martes, 9 de febrero de 2010

¿Tan importante es la reforma?


A mí me enseñaron que, cuando alguien tiene fiebre, si se trata exclusivamente con antitérmicos y no se ataca el origen del síntoma, puede acabar agrabándose la situación. Parece ser, sin embargo, que en economía el tema no funciona así.

Ante una crisis que todo el mundo está definiendo como de la construcción y financiera, la medida más reclamada es una reforma laboral que, en el mejor de los casos, podría paliar el incremento de la tasa de desempleo pero que, en ningún caso, alibiaría la incapacidad para financiarse de las empresas ni la parálisis en el sector que había venido siendo el motor de nuestra economía.

La enfermedad de nuestro sistema no es el paro. El paro es un simple síntoma que denota la gravedad de una patología de origen financiero. Reformar el mercado de trabajo actúa de paracetamol, pero no de antibiótico. Si no le damos a nuestras empresas el crédito que necesitan para continuar su actividad, el resto no serán más que curas paliativas.

¿Y se ha intentado algo en ese sentido? pues resulta que el primer intento del ejecutivo fue soltarles una millonada a las entidades de crédito que debieron servir, básicamente, para mantener los sueldos de sus directivos. Después se hizo una línea de crédito oficial, también con los bancos y cajas de ahorro como mediadoras, que parece ser que no llegan tampoco a su destino.

Lo último, el FROM, que aunque no acabe funcionando de acuerdo con la teoría de mi amigo Mariano, tiene como finalidad facilitar a dichas entidades que engrosen las cifras del desempleo porque, ¿para qué si no para pagar indemnizaciones necesita nuevos recursos una empresa que se va a fusionar para reducir el número de oficinas, optimizar los servicios centrales y hacer más eficientes sus sistemas de trabajo?

En definitiva, que estamos haciendo de House, probando una medicina detrás de otra sin dar con la solución, cuando lo que hay detrás es un cáncer que hay que extirpar o, al menos, someter a radioterapia. ¿cómo? canalizando todos esos recursos directamente a las empresas y a las familias que tienen posibilidades razonables de consumo. Saltándose a las entidades financieras y dando respuesta directamente desde las entidades de crédito oficiales. Y si no hay estructura, se inventa, aunque haya que contratar para ello a unos cuantos de los empleados de banca que les sobran a las entidades privadas y alquilar algunos de los locales que están quedando vacíos por doquier.

Con todo esto, ¿podemos descartar la reforma laboral? Seguramente no. Todo esto no va a funcionar ya y mientras tanto tal vez habrá que repartirnos lo poco que queda del pan (que no pastel) y, por lo tanto, no sería ninguna locura plantearse lo que se ha dado en llamar el contrato alemán.

Soy consciente de que lo que planteo es muy fuerte y descabellado. De hecho, sería reformar el sistema financiero de verdad. Pero claro, seguramente, si se hiciese algo siquiera parecido a lo que propongo, habría quien tacharía a nuestro gobierno de socialista.

2 comentarios:

L o L i T a dijo...

Muchas gracias por el consuelo!!! :) Pero vaya, te he seguido la pista y me va a tocar ponerme seria en mi próximo post para rozar de lejos la agudeza de los tuyos!!! Muy interesante, si señor!

Encantada de encontrarte.
Un saludo.

Ramón Martín Cabeza dijo...

No por favor, no lo hagas. Cada cual a lo suyo: yo amargo el día con mis ácidas críticas y así tú lo alegras con tus saladas anécdotas.

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