lunes, 19 de abril de 2010

La tentación de volar


El caos aéreo se mantiene y, como aquel angelito y aquel demonio que aparecen en los dibujos animados cada vez que algún personaje tiene una tentación, Eurocontrol y las compañías aéreas discuten sobre si realmente la nube de cenizas del volcán islandés hace impracticable nuestro cielo para la navegación.

El demonito de las compañías, que tiene claro el dinero que está perdiendo o, al menos, dejando de ganar, dice que ha hecho vuelos de prueba que han demostrado no sufrir problemas. El angelito Eurocontrol hace valer su función primordial, que no es otra que la de garantizar la seguridad de viajeros y viajeras, y mantiene el consejo de cerrar los espacios aéreos, aunque dice que la decisión final depende de cada estado.

Evidentemente, las autoridades aeronáuticas estatales tienen una papeleta difícil, pero dudo muchísimo que ninguna de ellas se atreva a contradecir los consejos del ente continental porque no querrían hacerse responsables de las consecuencias y menos cuando la OTAN también sale a la palestra y dice haber hecho otros vuelos de prueba que sí han tenido problemas.

En medio de todo ello estamos las personas de a pie que no entendemos ni de aeronáutica ni de física volcánica ni de nubes de ceniza. De entre ellas seguramente todas las que tienen interés o necesidad de viajar escuchen con deleite al demonito y maldigan a ese ángel tan estricto que les castiga con la censura. Buena parte son las mismas que con frecuencia se quejan cuando tienen que hacer más colas de las previstas en un aeropuerto por controles de seguridad, pero también las primeras que se quejarán cuando un vuelo, independientemente de la causa, se convierte en tragedia.

Mientras tanto, la gente se busca la vida como puede para regresar a sus hogares o cumplir con sus compromisos pero los únicos que llenan titulares porque, pobrecitos, han tenido que chuparse un viaje hasta Milán en autobús, son los jugadores del Barça, cuyo presidente se encuentra entre los que odia los controles aeroportuarios. Será porque yo acostumbro a viajar en coche o será porque envidio sus nóminas, pero creo que si ha habido víctimas en todo esto, no son ellos las principales.

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