jueves, 18 de febrero de 2010

Oportunidades perdidas


Resulta que mi comarca, el Bages, está a punto de solicitar a la Generalitat lo que yo llamo "declaración de zona catastrófica". En realidad no es eso, pero se parece. Se trata de pedir no sé qué clasificación de la comarca que comporta que se considere prioritaria a la hora de desarrollar proyectos e inversiones debido a la frágil situación económica que ha originado la crisis.

No tengo duda de que las circunstacias de un territorio que contaba como mayores recursos económicos con alguna que otra sede de industrias multinacionales que han ido cerrando o reduciendo sus plantillas, las empresas de logística que las acompañaban, varias constructoras y el comercio doméstico que subsistía gracias a los salarios de las personas que trabajaban en los antes citados centros, sean como para solicitar tal tipo de ayuda.

Tampoco es que uno pueda ser muy optimista en cuanto al futuro si se tiene en cuenta las infraestructuras que nos rodean. La conexión con Barcelona por autopista implica el pago de un peaje considerable, por carretera convencional unas cuantas colas y por tren el mismo tiempo de recorrido que cuando se inauguró la línea, sin que haya previsión de crear una nueva. El eje transversal, que debía conectarnos con Girona y Lleida y de ahí, con Francia o con el resto de España, nació pequeño y su desdoblamiento puede ir para largo vista la evolución económica.

Ante todo esto podría ahora mismo entonar un canto plañidero si pensase que toda la culpa es de otros y que el Bages ha sido la eterna olvidada del mundo. En parte es así y en más de una ocasión se han desoído nuestras reivindicaciones. Supongo que ciento cincuenta mil voces serían pocas para hacerse oír si alguna vez se hubiesen puesto de acuerdo.

Sin embargo, lo más triste son las oportunidades perdidas. No hace mucho me negué a firmar en contra de un proyecto de aeropuerto que habría generado ruído cerca de una urbanización, pero aún así el aeropuerto no se construyó. El karting que podría haberse construído a los pies del Collbaix y que habría sido un mini-Montmeló también fue rechazado popularmente y tuvieron que descartarlo. Afortunadamente, a pesar de la gran oposición ciudadana, la prisión de Lledoners sí que fue construída para ofrecer trabajo no sólo a unos cientos de funcionarios y funcionarias, sinó también a algunas empresas de servicios.

La personalidad del Bages, de hecho, se refleja también en su capital, donde aún no se tiene claro que se deba asumir la capitalidad de una de las futuras Veguerías, que podría ir a parar perfectamente a Vic, una ciudad con la mitad de habitantes pero que ya cuenta, por ejemplo, con universidad, mientras Manresa sólo tiene algunas escuelas universitarias adscritas.

No sé cuál es la realidad de otros territorios del mundo mundial que actualmente se encuentran en situaciones peores, pero seguramente también les faltó la vista suficiente como para entender que la torna acompaña al buen bistec. Quisiera no pensar que una tierra que se ganó el título de noble y leal, se sublevó contra los franceses y hasta se declaró república y acuñó moneda propia se está dejando vencer por sus propios prejuicios.

Me encantaría pensar que mi comarca levantará la cabeza y que encontrará por fín la senda del progreso, pero para ello tendremos que dejar de sumar oportunidades perdidas.

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