viernes, 5 de noviembre de 2010

Pervirtiendo el sistema

Espero que alguien desmienta todo el argumentario que voy a usar a continuación porque, de lo contrario, me sulfuraré definitivamente en contra de quienes mi querida prima Gabi trató de "pijos yendo a hacer de buenas personas mientras se lo pasan bien de viajecito por África".

No volveré a repetir mi opinión sobre si se deben o no pagar rescates a terroristas por parte de un estado, pero sí voy a expresar mi enojo porque encima, una de esas personas que fue rescatada con cargo a los presupuestos (los reservados, supongo) del estado haya decidido ahora solicitar una indemnización al propio estado como víctima del terrorismo.

Lo voy a criticar porque dudo que ese sea el espíritu del que emana la legislación al respecto. Puedo entender que se promulguen leyes para que a un estado se le puedan exigir responsabilidades subsidiarias por los delitos relacionados con los conflictos terroristas que no haya tenido capacidad de gestionar satisfactoriamente.

No entiendo, en cambio, que si un grupo de personas con la mejor de las intenciones decide adentrarse en un país en el que se sabe que existe un conflicto bélico, político o terrorista sobre el que nuestro gobierno tiene poca o ninguna capacidad de influencia, se pueda exigir a éste que se haga cargo de indemnizar a quien, en su momento, decide asumir el riesgo.

El segundo de estos planteamientos se me antoja una perversión del sistema muy parecida a muchas otras de aquellas que se dan en nuestra sociedad mediterránea en la que pesan mucho más los derechos individuales que las responsabilidades colectivas.

El concepto de papá estado protector y todopoderoso debería empezar a borrarse ya de nuestros subconscientes. La madurez de las personas exige un alto nivel de responsabilidad sobre los propios actos y, por ende, la capacidad para asumir sus consecuencias, sean positiva o negativas.

Así las cosas y viendo que Albert Vilalta ni necesita ni quiere la indemnización que se podría derivar de su reconocimiento como víctima del terrorismo sólo se me ocurren dos motivos que pueden justificar su pretensión: o es demasiado inmaduro para el cargo que ostenta o posee un afán de protagonismo patológico.

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