martes, 19 de octubre de 2010

El plato que se sirve frío

Sin tener mucha idea de ello, lo que está pasando en Can Barça me suena más a revancha personal que a cualquier otra cosa. No tengo ni idea de cuáles son los aspectos concretos que le parecen a Rosell dignos de denuncia, pero dudo que sean algo inhabitual el las presidencias de los clubes de fútbol. Estoy bastante seguro de que el maquillaje en los números de Laporta existieron pero, si eso fuese motivo para denunciar a un expresidente de club de fútbol, dudo que quedase alguno en este país por enjuiciar.

La verdad es que desconozco si es cierto que se hicieron gastos abusivos a cuenta de tarjetas de crédito del propio Barcelona pero, en todo caso, el hecho de que la actual Junta Directiva haya decidido interponer una demanda civil y no penal me lleva a pensar que excesivos o no, no deben considerarse fraudulentos.

Nunca sabremos qué pasó hace años entre Rosell y Laporta, pero seguro que dejó huella. Seguramente Sandro tendrá motivos suficientes para desear vengarse de Joan impidiéndole triunfar en su carrera política pero, aunque eso pueda ser humanamente justificable, no creo que el prestigio de un club deba ponerse en juego por un ajuste de cuentas entre dos excompañeros de junta.

Mi opinión en este caso más que en otros, no tiene ningún valor. No soy culé, el fútbol me interesa lo justo, Laporta no me cae bien y sobre Rosell no me he entretenido siquiera a formarme una opinión. Aún así creo firmemente que estaría bien que el actual presidente del Barça se esforzase en vengarse de su antecesor de la mejor manera en que puede hacerlo el máximo responsable de una entidad: gestionándola mejor y alcanzando metas mayores. Está claro que lo tiene difícil pero, si no se cree capaz de hacerlo, tal vez no debería haberse presentado a la elección.

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