viernes, 31 de diciembre de 2010

Un socialista en la corte del rey Artur

Parece ser que ha causado perplejidad en propios y ajenos el nombramiento de Ferrán Mascarell como Conseller de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Evidentemente hay quien ha entendido que ha sido el peaje a la abstención del PSC en la investidura de Mas como presidente, pero a mí me gustaría imaginar que no es así y que hemos dado un pequeño paso hacia la madurez política.

Cualquier persona, pero especialmente un político, debería ser fiel a sus convicciones, pero no esclavo de las disciplinas de partido. Del mismo modo, es coherente que quien tenga la responsabilidad de formar un gobierno después de haber sido elegido como candidato de un partido, lo conforme de acuerdo al ideario de éste, pero no debería estar encorsetado a la hora de elegir a las personas que lo desarrollen.

La verdad es que no soy conocedor de la obra de Mascarell en su anterior época como Conseller pero, ¿y si a Mas le parece que fue satisfactoria? No estamos hablando de una Conselleria de economía, de trabajo o de asuntos sociales, sino de cultura. Tal vez en ese ámbito pese más el catalanismo del que presumen tanto CiU como el propio Mascarell que las tendencias hacia la diestra o la siniestra. Siendo así, ni el President ni el Conseller están faltando a ningún principio y, en cambio, están formando parte del equipo que su responsable considera más oportuno.

Por si no me he explicado, no pretendo defender la elección de Mas, simplemente digo que no tiene porqué ser criticable por tratarse de un afiliado a otro partido. Es más, considero que sería una muestra de madurez política que algún día nuestra se llegase a seleccionar a los cargos públicos más por sus capacidades personales que por las deudas pendientes por servicios prestados al partido.

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