miércoles, 10 de febrero de 2010

El momento de Pío


Ayer el Señor Pío García Escudero, senador español por el PP, tuvo el que pudo haber sido su momento de gloria. Estuvo a punto de serlo, pero no lo fue porque, a mi entender, no supo rematar la faena.

El señor García estaba muy disgustado por como el gobierno actual ha conducido hasta ahora la crisis. Hasta ahí, la inmensa mayoría de la población de este país puede estar de acuerdo con él. Estaba casi indignado y se despachó a gusto con el señor Rodríguez (sigo sin saber porqué le llaman Zapatero), como parece ser que mandan los cánones democráticos españoles a la oposición pero, insisto, no supo rematar la faena.

No supo porque una crítica sin más, un quejarse por quejarse, sin aportar una sola idea, sin poder reprochar si quiera que se haya despreciado alguna idea lanzada en el pasado, sin acabar ofreciéndose a colaborar en la búsqueda de soluciones, puede ser admisible en aquellos y aquellas que agradecerán que se prolonguen 6 meses más las ayudas de 420 €, pero no en un político que forma parte del partido que pretende ser la alternativa de gobierno.

Espero que algún día nuestra democracia madure y, en consecuencia, nuestros políticos sean capaces de entender que el cargo no es el objetivo, sinó el medio para poder trabajar por el bien de esta sociedad. Para lo contrario, para encarnizarse continuamente los unos con los otros y lanzarse verbos envenenados que sólo pretenden restarle votos al enemigo, para eso, mejor sería no decir ni pío.

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