domingo, 25 de julio de 2010

Fiesta a pesar de la tragedia


Por alguna extraña razón tendemos a olvidarnos de nuestra naturaleza animal y a considerarnos extremadamente diferentes de esos otros seres sobre los que creemos poseer un derecho preferente. De vez en cuando, sin embargo, suceden cosas que nos pueden hacer reflexionar sobre tales consideraciones.

Que el motivo sea una fiesta electrónica llamada Love Parade no es óbice para que el hecho de agolparse cerca de millón y medio de espécimenes en un escaso territorio me recuerde a las estampidas de la sabana africana.

Si además, por motivos totalmente ajenos a cualquier raciocinio, esos espécimenes empiezan a actuar de forma temeraria y a propinarse empujones hasta el punto de acabar con la vida de diecinueve de ellos y herir a cientos, eso no creo que nos haga merecedores de considerarnos muy diferentes en cuanto a comportamiento de cualquier otro animal de los que llamamos salvajes.

Pero es que, justamente, el motivo de la reunión era eso, una fiesta de música electrónica. Y de todas las imágenes que hasta el momento he podido ver del suceso, la que más me ha llamado la atención ha sido la de cómo continuaba la fiesta después de la masacre.

Si nuestra supuesta inteligencia superior está tan privada de sentimiento hacia nuestra propia especie que nos permite seguir disfrutando de la fiesta que ha matado a diecinueve personas, dudo que eso nos haga merecedores de ningún derecho por encima del de cualquier otra especie animal.

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