jueves, 3 de noviembre de 2011

A mí que no me pregunten

La que ha liado el tal Papandreu con su idea de convocar un referéndum para preguntar a su ciudadanía no sé qué sobre el plan de rescate europeo a Grecia. Estoy segurísimo de que mucha gente defenderá que precisamente eso es lo que tendrían que hacer con más frecuencia quienes gobiernan y, de hecho, a eso se deben referir todas esas personas indignadas que piden una democracia real. Yo, sinceramente, discrepo.

La verdad es que, si yo fuese griego y teniendo en cuenta que no se sabe exactamente que es lo que se va a preguntar, no tendría ni idea de qué responder. La situación en Grecia es tan delicada que entre quienes se supone que entienden existen discrepancias, así que pretender que yo participe de una decisión de la cual no puedo tener conocimiento suficiente lo considero una irresponsabilidad.

Ese es mi punto de vista, es decir, el de una persona con una inteligencia media, una formación universitaria (aunque de poco prestigio) y un cierto interés por las cuestiones políticas y económicas. Debo ser, más o menos, un ciudadano de la media. Por lo tanto en un referéndum participaría gente mucho más capacitada que yo para dar una respuesta informada a la pregunta. Sin embargo, también tendría derecho a participar el 50% de población incapaz de dar una respuesta mínimamente razonada al asunto y que lo haría en función del tiempo climático del día de la votación, de la simpatía hacia quienes defiendan una u otra opción o por llevarle la contraria al vecino del quinto.

Así las cosas, creo que pasar un asunto así a sufragio popular es algo así como escurrir el bulto a la hora de tomar la decisión más delicada que debe haber tomado alguien en la historia reciente de Grecia. Pasase lo que pasase después, la culpa sería del pueblo. Y todo eso, contando con que no se hiciese trampa en la pregunta, que es lo más probable.

Nuestra representación en cortes y gobiernos nos puede gustar más o menos. Para eso podemos expresarnos en cada comicio e, incluso, concurrir a ellos. En todo caso esas son las personas que ostentan una responsabilidad ineludible por la que cobran y para cuyo desempeño se rodean de gente que debería ser conocedora de los temas que les conciernen.

Queda mucho por avanzar en cuanto a las consecuencias que deberían tener para quienes nos mandan las decisiones erróneas y, en su caso, las malintencionadas; pero pretender que quienes nos representan (aunque haya quien no lo sienta así) nos consulten cada decisión no es sólo una cuestión utópica, sino también una irresponsabilidad en la práctica.

Yo ya voté a quien creí oportuno. Ahora quien ganó que decida y que lo haga bien (que no necesariamente a mi gusto). Yo ya les criticaré, que siempre resulta higiénico pero a mí que no me pregunten porque no sé ni tengo porqué.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ramón, Ramón.....
¿Por qué piensas así?

uy!! perdona!! te he hecho una pregunta!! no fué mi intención...

FELIX

Mariano Puerta Len dijo...

Queda feo autocitarse, pero...
http://hoymehapasadoporlacabeza.blogspot.com/2011/05/un-poco-de-despotismo-ilustrado-por.html

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