sábado, 15 de mayo de 2010

En el lado equivocado


Pues sí. Yo soy uno de los muchos a los que le bajarán el sueldo a partir de julio. Ya sé que más de una persona pensará que aún debería estar contento porque hay mucha otra gente que está viviendo paupérrimamente desde que perdió su empleo, pero a mí eso no me consuela.

Y no me consuela, sobre todo, porque nadie va a recortarme a mí el sueldo para reflotar empresas que vuelvan a contratar a quienes perdieron el trabajo últimamente. Ni siquiera se ha visto el más mínimo atisbo de que se vaya a utilizar el dinero que yo y mucha otra gente dejaremos de cobrar para, por fin, cambiar ese modelo productivo que nos lleve a una fórmula de futuro.

En realidad, el movimiento que ha propuesto el ejecutivo socialista no es más que una operación de márketing para intentar convencer a las grandes entidades inversoras de que la deuda española es un valor seguro y tranquilizar los mercados.

O sea, que mi sacrificio forzoso servirá para que en alguna bolsa del mundo alguien se forre aún más aprovechando una subida momentánea de acciones que pueda vender al día siguiente para que bajen de nuevo como ya ha pasado dos veces esta semana.

¡Me encanta este apasionante juego de la economía! De verdad es apasionante, la única pega es que a mí me ha tocado jugar del lado de los que siempre pierden.

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