sábado, 17 de abril de 2010

Ni a la tercera, ni a la quinta


Dicen que a la tercera va la vencida, pero cuando hablamos del tribunal constitucional parece ser que no funciona ni a la quinta. Cinco han sido ya los intentos fallidos de ponerse de acuerdo, ni que sea por mayoría simple, 10 magistrados y magistradas al respecto del Estatut d'Autonomia de Catalunya.

Parece ser que en lo único que, hasta el momento, han conseguido llegar a un acuerdo es en que deben cambiar de ponente, supongo que para ver si el que lo va a hacer ahora tiene mayor capacidad de disuasión hacia sus colegas que su antecesora.

Entre recusaciones, acusaciones y renuncias a usar el voto de calidad de la presidenta el tribunal en cuestión, que debería ser el garante de los derechos más fundamentales reconocidos por nuestra carta magna, acaba demostrando ser lo que muchos y muchas pensamos: un órgano oxidado, politizado y de discutible utilidad.

Y a mí que todo esto me recuerda a aquello de once hombres sin piedad, aquella película en la que un sólo individuo de un tribunal popular consigue convencer a todo el jurado de que quien a todas luces parecía culpable de un crimen no lo era. ¿será un presagio?

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