sábado, 10 de abril de 2010

Con la iglesia seguimos topando


Ricardo Blázquez se despide del obispado de Bilbao para convertirse en arzobispo de Valladolid. Ese es el motivo por el que ha ofrecido una entrevista a Radio Euskadi en la que, a parte de manifestar que tiene la impresión de que ETA va a renunciar pronto a la violencia y de comentar que sus inicios en el cargo en Bilbao fueron difíciles, ha valorado negativamente los casos de pederastia relacionados con la iglesia.

En el último tema, sin embargo, no se ha quedado ahí y ha intentado, supongo, romper una lanza a favor de los suyos. Ha dicho algo así como que parece como si sólo en la iglesia se diese tal fenómeno, pero que en muchos otros ámbitos también se da. Vaya, que viene a argumentar o bien una ya muy gastada teoría de la conspiración, o pretende quitar hierro a los hechos por aquello del mal de muchos, consuelo de tontos.

Me parece que el señor Blázquez no ha entendido que hay algo peor que el hecho de que haya curas pederastas, que no es ni más ni menos grave que el que lo sean profesores, entrenadores, camareros o funambulistas. El problema principal es que la iglesia es un estamento organizado y jerárquico, que ha tenido conocimiento de la actividad pederasta y que, como única respuesta, ha intentado correr un tupido velo.

Ninguna organización puede ser juzgada porque uno o algunos de sus miembros obren mal, pero sí lo puede ser si se convierte en cómplice y encubridora de criminales, especialmente si quien fue máximo responsable del encubrimiento ahora actúa de máximo responsable de la organización. Si la iglesia es incapaz de comprender un razonamiento tan simple, es que está aún más anclada en la edad media de lo que pensaba.

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