jueves, 15 de julio de 2010

Entre la ecología, la economía y el terrorismo


El 20 de abril un pozo petrolífero de la compañia BP explotó a unos 80 kilómetros de Luisiana, matando a 11 personas y dando pie a un vertido de crudo que hasta ayer no había podido ser mínimamente controlado. Desde ese momento las acciones de la multinacional empezaron a perder valor en el mercado hasta quedar reducido a la mitad a mediados de junio.

Hoy el vicepresidente de explotación de BP anunció que por fin la campana con la que intentaban reducir el vertido de petróleo al mar había funcionado y sus acciones recuperaron rápidamente buena parte de su valor perdido.

Visto así deberíamos pensar que los mercados bursátiles son mucho más sensibles desde un punto de vista ecológico de lo que nos pensamos. Eso sería si ignorásemos que lo que los mueve en realidad son las posibles sanciones a las que tenga que hacer frente BP y si ignoramos que, junto con la declaración sobre la campana, se hacía saber que la compañía influyó en la decisión del Reino Unido de liberar a Abdel Basset al Megrahi, el responsable de la matanza de 270 personas en un atentado aéreo en Lockerbie.

Difícilmente sabremos qué ha impulsado a quienes invierten en bolsa a comprar acciones de BP. Quien no quiera perder un punto de inocencia romántica pensará que ha sido la conciencia ecológica del mundo inversor pero quienes, como yo, crean que en la especulación la conciencia es un peso que nadie puede permitirse portear, fácilmente defenderán que el hecho de que se conozca tal nivel de influencia política de una compañía le confiere un valor mayor del que se pueda sospechar.

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