martes, 2 de febrero de 2010

Reagrupémonos


Vaya por delante que no soy independentista. No lo soy porque no creo en los nacionalismos excluyentes y porque considero que en un mundo en que un estornudo de Wall Street tiene efecto laxante en la bolsa de Madrid, en que cada vez que se cabrea Bin Laden sube la gasolina y en que si Bruselas hace un giño nos suben la edad de jubilación, lo de la independencia es, como mucho, relativo.

Aún así, y como intento no ser anti casi nada, alguien podría convencerme de que un proyecto independentista vale la pena si me demostrase que socialmente el mundo, y por extensión yo, saldría ganando algo, y que no se trata tan sólo de la independencia como objetivo por oposición a los otros y sin más contenido.

Algo de eso se podría haber pensado cuando un grupo de gente se excindió de Esquerra Republicana de Catalunya para crear un partido independentista llamado Reagrupament. No es la primera experiencia, si recordamos el fracasado Partit per la Independència de un político venido a menos y una política convertida en comentarista televisiva.

Pero se podría haber pensado que eso del independentismo puede tener más fondo que el puro enunciado y que por eso, por los matices que lo acompañan, hacía falta un nuevo partido que lo defendiese a pesar de que el originario ya ha puesto fecha al referéndum para la autodeterminación.

Sin embargo, analicemos: resulta que un tal Carretero decide irse de ERC porque no se siente a gusto y se lleva con él a los militantes más críticos con la dirección del partido. Pero resulta que, cuando el nuevo partido se organiza, la base le dice al tal Carretero que quizá no sea él quien mande y éste se enfada y se va. Lo más grave, parece ser, no es que se vaya él, sino que su huída puede significar la no llegada del crack mediático: un presidente deportivo hexacontento. Ante tal amenaza, el partido reacciona y los críticos del partido crítico deciden dimitir para no poner en peligro el liderazgo del tal Carretero, que rápidamente se retrae y vuelve a tomar las riendas.

Si el análisis es correcto (y al menos esto es lo que ha trascendido a la opinión pública), no se trata de una cuestión ideológica, sinó de liderazgo. Si se me permite el chiste fácil, sólo puede tirar del carro el Carretero. Si todo lo que me ofrece el independentismo, justo en un momento en que creo que mucha gente estamos por temas más urgentes que el soberanismo, es una discusión personalista basada en el afán de protagonismo de ciertas personas, seguirán sin convencerme.

Y yo propongo: ¿y si nos regrupamos todos? Y por todos me refiero a soberanistas y no. Me refiero a los que nos preocupe que, venga de Madrid, de Barcelona o de Bruselas, nuestra población desocupada necesita empleo, nuestra tercera edad recursos y nuestra población dependiente cuidados. Reagrupémonos todos por la defensa de un sitio (como acabaron definiendo en Caiga Quien Caiga a Catalunya) donde lo importante seamos la gente, no "la" persona.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ramon, en aquest cas, més que una opinió discutible és parlar per boca d'ase. T'has quedat en el titular i no has vist més enllà.
Si vols el proper dia que et vegi t'ho explico amb més detall.
Signat: Un amic teu, independentista i reagrupat.

Ramón Martín Cabeza dijo...

Doncs sí, amic meu, t'agraïré que m'expliquis el que m'hagis d'explicar. I no, no m'he quedat en el titular, m'he quedat en el que ha trascendit als no reagrupats. Segurament, els qui hi esteu vinculats sabeu més coses i faríeu be d'explicar-les, no en privat, sinó en públic perquè els i les que tinguem el més mínim interés pel tema ho entenguem. Crec que hi sortiríeu guanyant.

Mariano Puerta Len dijo...

Un señor de derechas, patriota y con bigote, ¿puede no ser fascista?

Free counter and web stats