miércoles, 5 de octubre de 2011

Hablé con ella

No es que fuese la primera vez. En casi 16 años de matrimonio lo hemos hecho más veces, pero nunca hasta ahora me había propiciado una entrada en el blog. Tampoco es que me dijese algo tan novedoso y, posiblemente por eso, por repetitivo, he decidido desahogarme de una vez.

La situación en el trabajo de mi mujer se enrarece. Los recortes en la sanidad catalana han llevado a plantear un ultimátum de aquellos que ahora tanto se llevan al personal del hospital en el que nos conocimos. Nada de todo eso es extraordinario, como tampoco lo es la reacción del personal, en un tono muy similar al que sufrí como representante del personal en el ayuntamiento en que trabajo.

Supongo que forma parte de la elaboración del duelo. Entre la negación y la ira aparece un victimismo recalcitrante. Frases como "que paguen ellos", "no nos merecemos esto", "la culpa no es nuestra" o "todo recae sobre nosotros" se repiten entre la gente que reparte las culpas del asunto entre la clase política, las entidades financieras y la especulación.

Pues bien, no voy a decir ahora, después de todo lo que he escrito, que la clase política se haya comportado adecuadamente en la gestión de los buenos tiempos. Dejando de lado las posibles corrupciones, el despilfarro ha sido de tal magnitud que ahora el endeudamiento se supone que nos ha dejado en el más absoluto de los bloqueos.

Sin embargo, de toda esa gente que ahora critica, debió ser un ínfimo número el que criticó en su día que se construyesen aeropuertos inútiles o se desdoblasen carreteras sin tráfico. Todo el mundo exigía un Centro de Atención Primaria (de esos que ahora no se pueden sostener) a la vuelta de su esquina, independientemente de que en su barrio o pueblo viviesen cuatro gatos.

Criticamos, sí, la gestión de la Seguridad Social pero ¿quién no conoce a alguien que cobra una invalidez y podría estar ocupando nuestro puesto de trabajo? ¿nadie ha colado con la cartilla de pensionista del abuelo los medicamentos de la niña? ¿Es inimaginable que alguien haya encubierto con un par de días de baja una ausencia no justificada al trabajo?

Lo he comentado con mucha gente y creo ser la única persona que conozco que en las últimas elecciones generales votó a un partido político porque prometió subir los impuestos. ¿Seguro que nadie votaba a quien prometía bajarlos?

El sistema financiero ha sido el catalizador de nuestra situación actual al olvidarse del interés social y del riesgo a la  hora de hacer negocio, pero ¿de veras nadie sabía que le estaban ofreciendo un crédito por mucho más valor del que tenía lo que compraba? ¿Seguro que no había quien, conscientemente, se hipotecaba más allá de su capacidad realista para pagarse vacaciones o coches nuevos?

Y la especulación financiera ha sido y sigue siendo el factor concomitante más grave de todo el proceso pero ¿Todo el mundo sabe en qué se invierte el dinero que tiene depositado en fondos de inversión o de pensiones? ¿Cuánta gente está ahora mismo retirando su dinero de esos productos para invertirlos en la banca ética?

He defendido (y pienso seguir haciéndolo) a las personas trabajadoras (a las gandulas siempre me ha costado un poco más) ante cualquier injusticia patronal pero, antes de quejarnos de que pretendan recortarnos sueldos ¿Hemos cambiado alguno de nuestros hábitos despilfarradores en nuestro desempeño profesional? ¿Cuántos niños y niñas imprimen sus trabajos escolares en folios hurtados del trabajo de sus progenitores?

Será porque me dediqué en su día al prevencionismo que no me gusta hablar de culpas (eso lo dejo para la carrera judicial) porque, entre otras cosas, siempre suena a castigo. Sé que el barco se hunde y me obligan a achicar agua. Yo no hice el boquete así que... ¿me niego a bombear? Ya llegará el tiempo de exigir responsabilidades . De hecho, podemos empezar a hacerlo el 20N con una parte y a diario con otras si nos pensamos un poco mejor lo que hacemos con nuestros ahorros.

Escudarse en que otra gente lo hizo peor o tiene mayor responsabilidad no nos ayudará ni a salir de ésta ni a evitar la próxima (que yo pronostico definitiva), así que tal vez deberíamos empezar a autoanalizarnos en parte y a estar en disposición de rectificar aquello que esté en nuestras manos y, sobretodo, a enseñar a nuestra descendencia a no cometer nuestros mismos errores.

Yo, por mi parte, voy a empezar a asumir los míos y, en consecuencia, no volveré a haceros víctimas de mis conversaciones familiares.

2 comentarios:

Unknown dijo...

No saps com arribo a coincidir amb el teu anàlisi de la situació actual. Jo afegiria que si tenim alguns polítics corruptes és perquè la societat és corrupte. I tots hem estat còmplices d'aquesta situació (bé, els habitants del primer món que no estan exclosos de la societat) encara que no tinguéssim els coneixements com per a ser-ne conscients.

Avui precisament li deia al meu home que, si ens toqués una bona primitiva, saldaríem la santa hipoteca i li diríem "bye, bye" al banc per treballar, exclusivament, amb banca ètica... De moment somnis!!!

Ramón Martín Cabeza dijo...

Jo no sé si m'atreviria a dir que la societat és corrupta. De fet, no m'agrada massa parlar de la societat, que és la manera de fer impersonals a les persones i de desresponsabilitzar-nos dels nostres actes.

En tot cas, estem d'acord, a la política no hi ha més que una mostra més o menys representativa de la població i no crec que hi hagi més incidència de corruptes que a la resta d'estaments.

Vaja, que si ens deixessin a tu i a mi, potser podriem fer un mon una mica menys dolent, no?

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