jueves, 24 de marzo de 2011

Un dilema llamado Sortu

Creo que no soy nada sospechoso de simpatizar con ningún tipo de violencia y menos con la terrorista. Tampoco creo que nadie me cuente entre los más proclives a los nacionalismos en general ni a los independentismos en particular. Tal vez sea por ello por lo que el fenómeno Sortu me genera un dilema.

No conozco al detalle la ley de partidos, aunque creo entender su justificación: no es razonable legalizar en la esfera política a ninguna formación que defienda alejarse de las más básicas normas de convivencia democrática para lograr sus objetivos. Así, podía estar más que justificada la ilegalización de Batasuna.

En el mismo marco, entiendo que cualquiera de las formaciones que han ido apareciendo con posterioridad en forma de marca blanca camuflada del mismo partido proetarra sin hacer ninguna renuncia clara a la vía de violencia eran igualmente denunciables e ilegalizables.

Pero cuando parte de la gente que había militado en Batasuna decide, sin esconderse, crear un nuevo partido que rechaza estatutariamente la violencia como camino para alcanzar sus objetivos políticos, me cuesta bastante más entender la decisión de prohibirlo. Parece ser que se le acusa de ser la continuidad de Batasuna y ahí sería donde estribaría el dilema: ¿continuidad o evolución?

Si alguien tiene pruebas claras de que Sortu pretende ser el brazo político de una banda armada y colaborar activamente con ella, que sea por esos motivos por los que se le considere ilícita. Pero si lo que a alguien le asusta es que el independentismo vasco más radical haya sido capaz de madurar y entender que en pleno siglo XXI la vía política es la única posible para alcanzar la autodeterminación y que el terrorismo nunca será un atajo, entonces estamos ante un grave problema.

El camino para acabar con ETA no ha cambiado. Estoy harto de oír que para eliminarla hay que aislarla. Pero para ello no bastará nunca con acciones legales contra quienes empuñan las armas, que no son más que sicarios y sicarias que nunca renunciarán voluntariamente a su actividad profesional. El aislamiento social es imprescindible y éste dificilmente llegará sin una alternativa para la defensa de los intereses abertzales.

En definitiva, no sé si Sortu es la herencia de Batasuna o su alternativa, pero los partidos autodenominados demócratas tendrían que empezar a hacerse a la idea de que, espero que más temprano que tarde, tendrán que compartir el panorama político con formaciones que defiendan la misma ideología, aunque con diferente metodología. No aceptarlo sería intentar criminalizar ideas y eso, que yo sepa, en democracia no se estila.

No hay comentarios:

Free counter and web stats