martes, 1 de marzo de 2011

Dictadores y dictadores

Es evidente que las dictaduras empiezan a estar pasadas de moda y que, seguramente, nunca fueron buenas. Aún así, creo que los recientes acontecimientos norteafricanos nos demuestran que hasta en esto de los dictadores (y lo digo en masculino porque no creo que haya habido muchas dictadoras) hay clases y clases.

Como creo que todas las personas acabamos durmiendo única y exclusivamente con nuestra conciencia y que, en consecuencia, es la única con quien tenemos la ineludible obligación de conciliarnos para evitar autoimponernos la pena capital, considero que la mayoría de dictadores de la historia han estado convencidos a su manera de que estaban haciéndole un gran favor a su patria y, por ende, a sus compatriotas.

Habrá quien alegará que es imposible que alguien piense eso mientras oprime, maltrata, tortura o ejecuta a, tranquilamente, la mitad de la población. Estoy casi seguro de que para ellos, esa media población eran otra cosa. Algo así como el peligro para la buena ciudadanía, para quienes de veras merecían heredar la patria.

Aún sin compartir ese punto de vista, me cuesta poco entender que en Egipto o en Túnez los gobiernos autoritarios aguantasen el descontento ciudadano hasta que tuvieron la constatación de que no eran sólo aquellos otros quienes se oponían a ellos, sino que estaban solos. Llegados a ese momento, conscientes o no (seguramente no) del mal que habían hecho en la tierra que creían defender, su instinto de supervivencia les obliga a desparecer de escena.

Pero lo de Libia o, mejor dicho, lo de esa especie de Michael Jackson en versión dictador que es Muammar al-Gadaffi, es diferente. Que a estas alturas defienda teorías de la conspiración y niegue que su pueblo se haya revelado contra él, no es más que la muestra de un enajenación mental que, por desgracia, está costando demasiadas vidas. Una locura que seguramente se ha ido cociendo a fuego lento durante demasiados años de poder absoluto y que se ha alimentado, en gran parte, por parte de muchos de los que ahora lo repudian y amenazan desde el extranjero. Claro que, esto último, sería tema de otro post.

4 comentarios:

Cristina dijo...

Ay Ramon, pobre Libia: a un lado del oleoducto tanto petroleo y al otro lado tanta hipocresía. ¿Por qué junta de los tubos se estarían perdiendo los derechos humanos hasta ahora, mientras todos mirábamos para otro lado?

Mariano Puerta Len dijo...

Hace unos días, leí en Le Temps que Ben Alí no quería salir del país y que su mujer le gritó "sube al avión, imbécil". Él también estaba convencido de la bondad de siu gobierno.

Gabriela dijo...

Això de "súbete al avión imbécil" tambié ho he llegit, crec que a La Vanguardia. Es veu que el dictador va tenir un rampell d'orgull i volia sortir com un heroi i no per cames. Les dones sempre més pragmàtiques!

Parlant d'una altra cosa. Estic enganxada a Fringe, ho veig en anglès! Quina flipada! D'aquesta que parlo en anglès, segur!

Ramón Martín Cabeza dijo...

Doncs jo no sé que és Fringe i més aviat estic enganxat al fridge.

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