estuvo a punto de serlo, pero no lo fue porque, a mi entender, no supo rematar la faena.

El señor García estaba muy disgustado por como el gobierno actual ha conducido hasta ahora la crisis. Hasta ahí, la inmensa mayoría de la población de este país puede estar de acuerdo con él. Estaba casi indignado y se despachó a gusto con el señor Rodríguez (sigo sin saber porqué le llaman Zapatero), como parece ser que mandan los cánones democráticos españoles a la oposición pero, insisto, no supo rematar la faena.

No supo porque una crítica sin más, un quejarse por quejarse, sin aportar una sola idea, sin poder reprochar si quiera que se haya despreciado alguna idea lanzada en el pasado, sin acabar ofreciéndose a colaborar en la búsqueda de soluciones, puede ser admisible en aquellos y aquellas que agradecerán que se prolonguen 6 meses más las ayudas de 420 €, pero no en un político que forma parte del partido que pretende ser la alternativa de gobierno.

Espero que algún día nuestra democracia madure y, en consecuencia, nuestros políticos sean capaces de entender que el cargo no es el objetivo, sinó el medio para poder trabajar por el bien de esta sociedad. Para lo contrario, para encarnizarse continuamente los unos con los otros y lanzarse verbos envenenados que sólo pretenden restarle votos al enemigo, para eso, mejor sería no decir ni pío.

martes, 9 de febrero de 2010

¿Tan importante es la reforma?


A mí me enseñaron que, cuando alguien tiene fiebre, si se trata exclusivamente con antitérmicos y no se ataca el origen del síntoma, puede acabar agrabándose la situación. Parece ser, sin embargo, que en economía el tema no funciona así.

Ante una crisis que todo el mundo está definiendo como de la construcción y financiera, la medida más reclamada es una reforma laboral que, en el mejor de los casos, podría paliar el incremento de la tasa de desempleo pero que, en ningún caso, alibiaría la incapacidad para financiarse de las empresas ni la parálisis en el sector que había venido siendo el motor de nuestra economía.

La enfermedad de nuestro sistema no es el paro. El paro es un simple síntoma que denota la gravedad de una patología de origen financiero. Reformar el mercado de trabajo actúa de paracetamol, pero no de antibiótico. Si no le damos a nuestras empresas el crédito que necesitan para continuar su actividad, el resto no serán más que curas paliativas.

¿Y se ha intentado algo en ese sentido? pues resulta que el primer intento del ejecutivo fue soltarles una millonada a las entidades de crédito que debieron servir, básicamente, para mantener los sueldos de sus directivos. Después se hizo una línea de crédito oficial, también con los bancos y cajas de ahorro como mediadoras, que parece ser que no llegan tampoco a su destino.

Lo último, el FROM, que aunque no acabe funcionando de acuerdo con la teoría de mi amigo Mariano, tiene como finalidad facilitar a dichas entidades que engrosen las cifras del desempleo porque, ¿para qué si no para pagar indemnizaciones necesita nuevos recursos una empresa que se va a fusionar para reducir el número de oficinas, optimizar los servicios centrales y hacer más eficientes sus sistemas de trabajo?

En definitiva, que estamos haciendo de House, probando una medicina detrás de otra sin dar con la solución, cuando lo que hay detrás es un cáncer que hay que extirpar o, al menos, someter a radioterapia. ¿cómo? canalizando todos esos recursos directamente a las empresas y a las familias que tienen posibilidades razonables de consumo. Saltándose a las entidades financieras y dando respuesta directamente desde las entidades de crédito oficiales. Y si no hay estructura, se inventa, aunque haya que contratar para ello a unos cuantos de los empleados de banca que les sobran a las entidades privadas y alquilar algunos de los locales que están quedando vacíos por doquier.

Con todo esto, ¿podemos descartar la reforma laboral? Seguramente no. Todo esto no va a funcionar ya y mientras tanto tal vez habrá que repartirnos lo poco que queda del pan (que no pastel) y, por lo tanto, no sería ninguna locura plantearse lo que se ha dado en llamar el contrato alemán.

Soy consciente de que lo que planteo es muy fuerte y descabellado. De hecho, sería reformar el sistema financiero de verdad. Pero claro, seguramente, si se hiciese algo siquiera parecido a lo que propongo, habría quien tacharía a nuestro gobierno de socialista.

La teoría de la conspiración


No es la primera vez que un partido político en el gobierno recurre a la teoría de la conspiración para justificar sus fracasos en la dirección del estado. La novedad esta vez es que ya no nos conformamos con conspiraciones domésticas, ni tan sólo con conspiraciones hacia el propio gobierno vengan de donde vengan, sinó que ahora se trata de conspiraciones internacionales contra la totalidad de la Unión Europea.

Al menos, algo así es lo que pretende que creamos José Blanco cuando dice que en realidad la economía española no está tan mal y las críticas que nos llueven desde la prensa especializada se deben a una estrategia para desestabilizar el euro. Es por eso por lo que la última gran medida anticrisis ha sido enviar a Elena Salgado a Londres, donde la va a entrevistar no sé que revista que no es Interviú.

Yo no tengo ni idea de lo que se pretende con el euro ni de si Financial Times o la revista de turno que sea tiene o no razón de decir que nuestra economía no merece formar parte de la unión monetaria, pero lo que tengo claro es que aquí la cosa pinta mal. Si el señor Blanco se hubiese paseado esta mañana como yo por la ciudad y hubiese visto el número de comercios cerrados que he visto yo, tal vez tendría otra impresión y si trabajase al lado de una oficina de los servicios sociales, seguramente también.

Pero no, el señor Blanco debe ir del trabajo a casa en coche oficial y no debe tener tiempo para hacer la compra. Él y la mayoría de los que le rodean entienden por crisis el resultado de indicadores macroeconómicos que son mucho más fríos que la mirada de quien era utónomo hasta hace poco, tuvo que cerrar el negocio a causa de los morosos y la falta de crédito y pide ayuda para hacer frente a las deudas a las que él sí pretende responder.

No se preocupe, señor Blanco, la crisis que nos preocupa no se lee en Financial Times, se vive en la calle y se respira en el ambiente, aunque usted no la conozca.

lunes, 8 de febrero de 2010

Y ahora Veguerías


Poco a poco vamos reevolucionando en Catalunya y dejaremos atrás la romana división en provincias para recuperar las medievales veguerías, todo un éxito. Supongo que como manresano debería sentirme supersatisfecho porque, según parece, tengo muchas posibilidades de convertirme en habitante de una capital. Sin embargo, me siento un tanto indiferente.

Supongo que mi indiferencia se origina en mi creencia de que las diputaciones, a parte de como simples asesorías de ayuntamientos, han actuado como refugio de políticos que requerían salir de la administración municipal pero les faltaba talla para llegar a más.

Supongo que mi indiferencia se alimenta del éxito de los consejos comarcales, que han vivido constantemente de los recursos que graciosamente le transmitían las administraciones de rango superior y que, como mucho, han podido ofrecer algún que otro apoyo a los pequeños ayuntamientos de su territorio a cambio de que se colocasen en él otros tantos políticos que dejaban de tener sitio en las administraciones municipales.

Y supongo que mi indiferencia se sustenta en el hecho de que el ir y volver a la división administrativa medieval no cambiará nunca los privilegios que en esa misma época ya disfrutaba Barcelona, la ciudad a la que nadie podía exigir tributo y a la que todo el mundo debía servir.

Después de que el gobierno crease la figura de los subdelegados de la Generalitat de los que aún desconozco sus competencias, nos repiten hasta la saciedad que esta nueva división servirá para descentralizar la Generalitat. Tal vez sea demasiado excéptico, pero tengo mis dudas.

sábado, 6 de febrero de 2010

Educando para la excelencia


Era la reunión de inicio de curso de 4º de primaria. Una profesora con aspecto de mesonera del quijote, en el típico tono de maestra de primaria, a medio camino entre la complacencia y el esoterismo nos explicaba a padres y madres que su objetivo para ese final de ciclo era educar a niños y niñas en la excelencia. Era importante que nuestra prole entendiese que debían dar siempre lo máximo de ellos en su trabajo, porqué eso es lo que se les exigiría en su futuro como adultos.

Era, sin duda, una afirmación intelectualmente impecable, pero algo dentro de mí se revolvió contra esa idea. Dar el máximo de ellos en su trabajo significaba no guardarse nada para ellos, nada para sus familias, nada para sus amistades. ¿es eso lo que se espera de ellos en el futuro? y, en todo caso, ¿es lo que deseamos?

Desde un punto de vista social podría ser comprensible que pidíesemos a todo el mundo que ofreciese al resto de la sociedad todo su esfuerzo y todo su empeño, pero de bien seguro que si pensamos en nosotros mismos, no querremos tal cosa. ¿de veras queremos educar a nuestros hijos en la excelencia? ¿no estaría mejor hacerlo en la suficiencia?

Tal vez nuestras escuelas se equivoquen. Quizás la estrategia debería ser enseñarles dónde está el maravilloso punto de equilibrio que permite ser útil para la sociedad y poder disfrutar de ella. Donde uno o una puede sentir orgullo de su trabajo, pero a la vez compartir dicho orgullo y la felicidad que conlleva con los suyos y consigo mismo.

No sé, seguramente me equivoque una vez más, pero aquellas palabras me sonaron al mundo feliz de Huxley y yo más bien sueño con el que cantaba Rah-Mon Roma con letra de Gianni Rodari, en el que había una escuela donde aprender a leer, ecribir y hablar, la lengua de la felicidad.

viernes, 5 de febrero de 2010

Jubilarse o ver la tele


Ya lo sé, el título es tendencioso y no dice la verdad porque los 600 millones de euros anuales que reciben las televisiones públicas en España, dejando de lado la deuda que acumulan, no solucionarían el hipotético futuro problema de sostenimiento de las pensiones en España, aunque suponga un 1% del fondo de la Seguridad Social.

De todas maneras no entiendo porqué tenemos que estar contribuyendo tan generosamente al mantenimiento, no de una televisión pública, sinó de 9 corporaciones de radio y televisión públicas, cada una con sus múltiples canales de radio y televisión, especialmente cuando su contenido es de tan dudoso servicio público (léase F1, liga o cine de barrio) y su objetividad discutible.

jueves, 4 de febrero de 2010

El mundo al revés


Mi reflexión de hoy se refiere a una imagen de ayer. La de un barrio recibiendo a la Ertzaintza y a la Policía Nacional a golpe de cacerola cuando se dirigían a registrar el domicilio de un etarra en Ondarroa. Esa imagen se asoció rápidamente en mi mente a la ya habitual de los agentes de la policía autónoma vasca con la cara oculta tras un pasamontañas.

Seguramente los tiempos han cambiado mucho, pero toda la vida el pasamontañas había sido la prenda usada por los malos, los fuera de la ley, y no precisamente por los responsables de hacerla cumplir. En Euskadi, en cambio, o al menos en algunos rincones de ella, el mundo es al revés y son los agentes de la autoridad los que deben ocultar su rostro para no ser reconocidos, como si el delito consistiese en estar de parte de la ley.

No quiero hablar como si entendiese del conflicto al que llaman vasco, como si sólo incumbiese a ese territorio. Quiero hablar como alguien a quien le resulta bastante difícil, por no decir imposible, entender dicha situación. Resulta complicado imaginar soluciones a un problema del que no acabas de entender el enunciado y ese es el caso de Euskadi.

Tal vez sí. Tal vez sea el conflicto vasco, pero no porque sólo afecte al pueblo vasco, sinó porque nadie desde fuera es capaz de entenderlo y mucho menos de buscarle una solución, si es que existe.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Suma y sigue


Ayer leí que Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, había hablado más de la cuenta.

Hasta ahora, en el ejercicio de lo que en este país se entiende por oposición(oponerse a todo lo que haga el gobierno), el PP se había limitado a responsabilizar al Sr. Rodríguez (no sé porqué le llaman Zapatero) de todos los males y a decir que dicha idea era un despropósito más en su desgobierno.

Sin embargo parece ser que la señora Cospedal, que en algún otro momento ya ha demostrado tener el frenillo un poco demasiado largo, comentó que retrasar la edad de jubilación no era admisible si no se acompañaba de una reforma del mercado laboral, porque los jóvenes, si no, no podrían acceder al trabajo.

No puedo más que llevarme las manos a la cabeza cada vez que intento analizar qué significa tal declaración viniendo de quien viene. Reforma del mercado laboral es el eufemismo más utilizado por la derecha de este país para decir abaratar el coste del despido. De tal manera, lo que se sugiere es que no nos jubilemos hasta los 67 y que, de paso, el despido sea más barato (o gratuito), porque libre ya lo es. Además debe ser así para que los viejos no ocupen los puestos de trabajo que deberían ocupar los jóvenes.

La conclusión acaba siendo fácil: Retrasamos la edad de jubilación a los 67 pero, como los pobres jóvenes tienen que trabajar, despedimos gratis a la gente a los 65 o antes, sin que tengan derecho a la jubilación. Así gastamos menos en pensiones, los jóvenes trabajan y los viejos... bueno, los viejos no son tan viejos porque como la esperanza de vida se alarga...

martes, 2 de febrero de 2010

Reagrupémonos


Vaya por delante que no soy independentista. No lo soy porque no creo en los nacionalismos excluyentes y porque considero que en un mundo en que un estornudo de Wall Street tiene efecto laxante en la bolsa de Madrid, en que cada vez que se cabrea Bin Laden sube la gasolina y en que si Bruselas hace un giño nos suben la edad de jubilación, lo de la independencia es, como mucho, relativo.

Aún así, y como intento no ser anti casi nada, alguien podría convencerme de que un proyecto independentista vale la pena si me demostrase que socialmente el mundo, y por extensión yo, saldría ganando algo, y que no se trata tan sólo de la independencia como objetivo por oposición a los otros y sin más contenido.

Algo de eso se podría haber pensado cuando un grupo de gente se excindió de Esquerra Republicana de Catalunya para crear un partido independentista llamado Reagrupament. No es la primera experiencia, si recordamos el fracasado Partit per la Independència de un político venido a menos y una política convertida en comentarista televisiva.

Pero se podría haber pensado que eso del independentismo puede tener más fondo que el puro enunciado y que por eso, por los matices que lo acompañan, hacía falta un nuevo partido que lo defendiese a pesar de que el originario ya ha puesto fecha al referéndum para la autodeterminación.

Sin embargo, analicemos: resulta que un tal Carretero decide irse de ERC porque no se siente a gusto y se lleva con él a los militantes más críticos con la dirección del partido. Pero resulta que, cuando el nuevo partido se organiza, la base le dice al tal Carretero que quizá no sea él quien mande y éste se enfada y se va. Lo más grave, parece ser, no es que se vaya él, sino que su huída puede significar la no llegada del crack mediático: un presidente deportivo hexacontento. Ante tal amenaza, el partido reacciona y los críticos del partido crítico deciden dimitir para no poner en peligro el liderazgo del tal Carretero, que rápidamente se retrae y vuelve a tomar las riendas.

Si el análisis es correcto (y al menos esto es lo que ha trascendido a la opinión pública), no se trata de una cuestión ideológica, sinó de liderazgo. Si se me permite el chiste fácil, sólo puede tirar del carro el Carretero. Si todo lo que me ofrece el independentismo, justo en un momento en que creo que mucha gente estamos por temas más urgentes que el soberanismo, es una discusión personalista basada en el afán de protagonismo de ciertas personas, seguirán sin convencerme.

Y yo propongo: ¿y si nos regrupamos todos? Y por todos me refiero a soberanistas y no. Me refiero a los que nos preocupe que, venga de Madrid, de Barcelona o de Bruselas, nuestra población desocupada necesita empleo, nuestra tercera edad recursos y nuestra población dependiente cuidados. Reagrupémonos todos por la defensa de un sitio (como acabaron definiendo en Caiga Quien Caiga a Catalunya) donde lo importante seamos la gente, no "la" persona.

lunes, 1 de febrero de 2010

Los inventos de Celestino


Pues lamento repetir tema, pero es que a la intención gubernamental de ampliar la jubilación se suman las invenciones de su minstro de trabajo, Celestino Corbacho, que dice que es impensable que vivamos más, nos jubilemos antes y cobremos más.

Yo no sé con quien acostumbran a hablar los ministros, porque por lo que yo he oído, de las tres cosas lo único que espera la gente es lo primero, respecto a la jubilación, nos conformamos con las condiciones actuales.

Nunca he pensado que todas las decisiones de un ministro tengan que ser compartidas por el pueblo, pero encuentro lamentable que ponga en boca del pueblo cosas que nadie ha dicho para defender aquéllas que toma.

Català i cinema


Aquest cop escriuré en català, i ho faré perquè ningú es confongui i es pensi que escric des de la creuada espanyolista de Madrid i perquè el senyor Tresserres necessiti algua excusa més elaborada per clausurar aquest blog que no pas la lingüística.

I és que em vull posicionar en contra de la llei del cinema en català. I ho penso fer perquè la considero inútil i innecessària per aquest ordre.

És inútil perquè pensar que lluitar contra les multinacionals cinematogràfiques americanes a cop de decret punitiu des d'un petit país sense estat, que diuen, em sona d'una ingenuïtat desmesurada. Crec que la indústria del cel·luloide ianqui està més a prop de poder ajudar a canviar la presidència dels EUA que de sentir-se amenaçada pel que pugui passar en un mercat d'un grapadet de milions d'espectadors i espectadores potencials, per la qual cosa la repercusió, segurament, se l'empassaran les nostres sales de projecció.

De fet, no m'agrada creure en les mesures represores i sóc més defensor dels reforços positius. És per això que penso que, si el govern de la Generalitat hagués inventat un Institut Català del Doblatge que hagués prestat els seus serveis a poc més del preu de cost (no parlo de perdre res) i això hagués fet que els resultés econòmicament més rendible la seva traducció a la nostra llengua, segurament el resultat hagués estat un altre. O si demà, als premis Gaudí, donessin un al millor doblatge al català, potser també hagués estat útil. O si es subvencionessin les sales que més produccions projectesin en català a canvi de que el preu de l'entrada fos més econòmica, llavors segurament la mesura tindria veritable èxit.

Però és que també crec que és inútil. En primer lloc perquè no veig que ningú hagi presentat cap estadística que demostri que, quan una pel·lícula es projecta simultàniament en català i en castellà, la primera d'aquestes llengües tingui més espectadors en termes relatius. Si no és així, deu ser que la població catalana no està fent cap clam a favor d'aquesta llei, no? i el polítics, teóricament, haurien de representar els interessos de la ciutadania i no les seves utopies més aferrissades.

De fet, considero aquesta norma tan inútil com totes les que sorgeixin referides a qualsevol mesura de protecció artificial cap a qualsevol llengua o manifestació cultural. Jo sóc home de ciències i no de lletres i crec en l'evolució de les espècies i en la selecció natural molt més que en el protecciosme desmesurat.

Potser m'equivoco i algú hauria d'esforçar-se a recuperar el llatí. Almenys així ens podriem entendre amb bona part d'europa sense cap esforç.
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