miércoles, 6 de octubre de 2010

¡Qué tonto he sido!

Debía tener yo doce o trece años, con lo que ya hace unos cuantos, cuando pasaba tardes tontas de verano encerrado en la habitación de jugar de mi casa. En ella se guardaba, entre otras cosas, la olvidada bicicleta ciclostática de mi madre así que decidí inventarme un entretenimiento nuevo. Ponía el radiocassette en marcha con la maravillosa cinta de "Pierre Chabrol y sus violines mágicos" que no sé qué caja de ahorros nos había regalado y me dedicaba a pedalear al ritmo de la música: ahora arpegio, ahora andante, ahora a todo trapo.

Todos estos años más tarde me he decidido por volver a la piscina que pago inútilmente, pero esta vez para aprovechar el gimnasio. Ayer participé en mi primera sesión de "Spinning" (a la cual sobreviví por los pelos) y he descubierto que no es otra cosa que el ridículo nombre con sonido inglés que le han puesto a mi entretenimiento infantil.

Pero eso no es todo. No sé cuantos años hace que se iniciaba la moda del Country (ahora le llaman linedance o algo así) en nuestra península, pero yo me resistí y sigo haciéndolo a probarlo. Y mantengo el razonamiento que hice el primer día: yo en esto no veo más que la versión yanqui de "Paquito el chocolatero".

No sé quién debió oírmelo decir, pero al cabo de unos meses la televisión emitía un anuncio en el que todos los clientes de un bar norteamericano dejaban de bailar Country para bailar al ritmo de "Paquito el chocolatero" a la que desembarcaban unas cuantas cervezas Sanmiguel.

La verdad es que he sido lo bastante ingenioso como para tener ideas y ser, posiblemente, el primero en tenerlas pero tan tonto como para no registrarlas. Estoy intentando aprender la lección, así que no os explicaré que algún día diseñaré fregaderas de cocina ajustables en altura, no vaya a ser que alguien me robe la idea y las acabe viendo anunciadas por televisión.

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