sábado, 23 de enero de 2010

Desconcierto nuclear


Andaba yo camino de Zarautz el vernao pasado mientras los noticiarios radiofónicos no paraban de martillear a cerca de una central nuclear que debería ser cerrada en Santa María de Garoña (Burgos) porque había cumplido ya la vida máxima inicialmente prevista para tales instalaciones. Sin embargo, desde la localidad y su comarca, se solicitaba insistentemente que se le concediese una prórroga porque, al parecer, en las diez legislaturas anteriores nadie había previsto una alternativa a aquella actividad económica y el cierre de la central podía suponer la pérdida de puestos de trabajo justo cuando la crisis empezaba a despuntar. El gobierno español accedió a dicha petición y Garoña sigue en funcionamiento.

No ha pasado ni un año y volvemos a tener otra polémica relacionada con los átomos. Resulta que está pendiente de construcción lo que llaman un cementerio nuclear y el municipio de Ascó tiene serios problemas para decidir si se presenta o no al concurso para otorgarlo.

La verdad es que mi incultura alcanza también las cuestiones relacionadas con la física nuclear, pero dudo mucho que el riesgo asociado con los cementerios nucleares sea mucho mayor que el de las centrales dado que no creo que tengan menores medidas de seguridad, el material almacenado es el residuo de las segundas y, por tanto, seguramente tenga menor poder radioactivo y, en todo, caso, no se le está forzando a reaccionar contínuamente. Lo que sí que sé es que una instalación de este tipo no se puede poner en cualquier sitio y que las zonas en que están instaladas las centrales son subsidiarias de contenerlos.

Pues bien, no entiendo porqué hace menos de un año, visto que los distintos gobiernos municipales, comarcales, autonómicos y estatales no habían previsto una alternativa para Garoña porque, por lo visto, cuatro legislaturas no es tiempo suficiente (o es demasiado tiempo) para plantearse nada, no se le ofreció a Garoña la opción de albergar el cementerio como actividad económica alternativa.

Tampoco entiendo porqué un ministro de industria que aprueba un plan, cuando se convierte en presidente de una autonomía, primero se abstiene cuando se vota en contra y luego se opone a que se desarrolle dicho plan en su comunidad autónoma.

Me cuesta entender porqué, teniendo en cuenta las compensaciones económicas que se deriban de la construcción de una instalación atómica, los ayuntamientos no se plantean invertirlo en el futuro económico del municipio. Pero, sobretodo, me costará entender que de aquí a unos años las mismas fuerzas políticas que hoy se movilizan por el no al cementerio se manifiesten para pedir una prórroga a una central o para exigir al gobierno de turno que solucione un problema económico que no se ha sido capaz de abordar en cuarenta años.

No me estoy posicionando ni a favor ni en contra de la energía nuclear. Ni los políticos ni los científicos son capaces de decidirse y no voy a hacerlo yo. Sólo manifiesto mis incógnitas al respecto de los aspectos más sociales y políticos relacionados con ella. Hay muchas cosas que no entiendo, pero es normal porque, como ya he dicho, también la física nuclear es víctima de mi incultura.

1 comentario:

Mariano Puerta Len dijo...

Yo tampoco tengo mucho criterio para saber si estoy en contra o a favor de la energía nuclear. Sí que que tengo claras algunas cosas. El lema "cementiri nuclear, ni aquí ni enlloc" es la misma táctica que utilizó el gobierno del PP con el Prestige, que se lo lleven al quinto pino. Si ya se ha generado la basura radiactiva, en algún lado se tendrá que guardar, intentar sacársela de encima de cualquier modo generará más contaminación y más peligro. Por otro lado, lo que también tengo claro, es que la contaminación radioactiva favorece la biodiversidad, ¿o se nos ha olvidado cómo avanza la evolución de las especies?.

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