
Ya hace unos cuantos años que aprendí que aquello no estaba bien. Lo sé porque me enseñaron que estaba mal que unos seres poco menos que superiores como los humanos actuasen tan cruelmente con aquellos indefensos insectos. Pero entonces la tierra tiembla y un tsunami se lleva por delante buena parte de una de las poblaciones humanas más preparadas para soportar ese tipo de tragedias.
En estos casos uno se da cuenta de que, en realidad, no somos más que un puñado de hormiguitas en un universo inmenso y que nuestra trascendencia es ínfima. Llevamos años creyendo estar más cerca de los dioses que de los insectos, pero tal vez deberíamos darnos un baño de humildad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario