viernes, 10 de diciembre de 2010

Entre Londres y Madrid

Lamentablemente, creo que no hay ninguna democracia que convierta el programa electoral de las candidaturas en obligación contractual. Creo que sería de aquello más razonable que quien gane unas elecciones tenga necesariamente que trabajar por cumplir los objetivos que había propuesto y por los que se le había elegido.

El ejemplo de David Cameron en Gran Bretaña es de cajón. Siete meses después de haber sido investido Primer Ministro lleva a aprobación la multiplicación por tres de las tasas universitarias cuando durante la campaña había prometido que jamás subiría costes en educación.

Con toda seguridad habrá quien se dedique, con mayor o menor acierto, a buscar parecidos entre dicha decisión y las tomadas por el ejecutivo del Sr. Rodríguez en España. De hecho, las iniciativas que se suponene que han de servir para atajar la crisis en los dos estados adolecen por igual de ser antisociales, cortoplacistas y contraproducentes a medio plazo.

Convertir el acceso a la universidad en un lujo que sólo se puedan permitir los más ricos resulta al menos tan antisocial como abaratar despidos, alargar edades de jubilación o reducir salarios. Intentar incrementar ingresos a costa del precio de una educación digna es tan cortoplacista como privatizar las únicas fuentes viables de ingresos de un estado, como puede ser la lotería o los aeropuertos. Excluir de la formación universitaria a toda la juventud que no se pueda permitir pagar 10.000 € de matrícula puede tener unos efectos a medio plazo tan contraproducentes como seguir apostando por un mercado laboral que sólo puede competir con los del resto del mundo por barato.

Existe, sin embargo, una diferencia que sí que podrá usar como atenuante el presidente español: el contexto económico durante su campaña electoral no era el actual. Cameron no puede decir lo mismo y no puede escudarse en la crisis para justificar el incumplimiento de su programa, puesto que se postulaba como la solución a ésta.

Así las cosas debería imponerse la prudencia. Aquí también hay quien promete tener la alternativa para sacarnos de la crisis sin detallarnos cuál es y tiene serias opciones de poder llevarla a cabo. Tengamos cuidado porque queda demostrado que en el mundo de la derecha atenuar (los efectos de una crisis) se confunde con atenazar (a los más pobres) con cierta frecuencia.

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