miércoles, 17 de febrero de 2010

¿azar o suerte?


A veces, lo que parece ser una simple discusión semántica, encierra cuestiones mucho más profundas y complicadas que merecen, al menos, unos cuantos renglones en un intrascendente blog. Eso es lo que voy a intentar hacer en los siguientes párrafos (espero que no demasiados).

Muy a menudo, presos de un ataque del cómodo determinismo, nos aferramos a la suerte como causa de nuestros propios males o de las venturas ajenas. Con mucha facilidad nos lamentamos de nuestra mala suerte, por la que nos ha sucedido tal o cual cosa o achacamos a la buena suerte el éxito de otra persona. Sin embargo tal cosa no existe.

Sí que existe en cambio el azar. Dicho azar no es más que una cuestión estadística. Un reparto aleatorio de probabilidades de triunfo o de fracaso que, haciendo honor a la ya mencionada aleatoriedad, no se reparte de manera uniforme entre las personas. De hecho, el azar rige nuestras vidas mucho más allá de lo que nos pensamos. Nuestra propia existencia responde a la coincidencia azarosa de dos personas entre las que se produce una misteriosa química y que además deben cumplir, por lo menos, condiciones de fertilidad para concevirnos. En su defecto, deberá existir al menos una mujer con capacidad económica suficiente para acudir a métodos médicos substitutorios.

Una vez concevidos, resultará que el azar nos habrá dado unas cualidades determinadas en forma de genes y, además, nos habrá colocado en un medio que facilite en mayor o menor medida el éxito de nuestra campaña vital. No será lo mismo haber nacido en el seno de una familia bien situada de un país desarrollado de occidente, que haberlo hecho en medio de una tribu de algún desierto subsahariano, por ejemplo.

De ahí en adelante el azar se nos irá presentando en forma de oportunidades de éxito o de hándicaps inesperados contínuamente. Pero seguirán sin ser suerte. La suerte, en realidad, tendrá que ver más con la acepción taurina del término, es decir, con como lidiemos la situación. Será nuestra capacidad para afrontar los retos, de aprovechar las ocasiones que se nos presentan o de superar las dificultades que nos salgan al paso, lo que determinará que después alguien lamente nuestra mala fortuna o envidie lo contrario.

No hay dioses jugando a los dados ni diosas girando ruletas, simplemente hay vida que vivir y es cada cual quien toma las decisiones que cree oportunas para sacarla adelante. De nuestro acierto o no a la hora de tomarlas dependerá el fín de la historia. Si alguien aún tiene dudas al respecto, puede leer la historia del portero de prostíbulo, tal vez así se convencerá.

3 comentarios:

Mariano Puerta Len dijo...

El azar no existe. Si tiras una moneda al aire, las condiciones de velocidad del viento, inercia de la moneda, presión atmosférica, elasticidad del metal y de la superficie en la que rebota etc, determinan si saldrá cara o cruz. Como la cantidad de variables que intervienen resulta inmanejable para nosotros, somos incapaces de predecir qué pasará, decimos que es aleatorio. El azar es un eufemismo de nuestra ignorancia. En mi blog también hablé de ello hace algún tiempo.http://hoymehapasadoporlacabeza.blogspot.com/2009/04/una-version-de-la-voluntad.html

Ramón Martín Cabeza dijo...

Interesante aportación y mejor post en tu blog. De todas maneras y teniendo en cuenta que el sentido del mío era otro, te planteo una hipótesis: ¿y si todo es azaroso y el ser humano, incapaz de asumir la imprevisión, no ha hecho más que inventar normas (físicas, matemáticas, ...) que le explican y ayudan a predecir todo... o casi?

Mariano Puerta Len dijo...

Alguna vez intentaron explicarme lo del gato que está muerto y vivo en una caja y yo les maldije porque había pedido arroz con conejo.

Free counter and web stats