lunes, 8 de febrero de 2010

Y ahora Veguerías


Poco a poco vamos reevolucionando en Catalunya y dejaremos atrás la romana división en provincias para recuperar las medievales veguerías, todo un éxito. Supongo que como manresano debería sentirme supersatisfecho porque, según parece, tengo muchas posibilidades de convertirme en habitante de una capital. Sin embargo, me siento un tanto indiferente.

Supongo que mi indiferencia se origina en mi creencia de que las diputaciones, a parte de como simples asesorías de ayuntamientos, han actuado como refugio de políticos que requerían salir de la administración municipal pero les faltaba talla para llegar a más.

Supongo que mi indiferencia se alimenta del éxito de los consejos comarcales, que han vivido constantemente de los recursos que graciosamente le transmitían las administraciones de rango superior y que, como mucho, han podido ofrecer algún que otro apoyo a los pequeños ayuntamientos de su territorio a cambio de que se colocasen en él otros tantos políticos que dejaban de tener sitio en las administraciones municipales.

Y supongo que mi indiferencia se sustenta en el hecho de que el ir y volver a la división administrativa medieval no cambiará nunca los privilegios que en esa misma época ya disfrutaba Barcelona, la ciudad a la que nadie podía exigir tributo y a la que todo el mundo debía servir.

Después de que el gobierno crease la figura de los subdelegados de la Generalitat de los que aún desconozco sus competencias, nos repiten hasta la saciedad que esta nueva división servirá para descentralizar la Generalitat. Tal vez sea demasiado excéptico, pero tengo mis dudas.

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