miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuestión de orden

Cuando un individuo de tan poca vocación religiosa como yo se cruza por la calle con una señora vestida con un hábito y un crucifijo piensa simplemente: una monja. Es consciente de que algunas van de blanco, otras de negro, algunas de marrón... pero piensa que es una simple cuestión estética y les atribuye a todas más o menos los mismos votos que parece ser que no son otros que los de San Francisco: castidad, pobreza y obediencia.

Pues por lo visto obedientes deberían serlo todas y la castidad se les supone tanto como el valor en el ejército, pero el tema de la pobreza no es una cuestión tan generalizada en los distintos órdenes monásticos. He ahí el motivo por el que en un convento cisterciense se puede robar un millón y medio de euros, es decir, lo que supondría más o menos mi sueldo en cincuenta y cinco años si no siguen recortándomelo vía decretazo.

Como no quería meter la pata al estilo del último post, he hecho una pequeña búsqueda y parece ser que las religiosas y los religiosos del orden del císter siguen la regla benedictina y ésta les obliga a ser humildes, pero no necesariamente pobres. Y la verdad es que en el caso de Zaragoza se han ganado fijo su anhelado reino de los cielos, porque conseguir ser humilde con unos doscientos cincuenta millones de las antiguas pesetas guardadas en un armario, tiene su buena parte de penitencia.

No voy a dudar de que el origen de ese dinero es totalmente legítimo, sea por la venta de los cuadros de su monja pintora, por la comercialización de galletitas artesanas o por donativos de devotas feligresas. Sin embargo, tres interrogantes me asaltan al respecto: ¿habrán declarado alguno de esos ingresos al fisco? Si lo han hecho, ¿habrán marcado en la declaración la casilla de aportación a la iglesia? ¿y a otros fines sociales?

Estoy seguro que sí, porque sin duda su fe, su entrega y su solidaridad no les habría dejado conciliar el sueño si no hubiesen compartido su fortuna con las personas más necesitadas de su comunidad. Y es que en eso sí que no hay distinción por razón de orden.

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