
Eso es lo que dice el tango y lo que debe pensar la judicatura cuando tarda más de diecisiete para iniciar la vista por la explosión de una pirotecnia que costó la vida a dos personas.
Mientras tanto, un amigo mío al que alguien acusó de injurias por preguntarle a un concejal si dormía con una mujer que no era la suya, tuvo juicio al cabo de un mes. Está pendiente de sentencia y no dudéis de que si se le condena a cualquier cosa os lo comentaré, porque será digno de comentario.
A todo esto, el señor Millet y sus millones siguen rondando por ahí y, quien sabe, tal vez se esté leyendo esto y pensando que en diecisiete años seguramente el destino ya habrá dado buena cuenta de sus huesos.
La verdad es que a mí me cuesta un poco entender todo esto y es que tenía muy claro que la justicia era ciega, lo que no había oído nunca es que, además, fuese tonta.
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