martes, 14 de junio de 2011

Sobre pactos y pactitos

Por lo que deduzco de las tertulias y comentarios que he podido escuchar en los medios de comunicación, la gran mayoría de quienes tienen el derecho a opinar en ellos deben entender mucho de política estatal o incluso autonómica, pero saben poco de administración local.

La verdad es que a mí me costaría mucho entender que los votos de socialistas o comunistas sirviesen por activa o por pasiva para investir presidente del gobierno a Rajoy. Incluso me resultaría extraño que facilitasen la toma de posesión de alguna presidencia autonómica a los populares si existiese otra opción pero, tratándose de alcaldías, las cosas pueden cambiar sustancialmente.

Seguramente existen ayuntamientos en los que la disciplina de partido es tan férrea como pueda serlo en los parlamentos porque, de hecho, hay ayuntamientos (Barcelona, Madrid, Valencia, ... ) que gobiernan a tanta o más gente que alguna autonomía, pero a medida que la escala se va reduciendo las cosas cambian.

Y cambian, en muchas ocasiones, afortunadamente. Lo hacen porque en los ayuntamientos (insisto, como más pequeños, más) no se aprueban grandes leyes ni presupuestos estratosféricos, sino que hay que hacer frente a los verdaderos problemas cotidianos de la gente con unos exiguos recursos (creo que ya hace mucho tiempo que opiné sobre la financiación municipal, aunque tal vez debería dedicarle un post entero algún día).

Además quienes han decidido aspirar a una alcaldía de un municipio pequeño muy posiblemente no pretendan ningún gran honor en su partido y, por el contrario, sí que tienen que responder a diario, desde en el bar hasta en la carnicería, de su gestión en el cargo. De manera que, si el partido les exige equilibrios extraños o alianzas con personas en las que no confían (personas, no partidos), es razonable que decidan hacer caso omiso a dicha exigencia.

Así andan ahora PSOE e IU, expulsando en un caso y expedientando en el otro a su gente porque no han entendido que las recetas de las cortes no sirven en la casa del pueblo y porque se dedicaron a pregonar promesas preelectorales de no pactar con según quien que no estaban pensadas desde donde se debían cumplir.

Quizás eso pase demasiado a menudo. Tal vez nuestros partidos hayan olvidado que la Moncloa puede ser un objetivo, pero no el objetivo por el que todo vale. Valdría la pena que recordasen que desde Madrid se arreglan algunos, pero no la mayoría de los problemas de la gente de Villanueva de la Jara. Ojalá y tuviesen presente que para quienes tienen verdadera vocación política (que no demagógica) y se presentan a esas alcaldías ellos deberían constituir un apoyo necesario, nunca un obstáculo insalvable.

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