miércoles, 10 de febrero de 2010

¿Y los sindicatos qué?


Es sin duda una pregunta que ahora que se les ha pasado la patata caliente anda en boca de muchos. Otros no preguntan, sólo critican y dicen que no sirven para nada porque nada están haciendo por los montones de parados que se generan a diario. Los menos, no dicen nada.

Es fácil entender lo frustrante que puede ser para mucha gente encontrarse de golpe en la calle y dirigirse a donde piensan que le pueden solucionar sus problemas (aunque ni siquiera se hayan preocupado nunca de cotizar como afiliados) para oír un "no se puede hacer nada" o, en el mejor de los casos un "negociaremos la indemnización".

Lo que le cuesta entender a la gente, sin embargo, es que los sindicatos no tienen precisamente la paella por el mango. Los sindicatos no legislan, sinó que intentan influir en la legislación de otros y, lo sé muy bien, en eso no tienen ni mucho menos la mayor de las fuerzas. Y sobretodo no la tienen porque la gente no se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena y sólo recurren a ellos cuando ya tienen su carta de despido en las manos o el ERE sobre la mesa.

He asistido a diversas movilizaciones en los últimos meses y, la verdad, me ha decepcionado mucho ver cómo hay más afluencia a las celebraciones de títulos del Barça que a las reivindicaciones de ciertas medidas económicas. Así, los sindicatos, poco tienen que hacer.

No voy a defenderlos a capa y espada. Sé también muy bien que en ellos, como en cualquier organización grande, hay quien se preocupa más de sus silla que de lo que debería ocuparse. De todas formas los sindicatos son la única voz útil de los trabajadores y las trabajadoras y si no, que alguien me explique porqué el gobierno retira medidas por una simple amenaza (casi farol) de convocatoria de huelga general.

Los sindicatos son mejorables, seguro y el sistema de representatividad de los trabajadores y trabajadoras que se implantó con la democracia ha demostrado no hacer mucho por facilitar la unidad de acción. Seguro que muchos de los esfuerzos que se dedican a pugnas políticas internas y a guerras entre siglas podrían emplearse en cosas más útiles. Sin embargo, aún con todo, le pido a quien tenga dudas que, por un momento, se imagine cómo estaríamos ahora mismo en ausencia de ellos.

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