miércoles, 8 de septiembre de 2010

La ambigüedad estratégica


Se abrió la veda. Las elecciones al Parlamente de Catalunya ya tienen fecha. No es que importe mucho el día concreto, pero la confirmación viene a ser el pistoletazo de salida a una carrera que debería ser hacia algo más que el ansiado despacho en la Plaça St. Jaume pero que, lamentablemente, no tiene pinta de ninguna otra cosa.

Seguramente tendré ocasión de ir opinando de los movimientos de todos y cada uno de los partidos y sus líderes, pero hoy le toca al juez que indicó la salida, que no es otro que José Montilla (¿o es Josep, aunque sin Maria?).

Montilla encara las próximas elecciones con un mensaje oficial que, en realidad, me genera dudas sobre si ha sido pronunciado por el President o por el candidato del PSC-PSOE. Lo ha hecho en castellano y en catalán, lo que no me resultaría especialmente curioso si fuese una práctica habitual, pero es que no recuerdo haberle visto hacer tal cosa en toda la legislatura. Y lo ha hecho con un discurso que busca la ambigüedad necesaria para que cada uno interprete lo que más le interese en el talón de Aquiles ideario teórico de su partido: el discurso identitario de Catalunya.

Tal vez algún día el PSC decidirá apostar por su marca propia pero de momento saben que el riesgo que ello entraña es importante. La división tanto entre la afiliación como entre el electorado del partido entre catalanistas del PSC y españolistas del PSOE es importante y definirse por cualquiera de las dos opciones de manera clara pondría en evidente riesgo tanto los resultados electorales como la unidad del propio partido.

Lo preocupante de todo ello no es el debate legítimo en el seno de una organización política. Lo que de veras importa es que la incapacidad para resolver el dilema o, dicho de otra manera, el miedo a que la definición tenga un precio, hace que las acciones de gobierno que debiera liderar dicho partido sufran de la misma indefinición y naveguen sin un rumbo decidido, lo que no ayuda para nada a la hora de orientarse en el panorama político catalán.

Quien pretenda defender que las elecciones legislativas son válidas como consulta popular, debería tener el máximo interés en dejar bien claro qué opción defiende quien les vote. No creo que en eso precisamente, el PSC esté dando ejemplo.

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