martes, 1 de junio de 2010

La complicidad silenciosa


Cuando un país tiene aislado por tierra, mar y aire a todo un pueblo, no puede sorprendernos que se atreva a abordar barcos en aguas internacionales y a matar a parte de su tripulación y, si la comunidad internacional tolera lo primero y permite que Israel se limpie el culo a diario con las resoluciones que dicta la ONU, tampoco es de extrañar que sea incapaz de acordar cualquier tipo de medida para sancionar eso.

Dicen los hebreos que los barcos de cooperantes que asaltaron brutalmente ayer transportaban armas de destrucción masiva. Poco imaginativos, ellos, a la hora de buscar excusas para justificar crímenes. Me resulta curioso que una tripulación pertrechada de tales instrumentos se defendiese con palos pero claro, de los integristas islámicos se puede esperar cualquier cosa.

Sea como sea, lo que hace Israel, en otros sitios, ha merecido tormentas del desierto, bloqueos internacionales e incluso leyes americanas prohibiendo el comercio con ellos. Israel viola el derecho internacional y los derechos humanos, pero no lo hace solo, el resto de países manifiestan con su silencio una sibilina complicidad que les resta, a mi juicio, credibilidad y autoridad moral para juzgar cualquiera de las atrocidades que acontecen a diario en el resto del mundo.

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