jueves, 4 de febrero de 2010

El mundo al revés


Mi reflexión de hoy se refiere a una imagen de ayer. La de un barrio recibiendo a la Ertzaintza y a la Policía Nacional a golpe de cacerola cuando se dirigían a registrar el domicilio de un etarra en Ondarroa. Esa imagen se asoció rápidamente en mi mente a la ya habitual de los agentes de la policía autónoma vasca con la cara oculta tras un pasamontañas.

Seguramente los tiempos han cambiado mucho, pero toda la vida el pasamontañas había sido la prenda usada por los malos, los fuera de la ley, y no precisamente por los responsables de hacerla cumplir. En Euskadi, en cambio, o al menos en algunos rincones de ella, el mundo es al revés y son los agentes de la autoridad los que deben ocultar su rostro para no ser reconocidos, como si el delito consistiese en estar de parte de la ley.

No quiero hablar como si entendiese del conflicto al que llaman vasco, como si sólo incumbiese a ese territorio. Quiero hablar como alguien a quien le resulta bastante difícil, por no decir imposible, entender dicha situación. Resulta complicado imaginar soluciones a un problema del que no acabas de entender el enunciado y ese es el caso de Euskadi.

Tal vez sí. Tal vez sea el conflicto vasco, pero no porque sólo afecte al pueblo vasco, sinó porque nadie desde fuera es capaz de entenderlo y mucho menos de buscarle una solución, si es que existe.

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