jueves, 17 de noviembre de 2011

Al fondo a la izquierda

Siempre he sido del parecer de que unas elecciones nunca las gana o las pierde un partido político. Es la ciudadanía consultada y que después será gobernada por la mayoría electa quien podrá valorar en el futuro si ganó o perdió con la elección.

Muy posiblemente, a fecha de hoy haya mucha gente que creyó ganar y que ahora piense que perdió en su día al votar socialista. Quienes se reafirmen en su elección de hace menos de cuatro años seguramente opinen que no, que si en lugar de a ellos se hubiese elegido a "los otros", la cosa habría sido aún peor. Aunque claro, esa última hipótesis nunca la podremos comprobar porque no pasó.

Aún así, si las encuestas aciertan sí que podremos saber dentro de otros cuatro el resultado de votar de manera absolutamente mayoritaria al Partido Popular. Y lo sabremos, en buena parte, a causa de ese primer grupo al que me refería: el del socialismo desencantado.

La verdad es que no es extraño que exista ese tipo de personas. Gente que se siente ideológicamente de izquierdas pero sin extravagancias y que han visto que cuando la cosa se ha puesto cruda quienes consideraban "los suyos" han hecho una política de un corte neoliberal digna de "los otros". Así las cosas, deben pensar, si hay que hacer políticas de derechas, que las haga la derecha.

Y todo ese pensamiento viene, una vez más, inducido por el error de pensar que sólo hay dos opciones al que nos empuja (y me encantaría pensar que involuntariamente, pero no) el sistema . Que si con la supuesta izquierda hemos tocado fondo, la salida es la derecha porque no existen más que "los unos" y "los otros".

Pues yo me planteo si no puede ser que si cuando las cosas se tuercen la nave se escora a la derecha, en lugar de girar más el timón en ese sentido no tendríamos que intentar enderezar el rumbo apretando hacia la izquierda, no vaya a ser que se escore tanto que al final se hunda.

Vaya, que me planteo que si aquellas personas que piensan votar PP porque el PSOE falló no deberían en realidad votar ICV, Equo o IU. A malas, si éstos se ven forzados a centrarse igual hagan lo que el socialismo desencantado esperaba que hiciese su partido. Porque, por si alguien lo ignora aún, a parte de "los unos" y "los otros" existen "los de más allá" e incluso "los de la otra punta".

Y si alguien a estas alturas aún cree que votar PP puede servir para contentar a quienes de verdad parece ser que mandan, es decir, a los mercados, que miren hacia Grecia o hacia Italia. Los mercados son monstruos insaciables que no responden a ningún amo más que a su propia codicia. Contentarlos es imposible, combatirlos no lo hemos probado y quizá funcione.

Total, que lamentablemente no parece que hayamos tocado fondo aún pero que deberíamos estar seguros de que en esto de la crisis no nos equivocamos de salida y que yo propongo humildemente salir del fondo por la izquierda ni que sea porque, al fondo a la derecha, ya sabemos lo que hay.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Del Barça o del Madrid?

Aunque parezca mentira, la Liga de Fútbol Profesional, la BBVA, la juegan 20 equipos. Aún así, cuando alguien en este país quiere saber con cuál de ellos simpatizas, te pregunta si eres del Barça o del Madrid, como si las otras dieciocho opciones no existiesen.

Entre las causas de esa creencia se podrían considerar múltiples factores pero, sin duda, uno nada despreciable es el trato que las televisiones prestan a cada equipo. Aunque no he hecho nunca una estadística ni soy tan aficionado al tema futbolístico como para conocer la programación de cada canal relacionada con éste, estoy convencido de que la suma de minutos televisivos dedicados a Barça  y Madrid multiplica unas cuantas veces los que se dedican al resto de equipos juntos.

La justificación, a veces, resulta obvia. Barça y Madrid tienen más afición detrás que el resto de equipos juntos. Pero ese dato, por más real que pueda resultar, no justifica el trato televisivo, especialmente en lo que a las cadenas públicas se refiere. Aunque pueda parecer extraño yo conozco, al menos, a un seguidor del Athletic de Bilbao, a tres del Español y a uno del Sevilla (desde aquí un beso a mi tío Juanjo) que tienen el mismo derecho a ver y saber de su equipo que los culés y los merengues.

Pero es más. Yo que soy más o menos crítico con esto de las televisiones públicas, sólo les vería una razón de ser, precisamente, si apostasen por la pluralidad. Si en lugar de basarse exclusivamente en criterios comerciales, lo hiciesen en pro del derecho a la información y a la diversidad de opiniones en este país (o estado o como cada cuál quiera denominarle). Si defendiesen esa pluralidad sería razonable que dedicasen más tiempo a esos otros equipos a los que nunca las cadenas privadas dedicarán el suyo.

Claro que, si eso fuese así, si las opiniones de Bielsa se oyesen tan a menudo como las de Guardiola, tal vez alguien descubriría que el fútbol se había inventado antes de que naciese el azulgrana. Si nos enseñasen tantas veces a Adrián González como a Cristiano Ronaldo, igual resultaría que a las señoras les acababa gustando más el del Rácing. Y si eso pasase, igual algún día alguno de esos equipillos correría el riesgo de tener tanta o más afición que los dos grandes y quien sabe si entonces éstos podrían llegar a tener los mismos recursos y, en consecuencia, igual esa especie de liga particular de dos dejaría de existir.

Quien haya llegado hasta aquí se habrá dado cuenta ya de dos cosas: de que no entiendo mucho de fútbol y de que si el objetivo de este post era decir eso, me lo podría haber ahorrado. Lo que pasa es que, en realidad, yo quería hablar del debate político previsto para esta noche.

Por si alguien no se ha enterado aún, en España no hay elecciones presidenciales, sino legislativas. El 20 N no elegimos a quien presidirá el gobierno, sino a quienes constituirán las cortes. Serán esas personas las que decidirán quien gobierne. Así las cosas, las opciones van mucho más allá de Rubalcaba y Rajoy, por más que nuestra maravillosa televisión pública nos quiera hacer creer que no es así.

Nuestra querida profesión periodística se queja reiteradamente de que no sé qué ley les obliga a distribuir la horas dedicadas a la información electoral en función de la representación obtenida en los comicios anteriores y después una de sus academias profesionales monta debates exclusivos de hora y media en prime time con tan sólo los dos con más escaños.

A mí no me gusta mezclar el deporte con la política pero, en este aspecto, ambos dan el mismo asco. Quizá parte del problema sea que en política (como en baloncesto) yo no soy ni del Barça ni del Madrid y por eso quisiera que todo el mundo tuviese el derecho de, por lo menos, conocer todas las opciones que tiene para poder elegir realmente en libertad. 

jueves, 3 de noviembre de 2011

A mí que no me pregunten

La que ha liado el tal Papandreu con su idea de convocar un referéndum para preguntar a su ciudadanía no sé qué sobre el plan de rescate europeo a Grecia. Estoy segurísimo de que mucha gente defenderá que precisamente eso es lo que tendrían que hacer con más frecuencia quienes gobiernan y, de hecho, a eso se deben referir todas esas personas indignadas que piden una democracia real. Yo, sinceramente, discrepo.

La verdad es que, si yo fuese griego y teniendo en cuenta que no se sabe exactamente que es lo que se va a preguntar, no tendría ni idea de qué responder. La situación en Grecia es tan delicada que entre quienes se supone que entienden existen discrepancias, así que pretender que yo participe de una decisión de la cual no puedo tener conocimiento suficiente lo considero una irresponsabilidad.

Ese es mi punto de vista, es decir, el de una persona con una inteligencia media, una formación universitaria (aunque de poco prestigio) y un cierto interés por las cuestiones políticas y económicas. Debo ser, más o menos, un ciudadano de la media. Por lo tanto en un referéndum participaría gente mucho más capacitada que yo para dar una respuesta informada a la pregunta. Sin embargo, también tendría derecho a participar el 50% de población incapaz de dar una respuesta mínimamente razonada al asunto y que lo haría en función del tiempo climático del día de la votación, de la simpatía hacia quienes defiendan una u otra opción o por llevarle la contraria al vecino del quinto.

Así las cosas, creo que pasar un asunto así a sufragio popular es algo así como escurrir el bulto a la hora de tomar la decisión más delicada que debe haber tomado alguien en la historia reciente de Grecia. Pasase lo que pasase después, la culpa sería del pueblo. Y todo eso, contando con que no se hiciese trampa en la pregunta, que es lo más probable.

Nuestra representación en cortes y gobiernos nos puede gustar más o menos. Para eso podemos expresarnos en cada comicio e, incluso, concurrir a ellos. En todo caso esas son las personas que ostentan una responsabilidad ineludible por la que cobran y para cuyo desempeño se rodean de gente que debería ser conocedora de los temas que les conciernen.

Queda mucho por avanzar en cuanto a las consecuencias que deberían tener para quienes nos mandan las decisiones erróneas y, en su caso, las malintencionadas; pero pretender que quienes nos representan (aunque haya quien no lo sienta así) nos consulten cada decisión no es sólo una cuestión utópica, sino también una irresponsabilidad en la práctica.

Yo ya voté a quien creí oportuno. Ahora quien ganó que decida y que lo haga bien (que no necesariamente a mi gusto). Yo ya les criticaré, que siempre resulta higiénico pero a mí que no me pregunten porque no sé ni tengo porqué.

miércoles, 12 de octubre de 2011

La duras palabras de Duran

Oía el otro día las declaraciones de Duran i Lleida en uno de esos actos precampañeros que vienen a producirme más sensaciones nauseabundas que otra cosa. Yo no sé si en la política, como en el rock, se consume algún tipo de estimulante antes de salir al escenario, pero esa podría ser una explicación para entender cómo pudo expresarse de tal manera a la hora de poner sobre la mesa una discusión que, muy probablemente, debería plantearse algún día aunque en otro tono y en otros foros.

En cuanto a las formas hay que lamentar que alguien que sueña con tener responsabilidades de gobierno estatal (o al menos en Catalunya se bromea sobre la ambición ministerial de Duran) pretenda arañar votos convirtiéndose en abanderado de una argumentación populista, seguramente basada en el desconocimiento y relativamente frecuente en las tertulias de café por Catalunya pero que, a todas luces, hace apología del enfrentamiento entre comunidades, algo que no creo que beneficie ni a ninguna de ellas ni al conjunto del estado.

Sobre el fondo, en cambio, quisiera hacer alguna reflexión especialmente después de encontrar en el muro de una facebookamiga un enlace a un artículo interesante. Yo no voy a discutir el derecho al subsidio que corresponda a ninguna persona trabajadora cuando no existe ocupación. Puedo entender perfectamente que el empleo en el sector agrario puede llegar a ser (cada vez menos) altamente estacional, pero aún así creo que quienes pretenden defender los intereses de esas personas se equivocan de estrategia.

Garantizar subsidios y ayudas para quienes no pueden ejercer su derecho al trabajo no es sólo lícito, sino justo y necesario, como diría un cura. Sin embargo, hacer del paro cíclico un hecho normal y callar a la gente con cuatrocientos euros, me parece hasta inconstitucional, al privar a esas personas de ejercer uno de los derechos que, según dicen, deberían dignificarlas.

Así, paradójicamente, el Plan de Empleo Rural (PER) se ha convertido en un Plan de Desempleo. Ha hecho que, según apunta Francisco Luís en su artículo, más de ciento cincuenta mil andaluces y andaluzas hayan llegado a considerar normal pasarse la mitad de sus vidas viviendo de un subsidio. Y eso, desde mi punto de vista, demuestra muy poco interés por parte de sus representantes (que posiblemente también ocuparán alguna suite en algún hotel y que también son mantenidos por los recursos públicos) en solucionar los problemas de fondo de su ciudadanía.

Si una pequeña parte de lo que se ha empleado en este país, incluso de lo que se está empleando actualmente en subsidios por desempleo, se estuviese aprovechando para reducir morosidades de administraciones, abordar verdaderas reconversiones productivas (no sólo industriales, porqué no buscar alternativa a la producción agraria en comunidades con excesiva dependencia de dicho sector) o facilitar la autoocupación, por ejemplo, posiblemente las tasas de paro habituales (descontando el último decenio, por ejemplo) en España serían otras.

Probablemente quienes me consideraban un rojillo recalcitrante y hayan leído hasta aquí estén ahora mismo en estado de confusión. Puede que no sea tan rojillo como piensan o quizá sea que considero que la clase obrera tenga demasiada dignidad como para tener que mendigar prestaciones públicas mientras pueda ofrecer a la sociedad su más preciado bien: la capacidad de trabajo.

Una vez más, sin embargo, las formas y el momento han puesto a huevo eludir el fondo del debate. Desde Andalucía han considerado el tema una ofensa tal que reprovarán a Duran i Lleida, pero no se replantearán una política que, en el fondo, les ha venido dando unos magníficos resultados electorales ni que sea porque les permite meter el miedo en el cuerpo de quienes dependen seis meses al año de una prestación.

A Convergencia les ha salido bien la jugada. En una época en que otras opciones nacionalistas podrían hacerles sombra, se han metido en el bolsillo a buena parte del electorado de espardeña y barretina más beligerante con las tierras allende el Ebro y, sin embargo, lo han dejado todo perfectamente bien para no tener que cambiar nada si llegan a tener capacidad de decisión en Madrid.

viernes, 7 de octubre de 2011

Una receta de psicótropos

¡Qué suerte tenemos la gente de mi generación! Por lo visto, las criaturas de hoy en día tienen graves problemas psíquicos que afectan a su imagen personal y a su autoestima. No sé qué parte de responsabilidad tendrán en ello los transgénicos y las radiaciones electromagnéticas, factores a los cuales la población de hace unos años no estuvimos expuestos, pero igual resulta que alguna responsabilidad tenemos quienes deberíamos cuidarnos de su educación.

En una época en la que todo el mundo busca excusas para no sentirse responsable de nada, es muy sencillo recurrir a la búsqueda de etiquetas para justificar las desgracias. Así, si una criatura no se mueve es autista, si se mueve demasiado tiene TDAH y si es un poco rarita sufre bullying; Términos todos ellos que se debían desconocer en mis tiempos tanto como las píldoras para tratarlos. Sólo en casos extremos existía un medicamento milagroso que nos salvaba de la horfandad: el agua del Carmen.

La verdad es que no creo que tuviésemos graves problemas con nuestra autoestima o nuestra imagen personal. De hecho yo no había oído hablar de eso de la autoestima hasta que lo estudié en la universidad. Habían guais y pringadillos, eso sí, pero cada cual aceptaba su rol con naturalidad, sin que ello supusiese un trauma con enormes repercusiones.

Tal vez y sólo tal vez, tenga que ver con que aprendimos con muy pocos años que el antropocentrismo ya estaba pasado de moda, que no teníamos ningún tipo de derecho adquirido y que en esta vida las cosas había que ganárselas. Vaya, que la fama cuesta y que aquí había que empezar a ganarla con sudor... y lágrimas, si era preciso.

Al final va a resultar que eso de que a un niño no se le levanta la voz y menos se le da un cachete, de que si fracasa escolarmente la culpa es del colegio y de que no se le castiga sino que se le invita a la reflexión, tiene más efectos secundarios de los que pensábamos. Menos mal que la ciencia sigue su curso y que con el tiempo tendremos todo tipo de medicamentos que hagan de la infancia una época feliz.

Claro que, teniendo en cuenta el ritmo de los recortes, quizá haya que acabar rescatando una económica medicina que resultó muy eficaz hasta finales de los ochenta. En aquellos tiempos una colleja en el momento oportuno ayudaba a recolocar nuestras neuronas y facilitaba la sinapsis. Creo que esa fue, en buena parte, la receta que nos permitió sobrevivir con más o menos éxito a una infancia en la que no teníamos ni una cuarta parte de lo que tiene nuestra patológica descendencia.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Hablé con ella

No es que fuese la primera vez. En casi 16 años de matrimonio lo hemos hecho más veces, pero nunca hasta ahora me había propiciado una entrada en el blog. Tampoco es que me dijese algo tan novedoso y, posiblemente por eso, por repetitivo, he decidido desahogarme de una vez.

La situación en el trabajo de mi mujer se enrarece. Los recortes en la sanidad catalana han llevado a plantear un ultimátum de aquellos que ahora tanto se llevan al personal del hospital en el que nos conocimos. Nada de todo eso es extraordinario, como tampoco lo es la reacción del personal, en un tono muy similar al que sufrí como representante del personal en el ayuntamiento en que trabajo.

Supongo que forma parte de la elaboración del duelo. Entre la negación y la ira aparece un victimismo recalcitrante. Frases como "que paguen ellos", "no nos merecemos esto", "la culpa no es nuestra" o "todo recae sobre nosotros" se repiten entre la gente que reparte las culpas del asunto entre la clase política, las entidades financieras y la especulación.

Pues bien, no voy a decir ahora, después de todo lo que he escrito, que la clase política se haya comportado adecuadamente en la gestión de los buenos tiempos. Dejando de lado las posibles corrupciones, el despilfarro ha sido de tal magnitud que ahora el endeudamiento se supone que nos ha dejado en el más absoluto de los bloqueos.

Sin embargo, de toda esa gente que ahora critica, debió ser un ínfimo número el que criticó en su día que se construyesen aeropuertos inútiles o se desdoblasen carreteras sin tráfico. Todo el mundo exigía un Centro de Atención Primaria (de esos que ahora no se pueden sostener) a la vuelta de su esquina, independientemente de que en su barrio o pueblo viviesen cuatro gatos.

Criticamos, sí, la gestión de la Seguridad Social pero ¿quién no conoce a alguien que cobra una invalidez y podría estar ocupando nuestro puesto de trabajo? ¿nadie ha colado con la cartilla de pensionista del abuelo los medicamentos de la niña? ¿Es inimaginable que alguien haya encubierto con un par de días de baja una ausencia no justificada al trabajo?

Lo he comentado con mucha gente y creo ser la única persona que conozco que en las últimas elecciones generales votó a un partido político porque prometió subir los impuestos. ¿Seguro que nadie votaba a quien prometía bajarlos?

El sistema financiero ha sido el catalizador de nuestra situación actual al olvidarse del interés social y del riesgo a la  hora de hacer negocio, pero ¿de veras nadie sabía que le estaban ofreciendo un crédito por mucho más valor del que tenía lo que compraba? ¿Seguro que no había quien, conscientemente, se hipotecaba más allá de su capacidad realista para pagarse vacaciones o coches nuevos?

Y la especulación financiera ha sido y sigue siendo el factor concomitante más grave de todo el proceso pero ¿Todo el mundo sabe en qué se invierte el dinero que tiene depositado en fondos de inversión o de pensiones? ¿Cuánta gente está ahora mismo retirando su dinero de esos productos para invertirlos en la banca ética?

He defendido (y pienso seguir haciéndolo) a las personas trabajadoras (a las gandulas siempre me ha costado un poco más) ante cualquier injusticia patronal pero, antes de quejarnos de que pretendan recortarnos sueldos ¿Hemos cambiado alguno de nuestros hábitos despilfarradores en nuestro desempeño profesional? ¿Cuántos niños y niñas imprimen sus trabajos escolares en folios hurtados del trabajo de sus progenitores?

Será porque me dediqué en su día al prevencionismo que no me gusta hablar de culpas (eso lo dejo para la carrera judicial) porque, entre otras cosas, siempre suena a castigo. Sé que el barco se hunde y me obligan a achicar agua. Yo no hice el boquete así que... ¿me niego a bombear? Ya llegará el tiempo de exigir responsabilidades . De hecho, podemos empezar a hacerlo el 20N con una parte y a diario con otras si nos pensamos un poco mejor lo que hacemos con nuestros ahorros.

Escudarse en que otra gente lo hizo peor o tiene mayor responsabilidad no nos ayudará ni a salir de ésta ni a evitar la próxima (que yo pronostico definitiva), así que tal vez deberíamos empezar a autoanalizarnos en parte y a estar en disposición de rectificar aquello que esté en nuestras manos y, sobretodo, a enseñar a nuestra descendencia a no cometer nuestros mismos errores.

Yo, por mi parte, voy a empezar a asumir los míos y, en consecuencia, no volveré a haceros víctimas de mis conversaciones familiares.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Jugando con la lotería

Veintitantos millones de euros publicitarios después, el gobierno español decide desdecirse de su decisión y no sacar a bolsa la Lotería Nacional. Por si esto lo lee alguien que aún no me conozca, diré que soy totalmente contrario a las privatizaciones en general y, en particular, me cuesta entender que se venda algo que genera beneficios por aquello del pan para hoy y hambre para mañana.

Por lo tanto no voy a criticar que, de momento, la lotería siga siendo una entidad pública. Ni siquiera voy a lamentarme por la millonada despilfarrada inútilmente en difundir el proceso que no se hará y que, de buen seguro, podrían haber venido la mar de bien para fines mucho más interesantes desde cualquier punto de vista que no sea el de la gerencia de alguna empresa de publicidad.

Lo que si que voy a hacer, aún a riesgo de que Mariano me crucifique por no conformarme con que las cosas se hagan bien, que además quiero que se hagan para bien, es criticar que después de toda la movida se intente vender que el gobierno cambió de opinión poco menos que para plantar cara a los mercados.

Si alguna cosa ha influido en la decisión del gobierno ha sido que se han acordado de que tenían convocadas unas elecciones, de que el PP ha dicho que no le parece bien la venta y que, en consecuencia, si luego no salen los números podría convertirse en un arma arrojadiza en plena campaña electoral.

De todas maneras, si en su recta final este ejecutivo quiere aparentar el izquierdismo que no ha demostrado durante su mandato, podría empezar por hacer reformas constitucionales con sentido social y no económico, nacionalizar bancos o alguna otra de las propuestas que hoy he oido explicar a Tomás Gómez que están saliendo del encuentro del PSOE que ha resucitado a González.

La lástima es que todo eso se les ocurra ahora, cuando llegan elecciones, después de cuatro años haciendo lo contrario. No me extrañaría que desde la dirección de la campaña alguien decidiese acabar de rapar a Rubalcaba. Tal vez así nos recordaría un poco más al calvo de la lotería de Navidad y repartiría la ilusión que su partido ha robado a tanta gente en estos años.

martes, 27 de septiembre de 2011

Recortes de película

A ver si lo he entendido bien. El mismo día en que se apunta la pretensión de recortar nuevamente el salario del personal sanitario del Institut Català de la Salut, se firma un acuerdo con las principales productoras norteamericanas para que la Generalitat les pague 1,4 millones de euros a cambio de que doblen más películas al catalán.

No sé cuanto tardarán otras tendencias políticas en criticar que el Govern se gaste en defender el catalán o incluso puede que digan en marginar el castellano, a costa de la sanidad pública. Si sé que quienes defienden la ley del cine en catalán están hablando ya de bajada de pantalones, puede que porque creen que habría que doblar más o porque el millón cuatrocientos mil euros les parece insuficiente.

Dudo que se trata de una cosa o de la otra, pero sí me parece que mezclar las dos noticias hace daño a la vista. No seré yo quien defienda la política de recortes para capear el temporal que viene cayendo, pero si se supone que se quiere apostar por ahí, no creo que lo de pagarle a la Warner Bros. y compañía cuadre mucho.

Una lectura rápida permetiría afirmar que el Sr. Mas defiende más a las grandes empresas del cine que a las personas que lo eligieron. Una más pausada me lleva a pensar que desde CiU se apuesta por el patriotismo como valor alternativo a la cohesión social y que, por eso, se dedican a hacer guiños y gestos hacia el electorado más nacionalista mientras desmantelan programadamente el estado del bienestar. Seguramente nada de ello debería extrañarme. Si nos gobierna la derecha nacionalista, es razonable que su politica sea de derechas y nacionalista.

Otra cosa es que considere acertado el camino. El creciente sentimiento catalanista de los últimos años no se ha cimentado sobre la lengua, ni sobre su normalización, ni sobre su inmersión por más que haya quien así lo defienda. De hecho, el propio Mas lo había reconocido en su proyecto de "casa gran del catalanisme". Si algo había cohesionado a la sociedad catalana había sido un proyecto común basado en la igualdad y el bienestar.

Cada vez que se clavan las tijeras en los servicios a la ciudadanía, se están clavando en la propia sociedad para dividirla. El día que hayamos destrozado el mal llamado e inacabado estado del bienestar, habremos hecho añicos una sociedad que ha costado décadas cohesionar. Después cualquier tipo de pegamento, por más barras de colores que tenga o se etiquete en la lengua que se etiquete, puede resultar ineficaz.

jueves, 22 de septiembre de 2011

El atajo palestino

Seguramente Obama tiene razón: la paz no tiene atajos. Un conflicto de más de sesenta años no se soluciona de la noche a la mañana con una votación en un plenario de las Naciones Unidas. De hecho, ni siquiera creo que nadie pueda garantizar que el reconocimiento de Palestina como estado independiente suponga el fin de la violencia con Israel pero, sin embargo, no creo que sea tan mala idea concederla.

Me enseñaron hace mucho tiempo que dos no se pelean si uno no quiere. En ese sentido, desde Palestina han demostrado poco interés en rebajar las tensiones con Israel y, seguramente, alguna que otra organización que perdería su razón de ser si cesasen las hostilidades se ha cuidado meticulosamente de que se desaprovechase cualquier ocasión de solución.

Por su lado, Israel juega con ventaja. Allí si se proclamaron estado independiente y la ONU los reconoció y a partir de ahí, lanzar piedras por parte de unos se convirtió en terrorismo mientras los otros podían campar con los tanques por las tierras ajenas en nombre de la seguridad nacional.

Por su parte, las Naciones Unidas no ha tenido nunca la conciencia tranquila por la incapacidad de dar salida a un conflicto en cuya génesis tuvo su parte de responsabilidad. Sin embargo, durante muchos años ha jugado un papel altamente hipócrita al permitir que Israel se convirtiese en el estado que más resoluciones del órgano internacional ha incumplido sin que ello le comportase la más mínima consecuencia.

No sé si Mahmud Abbas espera realmente el reconocimiento que solicitará mañana. Tengo mis dudas de que sea tan ingenuo como para esperar que EEUU, por más Obama que los presida, se enfrente tan descaradamente al estado judío. Sin embargo, ha conseguido que la presidencia de todos los países miembros de la organización se sientan lo suficientemente incómodos como para tener que implicarse activamente en un proceso que ya no podrá alargarse indefinidamente.

El reconocimiento de Palestina como estado, insisto, no garantiza el fin de las hostilidades pero posiblemente sería un paso importante hacia él. La independencia dejaría sin argumentos a las organizaciones más beligerantes del lado musulmán y reduciría la posición de fuerza con la que cuenta Israel como estado soberano frente a un "no acabo de entender qué".

No deben existir atajos para la paz, pero tal vez sí que alguien haya encontrado un acelerador en un proceso que cuesta bastante de entender desde aquí.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vengadores justicieros

Vale la pena mirar bien la foto porque, según en qué momento se esté leyendo este post, Troy Davis (así se llama el hombre del retrato) estará muerto. Lo estará porque, una vez más, la especie humana habrá confundido la justicia con la venganza.

Con cierta frecuencia nos sucede eso: clamamos en favor de la justicia cuando en realidad estamos sedientos de venganza. "Es el asesino de mi padre", dice el hijo de la supuesta víctima de Davis. Pero aún en ese caso, la ley del talión no le devolverá el padre que perdió.

Es justo que quien cometa un daño lo repare en lo posible. Es justo incluso que se tomen las medidas oportunas para que quien ha hecho daño una vez, no lo cometa de nuevo. Hacerle a quien ha hecho un daño el mismo daño que ha producido, es venganza.

Lo hemos vivido en el patio del colegio, cuando justificábamos haber pegado a la criatura de la otra clase porqué ella lo había hecho antes. Nos lo explicaron una y otra vez: eso no es una solución y así no se arreglan los problemas. Por lo visto, no lo aprendimos.

No me importa que, además de mis reflexiones sobre el fondo, existan motivos de forma suficientes como para dudar que el hombre de la foto sea el verdadero asesino. Aún en el caso de que el tal Troy hubiese sido un asesino confeso, su crimen no habría sido tan diferente al que cometerán quienes colaboren por acción u omisión en su ejecución.

La justicia debe ser un principio básico en cualquier sociedad que quiera vivir en paz. Los vengadores justicieros no deberían escaparse nunca del cómic, por más que nuestro instinto nos lo pida a veces.

martes, 20 de septiembre de 2011

Auditorias inauditas

Después de escuchar la rueda de prensa del Conseller Mas-Colell llego a la conclusión de que o él se explica fatal o yo no me entero de nada o, lo más probable, un poco de cada. Lo digo porque lo que yo he entendido es que el Govern ha gastado 850.000 € de las escuálidas arcas públicas para que una empresa privadísima les lea los números de la Intervención General del Estado, les explique lo que ya sabían y, a su entender, les ratifiquen en lo que ya están haciendo.

Seguramente se trata de eso, de un malentendido por mi parte porque, de haberlo comprendido bien, resultaría que el gobierno catalán habría publicitado a dos meses de las elecciones unos datos irrelevantes que sólo sirven para intentar echar más tierra sobre sus adversarios políticos y autojustificarse en sus decisiones más impopulares. Eso sí, todo ello bajo financiación pública y encargado a una empresa cuyo parentesco con el partido gobernante desconozco.

Pero vaya, que no puede ser cierto. No sería coherente pensar que una gente que espera a decidir si aplica o no el impuesto sobre el patrimonio a saber los resultados del 20N con el argumento de no decantarse hacia ninguno de los dos partidos más importantes del estado y así no influir en el resultado de los comicios, hiciese cualquier maniobra extraña para intentar beneficiarse electoralmente.


domingo, 18 de septiembre de 2011

Desenmascarándose a la carrera

Aún no está nada claro que los rebeldes libios, o el gobierno de transición o como queramos llamarlo se haya impuesto sobre Gadafi y ya están los jefes de gobierno "aliados" haciendo carreras por llegar los primeros a Libia para presentarse a las que, de momento, apuntan que serán sus autoridades.

Sarkozy y Cameron aparecieron casi por sorpresa con una intención clara: adelantarse a Erdogan que, por aquello de la cultura, puede tener ciertas probabilidades de generar más simpatías hacia un futuro gobierno que ya ha manifestado que tendrá en cuenta quien les ayudó a la hora de vender su pretróleo. Seguramente hayan preguntado por las bajas causadas por sus propias tropas o incluso de planes de reconstrucción, pero el objetivo era evidentemente otro, el mismo que les movió a intervenir en una guerra civil y que estaba muy lejos de la lucha por derrocar a un dictador con el que estaban hartos de negociar.

Supongo que aún existirá quien mantenga el suficiente romanticismo como para pensar que existen países que se involucran en guerras ajenas por una simple cuestión de principios. Yo no me cuento entre esas personas. Cada día tengo más claro que las guerras, sobretodo aquellas que traspasan fronteras, tienen mucho más que ver con estrategias políticas y económicas que con ningún principio, por más ONU que se ponga de por medio y ese convencimiento me hace sentir aún más asco por algo tan repudiable como son las guerras en sí mismo.

domingo, 28 de agosto de 2011

Abierto por reformas

Aunque comparto generación con muchas de esas personas, nunca entendí que hubiese tanta gente que pudiese ser feliz viviendo de prestado y subiéndose a nubes que no les pertenecían. Era de lo más normal que aquello no durase y, finalmente, la burbuja explotó. Lamentablemente, la explosión acabó salpicando a quienes, como puede ser mi caso, teníamos claro que no se podía gastar más de lo que se ingresa.

Lo triste es que esa forma de financiarse había calado tan hondo en nuestra sociedad que hasta la administración se había acostumbrado a hacer uso de más recursos de los que disponía, de manera que ha llegado un momento en que lo que ingresa lo tiene que destinar a pagar intereses y actualmente se ve "obligada" a recortar lo irrenunciable.

Por lo visto realmente tenemos ya asumidísimo que eso de hipotecar hasta a la suegra es lo natural. Es el único motivo por el que se me ocurre que a la gente le pueda extrañar que los políticos hayan planteado algo tan de sentido común a mi entender, como que en lo público tampoco se puede gastar más de lo que se ingresa.

Así las cosas, yo no criticaría la reforma constitucional planteada por PP y PSOE en su contenido. Lo haría más bien porque me parece muy triste que aquello que tantas veces se ha planteado como un proceso poco menos que imposible en lo práctico y inaceptable en lo moral como es reformar la constitución, ahora se pueda hacer en quince días para que quede hecho antes de acabar la actual legislatura.

Resulta que la piedra angular de nuestra legislación sí es tocable, pero sólo cuando lo manda eso que llaman mercados y no cuando lo hace la opinión pública. Unos mercados que deben ser estúpidos si creen que añadir unos párrafos ambiguos e indeterminados va a garantizar que quienes administran nuestras finanzas públicas vayan a cambiar de actitud.

La verdad es que esto del circo político-financiero parece que no dejará de sorprenderme jamás, igual que me sorprende que a alguien le extrañe a estas alturas que la mencionada reforma no se someta a referéndum. El manual de cualquier partido político explicita que sólo se deben someter a sufragio aquellas cuestiones sobre las que se tenga garantías de obtener el resultado deseado y creo que a fecha de hoy está claro que cualquier cosa que propongan los dos partidos más representados en cortes tiene puntos de no prosperar en referéndum.

En definitiva, socialistas y populares saben bien lo que hacen. Lo que espero es que la gente tengamos la suficiente memoria como para exigir en el futuro que la sacrosanta constitución no sea esgrimida como argumento para no modificar el sistema de designación del Tribunal Constitucional, replantearse el sistema de organización del estado o establecer un modelo diferente de sistema electoral, por ejemplo. Si en quince días se va a poder modificar la constitución, ésta debería quedar definitivamente abierta por reformas para el futuro.

domingo, 31 de julio de 2011

Mal empezamos.

El jueves el presidente del gobierno español anunció la convocatoria de elecciones generales para el 20 de noviembre. Según él, el hecho de que la fecha coincida con el aniversario de la muerte de Franco es una simple anécdota.

Dos días más tarde, el sábado, emiten como es costumbre el que es, muy probablemente, el programa informativo más prestigioso de Televisión Española: Informe Semanal, con cuatro reportajes en la edición del 30 de julio.

El primer reportaje, titulado flores contra el odio, versa sobre los atentados de una semana antes en Oslo contra las juventudes laboristas Noruegas, a los que ya habían dedicado un cuarto de programa el día 26. A continuación, bajo el título de "¿el valle de todos?" emiten un documental sobre el Valle de los Caídos, al que sigue otro titulado "75 años sin Lorca" para cerrar el programa con "20N, elecciones generales".

Llegados aquí, ¿alguien más intuye lo mismo que yo o soy el único malpensado?. La verdad es que no me preocupa mucho que Televisión Española intente hacer campaña al partido en el gobierno. De hecho, es simplemente un detalle que me reitera en que en este país no debería existir la televisión pública. Lo que me hace pensar que empezamos mal es el cómo se enfoca.

Deduzco que la fecha electoral no es tan anecdótica y que la previsión del PSOE es encararla hacia profundas heridas que creo que habría que intentar ayudar a cicatrizar más que a meter el dedo en ellas. Espero equivocarme y que el sentido común y la responsabilidad se impongan en quienes deban dirigir la campaña del Sr. Pérez.

viernes, 8 de julio de 2011

Sensaciones vacacionales

Pido disculpas a la gran cantidad de fans que estos días deben estar en estado depresivo por la ausencia de noticias en este blog. Ciertamente no puedo argumentar ninguna excusa de peso más allá de que lo del verano es muy duro para pensar y aún más para escribir y que, entre medio, pasé una semana de vacaciones sin conexión a la red.

La verdad es que ha sido una semana intensa con muchas emociones relacionadas con primeras experiencias. Os podría hablar de lo gratificante que resulta acceder a una cala solitaria de agua cristalina, de lo curiosamente simple, natural y poco erotizante que es encontrarte con la desnudez en una playa nudista, o de lo emocionante que puede resultar saltar desde 4000 metros de altura con un paracaídas.

Pero no, de todas las experiencias que me llevo de esta semana os contaré la que rodea al robo de mis dos bicicletas en la terraza del apartamento. La verdad es que es indignante descubrir que hay quien no respeta lo ajeno incluso si el objeto a sustraer se encuentra en una terraza particular y a tres metros de distancia de la acera. Quizá uno sea demasiado inocente y no se le pasa nunca por la cabeza la posibilidad de poseer nada por métodos ilegítimos, por lo que descarta la posibilidad de que otros sí se planteen ese método de adquisición de bienes.

Sin embargo, tanto o más que la indignación inicial de saberse robado, marca la sensación de impotencia de que en unas dependencias de la Policía Local a las que tuve que ir por dos veces para acabar interponiendo la denuncia en la comisaría de Mossos de Esquadra, me sintiese tratado prácticamente como si yo fuese el culpable de la sustracción por tener las bicis en mi propia terraza.

Estoy casi seguro de que la Policía Local de Castelló d'Empúries tiene muchas cosas mucho más importantes que hacer que perseguir ladrones de bicicletas pero, aún así, no acabo de entender que los agentes de la autoridad denotasen más un predisposición a comprender y justificar la acción de unos delincuentes que a compartir mi indignación porque haya quien decida incumplir la ley.

Según me han contado, en el lejano oeste se linchaba a quien osaba robar un caballo. Aquí, por lo visto, si te roban la bicicleta en tu casa, la culpa es tuya. No seré yo quien proponga linchamientos pero, desde luego, la comprensiva actitud de la autoridad hacia quienes delinquen tampoco facilita mucho que cambien las cosas.

jueves, 16 de junio de 2011

200 millones

A los que ya tenemos una edad, el título nos suena a dos tercios de un programa de televisión con vocación hispanoamericana pero no. Esa es la cantidad que parece ser que la familia Botín tuvo que pagar después de hacer una declaración complementaria de su IRPF del ejercicio 2005. Es decir, que resultó que después de declarar lo que declarasen, se habían "olvidado" de hacer constar tal cantidad de dinero que, a razón de su tipo impositivo correspondiente, debían al fisco esa minucia.

Lo más triste de la historia no es que esa pequeña diferencia se deba a que no se acordaran de declarar unas cuentas que tenían en un banco suizo y que había suscrito a su nombre el abuelo de la familia cuando, justo en los dos últimos años de la república, emigró allí para volver en cuanto Franco entró en Santander. De hecho, supongo que el pobre hombre iría a buscarse la vida humildemente por Europa como muchas otras personas tuvieron que hacer tristemente en las décadas siguientes.

Ni siquiera lo peor es que, si se acordaron de hacer la declaración complementaria fuese a instancia de la Agencia Tributaria, que se enteró por la policia francesa de la presencia de esas cuentas. A ciertas edades es razonable que la memoria empiece a fallar y se agradece que hacienda, que somos todos, nos tenga tan presentes que nos ponga al tanto de los descuidos.

Tampoco es penoso que a nadie se le ocurra que, tal vez, no sea suficiente que hagan una simple complementaria y paguen "un poco" más, sino que quizás seria razonable pensar que, aunque seguramente no existiera intención de defraudar, ni que sea a modo ejemplificador se debería sancionar a quien omite algún que otro cero en su declaración de renta.

Lo lamentable es que cualquier día de estos el señor Botín se atreverá a dar consejos de cómo se debe administrar el país, a recomendar que reformemos las relaciones laborales para generar confianza en los mercados o incluso a exigir que el dinero público se utilice para ayudar a la pobre banca, que está pasando una mala época.

Y lo más lamentable todavía será que, seguramente, llegado ese momento a quien le toque gobernar lo tendrá en consideración.

miércoles, 15 de junio de 2011

Ya lo decía yo...

Pues sí, sé que también dije que esa es una de las frases que más odio pero, lamentablemente, hoy toca. Ya decía yo que uno de los riesgos del tema del movimiento indignado era que a alguien se le transformase en frustración y la descargase violentamente.

Aunque haya algún vídeo que intente demostrar que todo es una conspiración policial (yo lo he visto y no lo veo nada claro) lo cierto es que, con trampa o no, el movimiento que debía poner en evidencia a quienes nos representan los ha reforzado.

No en vano, ya he visto alguna cosa de esas que empiezan con almohadilla en el twitter de apoyo al parlamento. La cuenta atrás ha empezado y avanza rápido. O la gente del 15M es capaz de pasar de lo abstracto a lo concreto o se queda en nada. Al menos en nada positivo. Y no volveré a decirlo...

martes, 14 de junio de 2011

Sobre pactos y pactitos

Por lo que deduzco de las tertulias y comentarios que he podido escuchar en los medios de comunicación, la gran mayoría de quienes tienen el derecho a opinar en ellos deben entender mucho de política estatal o incluso autonómica, pero saben poco de administración local.

La verdad es que a mí me costaría mucho entender que los votos de socialistas o comunistas sirviesen por activa o por pasiva para investir presidente del gobierno a Rajoy. Incluso me resultaría extraño que facilitasen la toma de posesión de alguna presidencia autonómica a los populares si existiese otra opción pero, tratándose de alcaldías, las cosas pueden cambiar sustancialmente.

Seguramente existen ayuntamientos en los que la disciplina de partido es tan férrea como pueda serlo en los parlamentos porque, de hecho, hay ayuntamientos (Barcelona, Madrid, Valencia, ... ) que gobiernan a tanta o más gente que alguna autonomía, pero a medida que la escala se va reduciendo las cosas cambian.

Y cambian, en muchas ocasiones, afortunadamente. Lo hacen porque en los ayuntamientos (insisto, como más pequeños, más) no se aprueban grandes leyes ni presupuestos estratosféricos, sino que hay que hacer frente a los verdaderos problemas cotidianos de la gente con unos exiguos recursos (creo que ya hace mucho tiempo que opiné sobre la financiación municipal, aunque tal vez debería dedicarle un post entero algún día).

Además quienes han decidido aspirar a una alcaldía de un municipio pequeño muy posiblemente no pretendan ningún gran honor en su partido y, por el contrario, sí que tienen que responder a diario, desde en el bar hasta en la carnicería, de su gestión en el cargo. De manera que, si el partido les exige equilibrios extraños o alianzas con personas en las que no confían (personas, no partidos), es razonable que decidan hacer caso omiso a dicha exigencia.

Así andan ahora PSOE e IU, expulsando en un caso y expedientando en el otro a su gente porque no han entendido que las recetas de las cortes no sirven en la casa del pueblo y porque se dedicaron a pregonar promesas preelectorales de no pactar con según quien que no estaban pensadas desde donde se debían cumplir.

Quizás eso pase demasiado a menudo. Tal vez nuestros partidos hayan olvidado que la Moncloa puede ser un objetivo, pero no el objetivo por el que todo vale. Valdría la pena que recordasen que desde Madrid se arreglan algunos, pero no la mayoría de los problemas de la gente de Villanueva de la Jara. Ojalá y tuviesen presente que para quienes tienen verdadera vocación política (que no demagógica) y se presentan a esas alcaldías ellos deberían constituir un apoyo necesario, nunca un obstáculo insalvable.

martes, 7 de junio de 2011

¿Peaje por hipocresía?

Aceptaré que se me acuse de paranoico pero mucho me temo que la euroviñeta, la directiva que permite que los estados miembros de la Unión Europea encarezcan hasta un 30% sus peajes para los camiones, tiene finalidades más oscuras que la supuesta protección ecológica.

En tiempos de crisis las reivindicaciones proteccionistas abundan. Las restricciones al libre movimiento de personas ya se ha reclamado desde diversos países y así se ha planteado la reinterpretación del tratado de Shengen.

Pero si las migraciones se viven con reparo desde el euroescepticismo pujante, el libre comercio entre los estados miembros también puede ser una amenaza económica desde el punto de vista de quienes defienden el proteccionismo. Claro que si alguien propusiese recuperar aranceles y tasas a la importación, podría ser poco menos que condenado a la crucifixión.

Sin embargo, la preocupación por el medio ambiente es mucho más políticamente correcta y popularmente aceptada, de manera que excusar por ahí un incremento en el coste del transporte de mercancias que, evidentemente, beneficiaría a las producciones de proximidad, resulta muy socorrido.

Tal vez sea cierto y sea un paranoico o, al menos, un malpensado que ve fantasmas donde no los hay. Ojalá sea cierto y la nueva directiva se preocupe tanto por nuestra salud medioambiental como las ministras alemanas de la de su ciudadanía a la hora de alertar de orígenes de brotes epidémicos. Espero que no resulte que nos han impuesto un peaje simplemente por la hipocresía de quienes nos gobiernan.

martes, 31 de mayo de 2011

Reflexiones alrededor de un pepino.

La muerte de catorce personas en Alemania y alguna que otra por el resto de Europa supuestamente por culpa de unos pepinos, bien merece alguna reflexión por mi parte con, posiblemente, una conclusión inesperada.

En España ya hace décadas que aprendimos que estas cuestiones no eran para tomárselas a broma gracias a (o por culpa de) un aceite de colza desnaturalizado. Sería por aquello o por madurez que quienes tuvieron la responsabilidad de legislar impusieron condiciones y sometieron a autorizaciones, controles y registros sanitarios más o menos rígidos a quienes actúan en la cadena alimentaria.

Posteriormente, la entrada en la Unión Europea nos aportó una oleada de mentalidad germánica y se pasó del control administrativo al autocontrol por parte de las empresas productoras y elaboradoras. Sin duda, una idea bastante más madura, aunque no sé si muy acorde con nuestra cultura latina.

Para rematarlo, la Directiva de Servicios apuesta decididamente por suavizar todo tipo de controles y seguimientos previos a la actividad comercial y productiva, reduciendo así las posibilidades de tutela de la administración ante las empresas que, a base de declaraciones responsables, tienen mucha más laxitud a la hora de implantarse y comercializar productos.

Y justo en ese proceso evolutivo de la legislación que afecta a la seguridad alimentaria, unos pepinos contaminados (se supone, porque ya no está tan claro) empiezan a matar gente  nada más y nada menos que en Alemania, donde la estrategia política ha sido clara: externalicemos el problema echándole la culpa a las empresas españolas.

La verdad es que para mi reflexión es irrelevante qué hortaliza ha causado el brote letal. Lo importante es que se ha producido y que existen graves dificultades para demostrar su origen y poder aplicar medidas de control. ¿Porqué? ¿No tendrá nada que ver esa tendencia a renunciar al control administrativo para confiar dicha responsabilidad a las propias empresas?

Las decisiones políticas respecto a la liberalización de mercados a base de recortar trámites y de renunciar al control de las actividades tienen mucho más que ver con criterios económicos de carácter neoliberal que con criterios sociales y concretamente sanitarios. Seguro que reducir la fiscalización de la cadena alimentaria por parte de la administración reduce gastos públicos y aumenta los beneficios empresariales.

Cada vez que alguien argumenta la necesidad de adelgazar la administración está defendiendo implícitamente medidas de ese estilo. Quienes profesan el neoliberalismo están encantados con cada grado de control que pierde la administración en favor de la empresa. Pero, en todo caso, quisiera dejar claro a que quien se apunta a esas tesis, entre otras cosas, la seguridad de las personas le importa un pepino.

domingo, 29 de mayo de 2011

De la indignación a la euforia

Mil personas indignadas duermen durante doce días en un plaza que no se consigue evacuar ni por orden de la Junta Electoral. Una final de la Champions es suficiente para que, con carga policial incluída, la plaza la ocupen cincuenta mil personas eufóricas. ¡Qué gran favor le hace el fútbol a este país!

domingo, 22 de mayo de 2011

¿A quién no representan?

Si esto fuese un periódico ahora diría que lo que voy a decir se basa en la información que tenía en el momento de cerrar la edición. Como no es así, diré que hasta donde sé en el momento de acostarme no me ha quedado nada claro a quién no representan, según se clama en las plazas de España, quienes nos mandan.

Mientras a estas horas los sacos de dormir deben seguir llenando la plaza de España en Madrid, unas calles más allá (o más acá porque mi geografía madrileña es más que limitada) un montón de gente blandiendo banderas celestes con perfiles de gaviotas celebran con discoteca, chocolate y churros que millones de personas han dado el voto a su partido preferido.

Así las cosas, no sé qué ha hecho hoy el resto de gente indignada. Si han ido a votar, no han hecho caso de lo que predican y si no lo han hecho, no se ha notado en la participación. Claro que, bien visto, existe otra posibilidad que, aunque no me guste, quizás tenga que asumir. Igual es que las únicas personas que no se sienten representadas por quienes les gobiernan son las que ocupan esos sacos.

No sé si vivimos en una democracia real o ilusoria, pero si queremos cambiarla pacíficamente tendremos que hacerlo desde dentro de sus instituciones y en eso hoy no hemos avanzado mucho. A partir de ahora, que hagan las asambleas que convenga pero al movimiento del 15 de mayo le quedan sólo tres alternativas.

La primera es apuntarse a la actitud genuinamente española y instaurarse en el discurso del "no sé lo que quiero pero esto no me gusta y alguien tiene que arreglármelo". Esa actitud que es responsable, en buena parte, de que estemos donde estamos.

La segunda es que se constituyan en partido político alternativo y sean capaces de sintetizar toda la indignación en propuestas concretas para mejorar nuestra sociedad y convertirla, si se puede, en referente mundial.

La tercera, quizás la más práctica, sería que se infiltrasen en todos nuestros partidos para inducirles los principios que intentan defender y a los que aún no han sido capaces de poner palabras. El problema no son los partidos, sino su deshumanización. Los partidos, tanto a diestra como a siniestra,  hablan de PIB, de crecimiento económico, de tasas, de índices de ocupación, de renta disponible, ... y se han olvidado de hablar de las personas.

Así pues, indignados y indignadas, os invito a que os comprometáis o, mejor dicho, que os metáis en la política. Da igual que se discuta desde la derecha o desde la izquierda, pero haced que en el centro del debate estén siempre las personas. Si conseguimos eso no sé si estaremos mejor, pero seguro que nos sentiremos bien.

miércoles, 18 de mayo de 2011

De Tahrir a la Puerta del Sol

El espíritu de la plaza Tahrir parece haber cruzado el estrecho. Desde el 15 de mayo plazas emblemáticas de las principales capitales españolas han sido invadidas por miles de personas que, autoconvocadas a través de las redes sociales se concentran para reivindicar... ¿qué?

De la respuesta a esa pregunta depende, creo yo, que el llamado movimiento 15M pase de ser un legítimo ejercicio del derecho a la pataleta a convertirse en el precursor de un cambio que, por otra parte, podría ser a mejor o no.

Seguramente en Egipto también empezó de la misma manera: el desengaño y la frustración llevó a la protesta. Pero allí había un enemigo claro hacia el que canalizar la impotencia: un presidente dictatorial y corrupto al que derrocar, mientras que aquí las culpas están tan repartidas que dudo que nadie se atreviese a tirar la primera piedra.

Así las cosas, cuando la prensa se acercó a preguntar qué pretendían con aquellas concentraciones las respuestas fueron concretas y coincidentes, mientras que aquí cuando alguien pregunta a cualquiera sobre el objetivo de la concentración, las pocas personas que son capaces de expresar algo más allá de la protesta lo hacen en términos abstractos y variopintos.

Quien quiera que sea que ha incitado al movimiento lo ha hecho con un frase tan fácil y pegadiza como inconcreta: democracia real ¡ya! Justo eso es lo que se pedía en El Cairo pero aquí, ¿qué significa? ¿no estamos en una democracia? ¿confundimos real con asamblearia? Si es así, ¿es viable una democracia asamblearia para gobernar a 40 millones de personas? ¿Quizá alguien confunde la democracia con la anarquía?

Soy de los primeros críticos con el sistema. No funciona como debería, seguro, pero, aunque sea mal, funciona. Hay que enmendarlo, modificarlo, mejorarlo y si es preciso cambiarlo, pero no eliminarlo sin tener una alternativa razonablemente válida. ¿Qué alternativa defiende el 15M?

Cuesta relativamente poco reunir a un montón de gente descontenta alrededor de un lema poético y abstracto entre otras cosas porque cada cual puede imaginárselo como quiera pero, o se pasa a lo concreto y realista para realmente apuntarse una victoria que mantenga viva la ilusión y alerte a quienes mandan del verdadero poder del pueblo o se me ocurren, al menos, tres posibles efectos adversos.

Uno es que lo que para mucha gente puede haberse convertido en su última esperanza de cambiar las cosas se transforme en el motivo de su frustración definitiva al no alcanzar absolutamente nada más allá de una pataleta más o menos duradera.

El segundo es que alguien se canse de esperar resultados y convierta unas movilizaciones perfectamente pacíficas y cívicas en un espectáculo violento que justifique decir que quienes están contra el sistema son un peligro público.

El otro es que aparezca el oportunismo dispuesto a capitalizar esas almas que duermen a la intemperie para utilizarlas en su provecho. Ya ha empezado a aparecer algún popularillo o incluso algún político por las plazas de Madrid y Barcelona.

Tal vez sí estemos ante una posibilidad real de cambiar las cosas pero si la espontaniedad se confunde con la improvisación, lo que tenía que servir para forzar el cambio de sistema puede servir para perpetuarlo.

martes, 17 de mayo de 2011

La ley de partidos y el eslabón perdido

Nunca hasta hoy me había dedicado a leer, ni parcialmente, la famosa ley de partidos que tan "útil" parece haber resultado en Euskadi pero cuando, después de haber visto por televisión a esa especie de individuo poco más evolucionado que un Cro-magnon que encabeza la candidatura por Manresa, me llegó a casa la propaganda de Plataforma per Catalunya para las próximas elecciones municipales, decidí que tenía que hacerlo.

A estas alturas uno no confía mucho en quienes legislan, pero me imaginaba que no podía ser que se cegasen tanto que hiciesen una ley que, al menos para disimular, no fuese más allá de prohibir los partidos que se pudiesen relacionar más o menos con el terrorismo, sino que tendrían que intentar garantizar el respeto a los principios constitucionales por parte de las formaciones que quisiesen concurrir a comicios.

Y después de leerlo, efectivamente, he constatado que el artículo 9.2. especifica las conductas por las cuales un partido puede ser ilegalizado si se realizan de manera reiterada y grave. En la letra b dice literalmente:


"Vulnerar sistemáticamente las libertades y derechos fundamentales, promoviendo, justificando o exculpando los atentados contra la vida o la integridad de las personas, o la exclusión o persecución de personas por razón de su ideología, religión o creencias, nacionalidad, raza, sexo u orientación sexual."
Y llegados a este punto releo lo que dice el punto 6 del programa electoral del eslabón perdido en cuestión, que dice:

"...En nuestro municipio no cabe ni un solo inmigrante más, ni cívico ni incívico, ni legal ni ilegal."
Y me pregunto si es que la abogacía del estado, o la fiscalía, o a donde correspondan estas cosas tienen demasiado trabajo leyendo estatutos de partidos abertzales como para leer los documentos de estos homínidos que ya se atreven hasta a traspasar la raya que les había hecho camuflar hasta ahora su chenofobia tras la criminalización de la inmigración.

Finalmente respiro más tranquilo cuando recuerdo que uno de los lemas de su cartel electoral reza algo así como: "vota a gente como tú, que piensa como tú". Teniendo en cuenta que el Cro-magnon se suponía extinguido, dudo que quede mucha gente como el tal Pericas y, por tanto, aún guardo la esperanza de que su propuesta acabe en fracaso, aunque ninguna garantía.

Por cierto, tengo claro que he hecho algo que no acostumbro a hacer: faltarle al respeto a alguien. Pero es que creo que el respeto, como tantas otras cosas, hay que merecerlo y considero que no es el caso. Estoy dispuesto a enfrentarme a las denuncias que correspondan y espero tener más apoyos que votos la Plataforma.

lunes, 9 de mayo de 2011

Una joya de justicia

A partir de hoy la justicia tiene una oportunidad para reconciliarse con quienes crean que no es tan ciega como se dice. Se inicia el proceso contra Lluis Corominas, el yerno de la familia Tous que mató de un disparo a uno de los asaltantes de la casa de los joyeros en Sant Fruitós de Bages hace cuatro años y medio.

El juicio se lleva a cabo ante un jurado popular y esa es, sin duda, la primera baza con la que juega la defensa que, desde el mismo momento en que Corominas salió de la prisión preventiva se cuidó muy bien de venderlo públicamente como una buena persona a base de colaboraciones con bancos de alimentos liderados por monjas mediáticas y peregrinaciones de la jet-set del Bages a Montserrat.

Sin tener mucha idea de derecho, dudo mucho que se pudiese defender la actuación del inculpado ante un o una juez. En ese caso seguramente la discusión durante el juicio se basaría en los posibles atenuantes que le supusiesen una menor pena.

Sin embargo, cuando el jurado tenga que elegir entre una buena persona que se asustó más de la cuenta el día en que el chalé de sus suegros era víctima de la ola de robos a la rumana y un delincuente inmigrante de la Europa del este cuyo cómplice ya se fugó de España tras salir de prisión bajo fianza, tengo mis dudas de que el pueblo llano sea capaz de defender los criterios de justicia y sentido común que, con mucha frecuencia, exige a la magistratura.

No tengo bola de vidrio y, por tanto, no puedo adelantar cual será el veredicto pero, en todo caso, sí que voy a desear que quienes deliberen tras las vistas tengan la capacidad de hacerlo desde la mayor de las ecuanimidades teniendo en cuenta que, por más que se les pueda encomendar a ellos dictar justicia, nadie tiene derecho a aplicarla por su cuenta y menos cuando se trate de la pena de muerte.

viernes, 6 de mayo de 2011

Lobos, corderos y lobos con piel de cordero.

El constitucional ha decidido: Bildu debe poder presentarse a las próximas elecciones municipales. Es hora, pues, de centrarse en una campaña que cambia de escenario.

El PSE puede respirar porque el juego de tribunales ha permitido que el PSOE cumpla con los deberes que el PP le exigía sin necesidad de enemistarse con los nacionalistas.

El PNV nadó y guardó la ropa. Ya se frotaban las manos pensando en lo que podrían sacar de las migajas de Bildu pero tampoco se pusieron demasiado duros, no vaya a ser que las cosas saliesen como han salido y después alguien los confundiese con otros, como ya empiezan a pedir que no se haga.

A todo esto, Bildu es quien saca ventaja al haber podido empezar la campaña con un mes de antelación. Un grupito que nadie conocía y que englobaba partidos cuyos resultados anteriores tampoco eran como para crear unas expectativas exageradas, se han convertido en los más famosos y en los que pueden presentarse ahora como la gran esperanza de paz en  Euskadi, casi como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

¿Y el PP? ¿tan mal lo tiene? Pues tal vez no. Ahora podrán hacer la campaña que mejor se les da. La de que viene el lobo, aunque disfrazado de cordero, y el único cazador soy yo. La única pega es que, en su empeño por extinguir la especie, ha conseguido crear suficiente confusión como para que haya quien tenga dudas razonables sobre si la piel de cordero de Bildu es postiza o no.

Sólo las urnas primero y el tiempo después repartirán razones.

jueves, 5 de mayo de 2011

Ellos no son así

Obama dice que no van a publicar ninguna foto de Osama muerto porque ellos no son de los que tratan el cadáver de una persona con un tiro en la cabeza como un trofeo. Debe ser cierto. Ellos son de otro tipo. Concretamente del tipo de los que primero disparan y después preguntan. O quizás de los que son acusación, juez y  verdugo a la vez.

No seré yo quien actúe de abogado defensor de Bin Laden, pero tal vez haya que tener en cuenta que el respeto a los derechos fundamentales, incluso los de los criminales más repudiables, estén no sólo para exigirlos a los demás, sino también para cumplirlos. Especialmente, digo yo, si eres premio nobel de la paz.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Sobre libertad de prensa, el derecho a la información y la expresión de opiniones

Creo que ayer era algo así como el día internacional del periodismo y que las asociaciones profesionales del sector aprovecharon para reivindicar la libertad de prensa. Yo también quiero sumarme a su reivindicación porque tengo claro que de ella depende un derecho de toda la ciudadanía como es el derecho a la información, pero quisiera poner algún matiz.

Es difícil entender una sociedad avanzada sin una ciudadanía que tenga libre acceso a la información que le permita formarse opinión sobre los asuntos con conocimiento de causa. Ahí los poderes públicos deben facilitar al máximo la labor del periodismo, que es la profesión que tiene encomendada la labor de acercarnos dicha información.

Como ya tengo una edad, no voy a pedir que las noticias nos lleguen de manera objetiva. Nadie explica nada objetivamente. Aún así, creo que la clase periodística debería tener más claro de lo que lo tiene que, en su caso, la expresión de opiniones y la manipulación de la información están a veces separadas por una delgada línea que conviene no traspasar.

Las opiniones se defienden en columnas y artículos con ese apellido, en debates de radio o televisión o en otros foros de ese estilo, nunca debería hacerse en reportajes o artículos de carácter informativo, en los que se debería facilitar todos los datos posibles a la audiencia para que sacase sus conclusiones.

Si alguien ha compartido mi análisis hasta aquí, seguramente también estará de acuerdo en que omitir información relevante para el juicio de unos hechos también seria censurable en el caso de medios o profesionales de la información.

Y si compartimos este último párrafo, aunque no compartamos la afición futbolística a un mismo equipo deberíamos estar de acuerdo en que no hacer ninguna mención al gol anulado ayer al Real Madrid (y no hablo de valoraciones o juicios, sólo del dsato), no deja de ser manipular la información.

Pues bien, invito a leer la crónica de la televisión pública de Catalunya y a que luego alguien me pregunte porqué digo siempre que no estoy de acuerdo en mantener las televisiones públicas.
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