sábado, 27 de febrero de 2010

Opiniones ajenas


El otro día vi que uno de mis Facebook-amigos había escrito en su muro una cita de un político del partido en el que él milita. Tal vez no debí hacerlo, pero me dio por replicarlo de mi propia cosecha. Su respuesta no fue otra que la de facilitarme unos enlaces que contradecían mis argumentos, que curiosamente colgaban del dominio de otro miembro del mismo partido y que, eso sí, venían firmados por catedráticos universitarios.

La anécdota la explico únicamente a título ilustrativo de la reflexión que viene ahora: Me preocupa enormemente que los militantes de las organizaciones políticas, sindicales y sociales en general sigan a pies juntillas la doctrina oficial de éstas sin añadirles el más mínimo sentido crítico. Me preocupa que los incipientes valores del activismo social hayan sustituído el ímpetu transformador por la fe ciega en sus gurús.

Es evidente que cuando alguien forma parte de una organización debe ser porque coincide en buena parte con el ideario de ésta, pero ello no es motivo para que ese ideario sea la única argumentación posible para responder cuando se le cuestiona. Mal vamos si la opinión personal ha muerto a manos de la disciplina de partido o del ideario oficialista.

2 comentarios:

Mariano Puerta Len dijo...

Simple pereza mental. Por eso tienen éxito los libros de citas, te ahorran incluso el esfuerzo de entender libros de verdad.

Ramón Martín Cabeza dijo...

Y encima son muy socorridos: te pregunten sobre lo que te pregunten, sueltas la cita de turno, ¿no?

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